SEGUNDA PARTE - DE LAS MANIFESTACIONES ESPÍRITAS
CAPÍTULO I - ACCIÓN DE LOS ESPÍRITUS SOBRE LA MATERIA
Observémosle atentamente en el momento en que acaban de dejar la vida; están en un estado de turbación; todo está confuso a su alrededor; ven su cuerpo sano o mutilado según el género de muerte; por otra parte se ven y se sienten vivir; alguna cosa les dice que este cuerpo le pertenece y no comprenden que estén separados de él. Continúan viéndose bajo su forma primitiva, y esta visión produce en algunos, durante cierto tiempo, una singular ilusión: la de creerse aún vivos: les falta la experiencia de su nuevo estado para convencerse de la realidad. Disipado este primer momento de turbación, el cuerpo viene a ser para ellos un vestido viejo, del cual se han despojado, y que no lo echan de menos; se sienten más ligeros y como desembarazados de un peso; no experimentan ya dolores físicos, y son muy felices en poder elevarse, recorrer el espacio así como lo hacían diferentes veces, viviendo en sueños * . Sin embargo, a pesar de la ausencia del cuerpo, acreditan su personalidad; tienen una forma, pero una forma que no les molesta ni les embaraza; ellos, en fin, tienen la conciencia de su yo y de su individualidad. ¿Qué debemos deducir de todo esto? Que el alma no lo deja todo en la tumba, y que algo se lleva consigo.
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* Sí nos acordamos de todo lo que hemos dicho en El libro de los Espíritus sobre los sueños, y el estado del Espíritu mientras duerme (números 400 a 418), se concebirá que estos sueños que casi todo el mundo ha tenido, y en los cuales se ve uno transportado a través del espacio y como volando, no son otra cosa que un recuerdo de la sensación experimentada por el Espíritu, cuando durante el sueño había momentáneamente dejado su cuerpo material, no llevando consigo más que su cuerpo fluídico, el que conservará después de la muerte. Estos sueños pueden, pues, darnos una idea del estado del Espíritu cuando estará desembarazando de las trabas que le retienen en la Tierra.
CAPÍTULO II MANIFESTACIONES FÍSICAS – MESAS GIRATORIAS
CAPÍTULO III - MANIFESTACIONES INTELIGENTES
CAPÍTULO IV - TEORÍA DE LAS MANIFESTACIONES FÍSICAS
Movimientos y suspensiones. – Ruidos. – Aumento y disminución del peso de los cuerpos
1. ¿El fluido universal es una emanación de la divinidad? No.
2. ¿Es una creación de la divinidad? Todo es creado excepto Dios.
3. ¿El fluido universal es al mismo tiempo el elemento universal? Sí, es el principio elemental da todas las cosas.
4. ¿Tiene alguna relación con el fluido eléctrico del cual conocemos los efectos? Es su elemento.
5. ¿Cuál es el estado en que el fluido universal se presenta a nosotros en su más grande simplicidad? Para encontrarlo en su simplicidad absoluta sería preciso remontarse hasta los Espíritus puros; en vuestro mundo está siempre más o menos modificado para formar la materia compacta que os rodea; sin embargo podéis decir que el estado que se acerca más a esta simplicidad, es el del fluido que vosotros llamáis fluido magnético animal.
6. Se ha dicho que el fluido universal es la fuente de la vida; ¿es al mismo tiempo la fuente de la inteligencia? No; este fluido sólo anima la materia.
7. Puesto que es este fluido el que compone el periespíritu, ¿tal parece que está en una especie de estado de condensación que le acerca, hasta cierto punto, a la materia propiamente dicha? Hasta cierto punto, como vosotros lo decís, porque no tiene todas su propiedades; es más o menos condensado según los mundos.
8. ¿Cómo un Espíritu puede operar el movimiento de un cuerpo sólido? Combina una parte de fluido universal con el fluido que despide el médium apropiado a este efecto.
9. ¿Los Espíritus levantan la mesa con ayuda de sus miembros solidificados de cierto modo? Esta respuesta no conducirá todavía a lo que deseáis. Cuando una mesa se mueve bajo vuestras manos, el Espíritu evocado va a tomar en el fluido universal de qué animarla de una vida ficticia, La mesa preparada de este modo el Espíritu la atrae y la mueve bajo la influencia de propio fluido desprendido por su voluntad. Cuando la mesa que quiere poner en movimiento es demasiado pesada para el, llama en su ayuda a los Espíritus que se encuentran en las mismas condiciones que él. En razón de su naturaleza etérea, el Espíritu propiamente dicho no puede obrar sobre la materia grosera sin intermediario, esto es, sin el lazo que une a la materia; este lazo, que constituye lo que vosotros llamáis el periespíritu, os da la llave de todos los fenómenos espiritistas materiales. Creo haberme explicado bastante claro para hacerme comprender.
Observación. – Llamamos la atención sobre esta primera frase: “Esta respuesta no conducirá todavía a lo que deseáis”. El Espíritu había comprendido perfectamente que todas las preguntas precedentes solo se hacían para llegar a ésta; e hizo alusión a nuestro pensamiento que esperaba en efecto, otra respuesta, esa es la confirmación de nuestra idea sobre la manera con que el Espíritu hace mover las mesas.
10. Los Espíritus que él llama en su ayuda, ¿le son inferiores? ¿Están bajo sus órdenes? Iguales casi siempre; muchas veces vienen por sí mismos.
11. ¿Todos los Espíritus son aptos para producir los fenómenos de este género? Los Espíritus que producen esta clase de efectos son siempre Espíritus inferiores que no están aún enteramente desprendidos de toda influencia material.
12. Nosotros comprendemos que los Espíritus superiores no se ocupen de cosas inferiores a su esfera; pero preguntamos si en razón de estar más desmaterializados, tendrían la potencia de hacerlo, si lo quisieran hacer. Tienen la fuerza moral, como los otros tienen la fuerza física; cuando tienen necesidad de esta fuerza, se sirven de los que la poseen. ¿No se os ha dicho que se sirven de Espíritus inferiores, como lo hacéis vosotros con los cargadores?
Observación. – Se ha dicho que la densidad del periespíritu si puede expresarse así, varía según el estado de los mundos, parece que varía también, del mismo modo según los individuos. En los Espíritus avanzados moralmente, es más sutil y se acerca al de los Espíritus elevados: en los Espíritus inferiores al contrario, se aproxima a la materia, y es la que hace que estos Espíritus de baja clase, conserven tan largo tiempo las ilusiones de la vida terrestre; piensan y obran como sí aún estuvieran vivos; tienen los mismos deseos, y casi se podría casi decir, la misma sensualidad. Esta grosería del periespíritu dándole más “afinidad” con la materia hace a los Espíritus inferiores más propios para las manifestaciones físicas. Por la misma razón un hombre de mundo acostumbrado a los trabajos de inteligencia, cuyo cuerpo es débil y delicado, no puede levantar un bulto pesado como un mozo de cordel. La materia en él es de cierto modo menos compacta, los órganos menos resistentes; tiene menos fluido nervioso. El periespíritu siendo al Espíritu lo que el cuerpo es al hombre, y su densidad estando en razón de la inferioridad de lo Espíritu, reemplaza en él la fuerza muscular, esto es, le da sobre los fluidos necesarios para las manifestaciones, una potencia mayor que la que podrían tener aquellos cuya naturaleza es más etérea. Si un Espíritu elevado quiere producir tales efectos, hace lo que hacen entre nosotros las gentes delicadas: lo manda a hacer por un “Espíritu del oficio”.
13. Si nosotros hemos comprendido bien lo que habéis dicho, el principio vital reside en el fluido universal; el Espíritu toma en ese fluido la envoltura semimaterial que constituye su periespíritu y por medio de este fluido obra sobre la materia inerte.
Sí; esto es, que él anima la materia de una especie de vida ficticia: la materia se anima de la vida animal. La mesa que se mueve bajo vuestras manos vive, como el animal; obedece por sí misma al ser inteligente. No es éste el que la empuja como el hombre hace con un fardo; cuando la mesa se levanta, no es que el Espíritu la levante a fuerza de brazos es la mesa animada que obedece a la impulsión dada por el Espíritu.
14. ¿Cuál es el papel del médium en este fenómeno? Lo he dicho: el fluido propio del médium se combina con el fluido universal acumulado por el Espíritu; es menester la unión de estos dos fluidos, esto es, del fluido animalizado con el fluido universal, para dar vida a la mesa. Pero observad bien que esta vida es sólo momentánea; se extingue con la acción, y muchas veces antes del fin de la acción, tan pronto como la cantidad del fluido no es suficiente para animarla.
15. ¿El Espíritu puede obrar sin el concurso de un médium? Puede obrar sin saberlo el médium; es decir, que muchas personas sirven de auxiliares a los Espíritus para ciertos fenómenos, sin pensar en ello. El Espíritu toma de ellas, como de una fuente, el fluido animalizado que necesita; así es que el concurso de un médium tal como lo entendéis, no es siempre necesario, lo que tiene lugar, sobre todo, en los fenómenos espontáneos.
16. La mesa animada, ¿obra con inteligencia?, ¿piensa? Piensa tanto como el bastón con el cual hacéis un signo inteligente; pero la vitalidad de que está animada le permite obedecer a la impulsión de una inteligencia. Sabed, pues, bien, que la mesa que se mueve no viene a ser Espíritu, y que no tiene por sí misma ni pensamiento ni voluntad. Observación. – Muchas veces se sirve de una expresión análoga en el lenguaje usual se dice de una rueda que gira con velocidad que está animada de un movimiento rápido.
17. ¿Cuál es la causa preponderante en la producción de este fenómeno: el Espíritu o el fluido? El Espíritu es la causa; el fluido es el instrumento; las dos cosas son necesarias.
18. ¿Qué papel hace la voluntad del médium en este caso? Llamar a los Espíritus y secundarles en la impulsión dada al fluido. – ¿La acción de la voluntad es siempre indispensable? Ayuda a la potencia pero no es siempre necesaria, puesto que el movimiento puede tener lugar contra y a pesar de esta voluntad, y eso es una prueba de que hay una causa independiente del médium.
Observación. – El contacto da las manos no es siempre necesario para hacer mover un objeto. Las más de las veces lo es para dar el primer impulso, pero una vez que el objeto está animado, puede obedecer a la voluntad sin el contacto material; esto depende, ya de la potencia del médium, ya de la naturaleza de los Espíritus. El primer contacto ni siquiera es siempre indispensable; tenemos la prueba en los movimientos y mudanzas espontáneas que nadie piensa en provocar.
19. ¿Por qué todo el mundo no puede producir el mismo efecto, y por qué todos los médiums no tienen la misma potencia? Esto depende del organismo y de la mayor o menor facilidad con la cual la combinación de los fluidos puede operarse, después, porque el Espíritu del médium simpatiza más o menos con los Espíritus extraños que encuentran en él la potencia fluídica necesaria. Sucede con esta potencia como con la de los magnetizadores, que es más o menos grande. Bajo este aspecto hay personas que son del todo refractarias; otras en las que la combinación no se opera por un esfuerzo de su voluntad; otras, en fin, entre las cuales tiene lugar tan natural y fácilmente que ni aun se lo conocen, y sirven de instrumento sin saberlo, como ya hemos dicho. (Véase más adelante el capítulo de las “Manifestaciones espontáneas”).
Observación. – El magnetismo es sin ninguna duda el principio de estos fenómenos, pero no tal como se entiende generalmente; la prueba es que hay magnetizadores muy poderosos, que no harían mover un velador, y personas que no pueden magnetizar, y también niños, a quienes basta colocar los dedos sobre una pesada mesa para hacerla mover; luego, sí la potencia mediúmnica no está en razón de la potencia magnética, es que hay otra causa.
20. Las personas llamadas eléctricas, ¿pueden ser consideradas como médiums? Estas personas toman en sí mismas el fluido necesario para producir el fenómeno, y pueden obrar sin el socorro de Espíritus extraños. No son entonces médiums en el sentido que se da a esta palabra; pero puede ser también que un Espíritu les asista y aproveche sus disposiciones naturales.
Observación. – Será respecto de estas personas como de las de los sonámbulos que pueden obrar con o sin el concurso de un Espíritu extraño, (véase en el cap. de los médiums, artículo relativo a los médiums sonámbulos).
21. El Espíritu que obra sobre los cuerpos sólidos para moverlos, ¿está en la sustancia misma de los cuerpos, o bien fuera de esta sustancia? Lo uno y lo otro; hemos dicho que la materia no es un obstáculo para los Espíritus; penetran por todo; una porción del periespíritu se identifica, por decirlo así, con el objeto que penetra.
22. ¿Cómo se arregla el Espíritu para golpear? ¿se sirve de un objeto material? No, así como no se sirve de sus brazos para levantar la mesa. Bien sabéis que no tiene martillo a su disposición. Su martillo es el fluido combinado puesto en acción por su voluntad para mover o para golpear. Cuando mueve, la luz os trae la vista de sus movimientos; cuando golpea, el aire os trae el sonido.
23. Nosotros concebimos esto cuando golpea sobre un cuerpo duro; pero, ¿cómo puede hacer oír ruido o sonidos articulados en el espacio? Puesto que obra la materia, puede obrar sobre el aire lo mismo que sobre la mesa. En cuanto a los sonidos articulados puede imitarlos como los demás ruidos.
24. Decís que el Espíritu no se sirve de sus manos para remover la mesa; sin embargo se ha visto en ciertas manifestaciones visuales aparecer manos cuyos dedos se paseaban sobre un teclado, agitaban las teclas y hacían oír sonidos. ¿No parecería que el movimiento de las teclas se producía por la presión de los dedos? ¿Esta presión no es también directa y real, cuando se hace sentir sobre nosotros mismos y cuando estas manos dejan señales sobre la piel?
Vosotros no podéis comprender la naturaleza de los Espíritus y su manera de obrar sino por comparaciones que sólo os dan una idea incompleta, y es un mal el querer asimilar siempre sus procedimientos a los vuestros. Sus procedimientos deben estar en relación con su organismo. ¿No os he dicho que el fluido del periespíritu penetra la materia y se identifica con ella, a la que anima con una vida ficticia? ¡Pues bien! Cuando el Espíritu pone los dedos sobre las teclas, los pone realmente y también las mueve; pero no es por la fuerza muscular que comprime la tecla; lo que hace es animarla lo mismo que anima la mesa, y la tecla, obedeciendo a su voluntad, se mueve y toca la cuerda. En esto sucede también una cosa que os será difícil comprender, y es que ciertos Espíritus están tan poco adelantados y de tal modo materializados comparativamente con los Espíritus elevados, que tienen todavía las ilusiones de la vida terrestre y creen obrar como cuando tenían su cuerpo; no se dan cuenta de la verdadera causa de los efectos que producen, lo mismo que un hombre del campo tampoco comprende la teoría de los sonidos que articula; preguntadles cómo tocan el piano: os dirán que golpean encima con sus dedos, porque creen golpear; el efecto se produce instintivamente en ellos sin que sepan cómo, pero es por su voluntad. Lo mismo sucede cuando se hacen oír por palabras.
Observación. – Resulta de estas explicaciones, que los Espíritus pueden producir todos los efectos que producimos nosotros mismos, pero por medios apropiados a su organismo; ciertas fuerzas que les son propias reemplazan los músculos que nos son necesarios para obrar; de la misma manera que el gesto reemplaza en el mudo, la palabra que le falta.
25. Entre los fenómenos que se citan como prueba de la acción de una potencia oculta, los hay que son evidentemente contrarios a todas las leyes conocidas de la Naturaleza; entonces ¿no parece que debe permitirse la duda? Es que el hombre está lejos de conocer todas las leyes de la Naturaleza; si las conociese todas sería Espíritu superior. Todos los días, por tanto, da en desmentido a aquellos que, creyendo saberlo todo, pretenden poner límites a la Naturaleza, y por eso no son menos orgullosos. Descorriendo el velo sin cesar de los nuevos misterios, Dios advierte al hombre para que desconfíe de sus propias luces, porque vendrá un día en que “la ciencia del más sabio será confundida” ¿No tenéis todos los días ejemplos de cuerpos animados de un movimiento capaz de vencer la fuerza de gravitación? La bala lanzada en el aire ¿no vence momentáneamente esta fuerza? Pobres hombres que creéis ser muy sabios, y cuya tonta vanidad es a cada instante derrotada, sabed, pues, que aún sois muy pequeños.
CAPÍTULO V - MANIFESTACIONES FÍSICAS ESPONTÁNEAS
Ruidos, barahúndas, alborotos y perturbaciones
Objetos Lanzados
1. (A San Luis). ¿Tendréis la bondad de decirnos si los hechos que se dicen haber pasado en la calle de los Noyers son reales? En cuanto a la posibilidad no lo dudamos. Sí, estos son hechos verdaderos; solo que la imaginación de los hombres los ha abultado, ya sea por miedo, ya sea por ironía; pero, lo repito, son verdaderos. Estas manifestaciones son provocadas por un Espíritu que se divierte un poco a costa de los habitantes del lugar.
2. ¿Hay en la casa una persona que sea causa de estas manifestaciones? Estas manifestaciones son siempre causadas por la presencia de la persona a la cual se ataca; es que el Espíritu perturbador mirando el habitante del lugar donde está quiere hacerle ruindades o que se vaya de la habitación.
3. Nosotros preguntamos si entre los habitantes de la casa hay alguno que sea la causa de estos fenómenos por una influencia mediúmnica, espontánea e involuntaria. Es muy necesario; “sin esto el hecho no podría tener lugar”. Un Espíritu habita un paraje de predilección para él; permanece en la inacción hasta tanto que una naturaleza que le sea conveniente se presente en este lugar; cuando llega esta persona se divierte tanto como puede.
4. La presencia de esta persona sobre los mismos lugares, ¿es indispensable? Es el caso más ordinario, y este es el del hecho que citáis; por eso he dicho que sin esto el hecho no podría tener lugar; pero yo no he querido generalizado; hay casos en que la presencia inmediata no es necesaria.
5. Estos Espíritus, siendo siempre de un orden inferior, la aptitud que les sirve de auxiliar es una presunción desfavorable para la persona? ¿anuncia esto una simpatía con los seres de esta naturaleza? No, precisamente porque esta aptitud proviene de una disposición física; sin embargo esto anuncia muy a menudo una tendencia material que sería preferible no tener; porque cuanto más se está elevado moralmente, más se atrae a sí a los buenos Espíritus, que alejan necesariamente a los malos.
6. ¿Dónde va a tomar el Espíritu los proyectiles de que se sirve? Estos objetos diversos son lo más de las veces tomados en los mismos lugares o en la vecindad, una fuerza que viene del Espíritu los lanza en el espacio y caen en el paraje designado por este Espíritu.
7. Puesto que las manifestaciones espontáneas son muchas veces permitidas y aun provocadas con el fin de convencer, nos parece que si ciertos incrédulos fuesen personalmente el objeto se verían forzados a rendirse a la evidencia. Se quejan algunas veces de no poder ser testigos de hechos concluyentes; ¿podría depender de los Espíritus el hacerles dar alguna prueba sensible? Los ateos y los materialistas ¿no son a cada instante testigos de la potencia de Dios y del pensamiento? Esto no les impide negar a Dios y el alma. Los milagros de Jesús ¿han convertido a todos sus contemporáneos? Los fariseos que le decían: “Maestro, hacednos ver algún prodigio”, ¿no se parecen a los que en vuestros tiempos piden que les hagáis ver manifestaciones? Si no están convencidos por las maravillas de la creación menos lo están aun cuando los Espíritus se les aparecieren de la manera menos inequívoca, porque su orgullo les pone como los caballos rebelones. Las ocasiones de ver no les faltarán si las buscan de buena fe; por esto Dios no juzga a propósito hacer por ellos más de lo que hace por aquellos que procuran sinceramente la instrucción, porque sólo recompensa a los hombres de buena voluntad. Su incredulidad no impedirá el que se cumpla la voluntad de Dios; ved bien que ella no ha impedido a la doctrina su propagación. Cesad pues de inquietaros por su oposición, que es a la doctrina como la sombra es al cuadro y le da mayor relieve. ¿Qué méritos tendrían el ser convencidos por la fuerza? Dios les deja toda la responsabilidad de su terquedad, y esta responsabilidad será más terrible de lo que pensáis. Bienaventurados aquellos que creen sin haber visto, dijo Jesús, porque esos no dudan de la potencia de Dios.
8. ¿Creéis que sería inútil evocar este Espíritu para pedirle algunas explicaciones? Evocadle si queréis; pero es un Espíritu inferior que no os dará más que contestaciones bastante insignificantes.
1. Evocación. ¿Para qué me queréis que me llamáis así? ¿Queréis, acaso, que os apedree? Entonces, se vería un bonito sálvese quien pueda, a pesar de vuestro grave aspecto.
2. Aunque tú nos apedrees no nos asustarías por eso y quisiéramos saber si podrías hacerlo. Podría muy bien ser que no pudiera; tenéis un guardián que vela mucho por vosotros.
3. En la calle de Noyers ¿había una persona que te servía de auxiliar para facilitarte las bromas pesadas que hacías a los habitantes de la casa? Ciertamente encontré un buen instrumento, y ningún Espíritu docto, sabio y mojigato para impedírmelo; porque soy alegre y me gusta divertirme de cuando en cuando.
4. ¿Qué persona te ha servido de instrumento? Una moza de servicio.
5. ¿Te servía de auxiliar sin saberlo? ¡Oh! Sí, pobre muchacha. Ella era la que más se asustaba.
6. ¿Obrabas con un fin hostil? No tenía ningún fin hostil; pero los hombres que de todo sacan partido, se aprovecharon de esto.
7. ¿Qué entiendes tú por eso? No te comprendemos. Procuraba divertirme; pero vosotros estudiaréis la cosa y tendréis un hecho más para demostrar que existimos.
8. Tú dices que no tenías ningún fin hostil, y sin embargo has roto todos los cristales de la habitación, de este nodo has causado un perjuicio real. Es un detalle.
9. ¿Dónde te has procurado los objetos que han lanzado? Son bastante comunes; los he encontrado en el patio, en los jardines vecinos.
10. ¿Los has encontrado todos o has fabricado algunos? (Véase, más adelante, el Cap. VIII). Nada he creado, nada he compuesto.
11. Si tú no los hubieras encontrado, ¿habrías podido fabricarlos? Hubiera sido más difícil, pero en rigor, se mezclan las materias y esto hace un todo cualquiera.
12. Ahora dinos cómo los has lanzado. ¡Ah! Eso es más difícil de decir; me he servido de la naturaleza eléctrica de esta muchacha, junto con la mía, menos material; de este modo hemos podido transportar entre los dos estas diversas materias.
13. Pienso que querrás darnos algunos indicios sobre tu persona. Dinos, pues, desde luego, si hace mucho tiempo que has muerto. Hace bastante tiempo; hará como una cincuentena de años.
14. ¿Qué eras tú cuando vivías? Poca cosa de bueno; yo recogía trapos en este barrio y se me decían algunas veces tonterías porque me gustaba mucho el licor rojo del buen hombre Noé; este es el motivo por que yo quería que todos levantasen el campo.
15. ¿Eres tú mismo el que ha contestado a nuestras preguntas y lo has hecho por tu propia voluntad? Tengo un instructor.
16. ¿Quién es ese instructor? Vuestro buen rey Luis.
Observación. – Esta pregunta fue motivada por la naturaleza de ciertas respuestas, que parecían superar el alcance de este Espíritu por el fondo de las ideas, y aun por la forma del lenguaje. No tiene nada de admirable que fuese ayudado por un Espíritu más ilustrado, que quiso aprovechar esta ocasión para darnos una instrucción. Este es un hecho muy ordinario; pero la particularidad notable en esta circunstancia, ha sido que la influencia del otro Espíritu se ha hecho sentir sobre la misma escritura; la de las respuestas en que ha habido intervención es más regular y más corrida; la del trapero es angulosa, gruesa, irregular, a menudo poco legible, y tiene otro carácter.
17. ¿Qué haces ahora? ¿Te ocupas de tu porvenir? Todavía no; estoy errante. Se piensa tan poco en mí sobre la Tierra, que nadie ruega por mí; por lo mismo que no estoy ayudado, no trabajo. Observación. – Se verá más tarde cuánto se puede contribuir al adelantamiento y al alivio de los Espíritus inferiores por la oración y los consejos.
18. ¿Cuál era tu nombre cuando vivías? Juanito.
19. Pues bien, Juanito: nosotros rogaremos por ti. Dinos si nuestra evocación te ha gustado o te ha contrariado. Antes me ha dado placer, porque sois buenos muchachos, alegres vivientes, aunque un poco austeros; pero ¡qué importa! Me habéis escuchado y estoy contento. Juanito.
Fenómenos de aportes
Disertación dada por un Espíritu
Es de todo punto preciso, para obtener fenómenos de este orden, tener consigo médiums que yo llamaré sensitivos, es decir, dotados del más alto grado de facultades mediúmnicas, de expansión y de penetrabilidad; porque el sistema nervioso de estos médiums, fácilmente excitable, les permite, por medio de ciertas vibraciones, proyectar alrededor de ellos su fluido animalizado con profusión.
Las naturalezas impresionables, las personas cuyos nervios vibran al menor sentimiento, a la más pequeña sensación, que la influencia moral o física, interna o externa, sensibiliza, son sujetos muy aptos para ser excelentes médiums, para los efectos físicos de tangibilidad y de aportes. En efecto, su sistema nervioso, casi enteramente desprovisto de la envoltura refractaria que aisla este sistema en la mayor parte de los otros encarnados, les hace propios para el desenvolvimiento de estos diversos fenómenos. Consecuentemente con un sujeto de esta naturaleza, y no siendo las demás facultades hostiles a la medianimización, se obtendrán más fácilmente los fenómenos de tangibilidad, los golpes dados en las paredes y en los muebles, los movimientos inteligentes y aun la suspensión en el espacio de la materia inerte más pesada. A fortiori se obtendrán estos resultados, si en lugar de un médium se tienen a la mano muchos que tengan las mismas dotes.
Pero de la producción de estos fenómenos a la obtención del de los aportes hay mucha distancia; porque en este caso no sólo el trabajo del Espíritu es más complejo, más difícil, sino que también el Espíritu únicamente puede operar por medio de un solo aparato medianímico, esto es, que muchos médiums no pueden concurrir simultáneamente a la producción del mismo fenómeno. Acontece, por el contrario, que la presencia de ciertas personas antipáticas al Espíritu que opera estorba radicalmente su operación. A estos motivos que, como veis, no dejan de tener importancia, añadid que los aportes necesitan siempre concentraciones más grandes y al mismo tiempo mayor difusión de ciertos fluidos, que tan solo pueden obtenerse con los médiums mejor dotados, aquellos, en una palabra, cuyo aparato “electromedianímico” es de mejores condiciones.
En general los hechos de aportes son y permanecerán excesivamente raros. No tengo necesidad de demostraros por qué son y serán menos frecuentes que los otros hechos de tangibilidad vosotros mismos, deduciréis lo que digo. Por otra parte, estos fenómenos son de tal naturaleza que no sólo todos los médiums no son propicios para ellos, sino que todos los Espíritus no pueden producirlos. En efecto, es preciso que entre el espíritu y el médium exista cierta afinidad, cierta analogía, cierta semejanza que permita a la parte expansible del fluido periespíritico * del encarnado mezclarse, unirse y combinarse con el del Espíritu que quiere hacer un aporte. Esta fusión debe ser tal que la fuerza resultante venga a ser, por decirlo así, una; de la misma manera que una corriente eléctrica, obrando sobre el carbón, produce una hoguera, una claridad única. ¿Por qué esta unión, por qué esta fusión? diréis vosotros. Es que para la producción de estos fenómenos se hace preciso que las propiedades esenciales del Espíritu motor se aumenten con algunas del medianimizado; es que el fluido vital indispensable para la producción de todos los fenómenos medianímicos es el dote exclusivo del encarnado, y que a consecuencia el Espíritu operador está obligado a impregnarse del mismo. Entonces es cuando puede, por medio de ciertas propiedades de vuestro centro ambiente, desconocidas para vosotros, aislar, hacer invisibles, y mover ciertos objetos materiales y a los mismos encarnados.
“No me es permitido, por el momento, descorreros el velo de estas leyes particulares que rigen los gases y los fluidos que os cercan; pero antes que pasen muchos años, antes que se cumpla una existencia de hombre, la explicación de estas leyes y de estos fenómenos se os revelará, y veréis surgir y producirse una nueva variedad de médiums que caerán en un estado cataléptico particular desde que sean medianimizados.
“Vosotros veis de cuántas dificultades la producción de los aportes se encuentra rodeada; podéis deducir de esto muy lógicamente que los fenómenos de esta naturaleza son excesivamente raros, como ya lo he dicho, y con tanta más razón por cuanto los Espíritus se prestan a ello muy poco, porque esto motiva de su parte un trabajo casi material, lo que es un fastidio y una fatiga para ellos. Por otra parte acontece, además, que muchas veces a pesar de su energía y su voluntad, el estado del mismo médium les opone una barrera insuperable.
“Es, pues, evidente, y vuestro raciocinio lo sanciona, no dudo de ello, que los hechos tangibles de golpes, de movimiento y de suspensión, son fenómenos sencillos que se operan por la concentración y la dilatación de ciertos fluidos, y que pueden ser provocados y obtenidos por la voluntad y el trabajo de los médiums que son aptos para eso, cuando éstos son secundados por Espíritus amigos y benévolos; mientras que los hechos de los aportes son múltiples, complejos, exigen un concurso de circunstancias especiales, no pueden operarse sino por uno solo Espíritu y un solo médium, y tienen precisión, fuera de la necesidad de la tangibilidad, de una combinación del todo particular, para aislar y hacer invisibles el objeto o los objetos que forman el motivo del aporte.
“Todos vosotros, espiritistas, comprendéis mis explicaciones y os dais perfecta cuenta de esta concentración de fluidos especiales, para la locomoción y la tangibilidad de la materia inerte; creéis en ellos como creéis en los fenómenos de la electricidad y del magnetismo, con los cuales los hechos medianímicos están llenos de analogía, y son, por decirlo así, la consagración y el desenvolvimiento. En cuanto a los incrédulos, y a los sabios, peores que los incrédulos, no pienso en convencerlos, pues no me ocupo de ellos ya lo serán un día por la fuerza de la evidencia, porque será preciso que se inclinen ante el testimonio unánime de los hechos espiritistas, como se han visto forzados a hacerlo ante tantos otros hechos que habían rechazado en un principio.
“Para resumir: si los hechos de tangibilidad son frecuentes, los hechos de aportes son muy raros, porque las condiciones para éstos son muy difíciles; consecuentemente, ningún médium puede decir: A tal hora, a tal momento, obtendré un aporte; porque muchas veces el mismo Espíritu se encuentra impedido en su obra. Debo añadir que estos fenómenos son doblemente difíciles en público, porque en éste se encuentran casi siempre elementos enérgicamente refractarios que paralizan los esfuerzos del Espíritu y con mayor razón la acción del médium. Tened, al contrario, por cierto, que estos fenómenos se producen casi siempre en particular, espontáneamente, lo más a menudo sin saberlo los médiums y sin premeditación y, en fin, muy raramente cuando ésos están prevenidos; de donde debéis deducir que hay un motivo legítimo de sospecha todas las veces que un médium se alaba de obtenerlos a su voluntad o, de otro modo, de mandar a los Espíritus como a domésticos, lo que es sencillamente un absurdo. Tened, además, por regla general, que los fenómenos espiritistas no se han hecho para presentarse en espectáculo y para divertir a los curiosos. Si algunos Espíritus se prestan a esta especie de cosas, sólo puede ser para fenómenos simples, y no para aquellos que, tales como los aportes y otros semejantes, exigen condiciones excepcionales.
“Recordad, espiritistas, que si es absurdo rechazar sistemáticamente todos los fenómenos de ultratumba, no es prudente tampoco aceptarlos todos ciegamente. Cuando un fenómeno de tangibilidad, de aparición, de visibilidad o de aporte se manifiesta espontáneamente y de una manera instantánea, aceptadle; pero, no me cansaré de repetíroslo, no aceptéis nada ciegamente; que cada hecho sufra un examen minucioso, profundo y severo; porque, creedlo, el Espiritismo, tan rico en fenómenos sublimes y grandiosos, no tiene nada que ganar en estas pequeñas manifestaciones que hábiles prestidigitadores pueden imitar.
“Sé muy bien lo que me vais a decir: que estos fenómenos son útiles para convencer a los incrédulos; pero sabed que si no hubierais tenido otros medios de convicción, no tendríais hoy día la centésima parte de espiritistas que tenéis. Hablad al corazón, éste es el modo de hacer más conversiones formales. Si creéis útil para ciertas personas obrar por los hechos materiales, presentadlos al menos en tales circunstancias que no puedan dar lugar a ninguna falsa interpretación, y sobre todo no salgáis a las condiciones normales de estos hechos porque los hechos, presentados en malas condiciones, suministran argumentos a los incrédulos en lugar de convencerlos. – ERASTO.”
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* Se ve que cuando se trata de expresar una idea nueva, para la cual no hay término en el lenguaje, los Espíritus saben perfectamente crear neologismos. Estas palabras “electro-medianímico, periespíritico”, no son nuestras. Los que nos han criticado la creación de las palabras “espiritista”, “espiritismo” y “periespíritu” que no tenían sus análogas, podrán también hacer el mismo proceso a los Espíritus.
1. Os ruego nos digáis ¿por qué los aportes que hacéis solo se producen en el sueño magnético del médium? Esto proviene de la naturaleza del médium; los hechos que yo produzco cuando el mío está dormido, podría igualmente producirlos en estado de vigilia con otro médium.
2. ¿Por qué hacéis esperar tan largo tiempo el aporte de los objetos y por qué excitáis la codicia del médium, irritando su deseo de obtener el objeto prometido? Este tiempo me es necesario a fin de preparar los fluidos que sirven para el aporte; en cuanto a la excitación, a veces solo es para divertir a las personas presentes y a la sonámbula.
Observación de Erasto. – El Espíritu que ha contestado no sabía más; no se da cuenta del motivo de esta ansiedad que le aguijonea instintivamente sin comprender el efecto; cree divertir, mientras que en realidad provoca sin pensarlo mayor emisión de fluido; ésta es la consecuencia de la dificultad que presenta el fenómeno, dificultad siempre más grande cuando no es espontánea, sobre todo con ciertos médiums.
3. ¿La producción del fenómeno tiende a la naturaleza especial del médium o podría producirse por otros médiums con más facilidad y prontitud? La producción tiende a la naturaleza especial del médium y solo puede producirse con naturalezas correspondientes; pera la prontitud, la costumbre que adquirimos, correspondiendo a menudo con el mismo médium nos es de gran utilidad.
4. La influencia de las personas presentes ¿contribuye en algo? Cuando hay incredulidad y oposición se nos puede molestar mucho; mejor queremos hacer nuestras pruebas con creyentes y personas versadas en el Espiritismo; pero no quiero decir por eso que la mala voluntad pueda paralizarnos completamente.
5. ¿Dónde habéis ido a tomar las flores y los confites que habéis traído? En los jardines tomo las flores que me gustan.
6. ¿Y los confites? ¿El confitero se habrá apercibido de que le faltaban? Yo los tomo donde quiero; el confitero no lo ha notado porque he puesto otros en su lugar.
7. Pero los anillos tienen un valor, ¿en dónde los habéis cogido? ¿Acaso habéis causado algún daño al que se los habéis tomado? Las he tomado en parajes desconocidos para todos y de manera que nadie pueda experimentar ningún perjuicio.
Observación de Erasto. – Creo que el hecho está explicado de una manera insuficiente en razón de la capacidad del Espíritu que ha respondido. Sí; puede haber en eso un mal real de causa, pero el Espíritu no ha querido pasar por haber tomado alguna cosa. Un objeto no puede ser reemplazado sino por un objeto idéntico, de la misma forma, del mismo valor; consecuentemente, si un espíritu tenía la facultad de substituir un objeto semejante por aquel que toma, no tendría razón para tomarlo, y debería dar aquel que sirve para substituirlo.
8. ¿Es posible el traer flores de otro planeta? No, esto no me es posible. (A Erasto). ¿Otros Espíritus tendrían este poder? No, esto no es posible, en razón de la diferencia de los centros ambientes.
9. ¿Podríais traer flores de otro hemísferio, de los trópicos, por ejemplo? Desde el momento que estén sobre la Tierra, puedo.
10. Los objetos que habéis traído ¿podríais hacerlos desaparecer y llevároslos? Del mismo modo que los he hecho venir puedo llevarlos por mi voluntad.
11. ¿La producción del fenómeno de los aportes os causa alguna dificultad, algún embarazo? No nos causa ninguna dificultad, cuando tenemos el permiso; podría causárnoslos muy grandes si quisiéramos producir estos efectos sin estar autorizados para eso.
Observación de Erasto. – No quiere confesar su dificultad aunque sea real, puesto que está forzado a hacer una operación, por decirlo así, material.
12. ¿Cuáles son las dificultades que encontráis? Ninguna otra sino malas disposiciones fluídicas que pueden sernos contrarias.
13. ¿Cómo traéis el objeto? ¿lo cogéis con las manos? No; lo envolvemos en nosotros mismos.
Observación de Erasto. – No explica claramente su operación, porque no envuelve el objeto con su propia personalidad; pero como su fluido personal es dilatable, penetrable y expansible, combina una parte de este fluido con una parte del fluido animalizado del médium, y en esta combinación oculta y transporta el objeto causa del aporte. No está, pues, en lo justo al decir que lo envuelve en sí mismo.
14. ¿Aportaríais con la misma facilidad un objeto de un peso considerable, de 50 kilogramos, por ejemplo? El peso nada tiene que ver para nosotros; aportamos flores porque pueden ser más agradables que un peso voluminoso.
Observación de Erasto. – Justamente: puede aportar 100 ó 200 kilogramos en objetos, porque el peso que existe para vosotros es nulo para él, pero tampoco en esto se sabe dar cuenta de lo que pasa. La masa de los fluidos combinados es proporcionada a la masa de los objetos; en una palabra, la fuerza debe estar en razón de la resistencia; de donde se sigue que si el Espíritu sólo aporta una flor o un objeto ligero es porque muchas veces no encuentra en el médium o en sí mismo los elementos necesarios para un esfuerzo más considerable.
15. ¿Hay algunas veces desapariciones de objetos cuya causa se ignora, y que serían obra de los Espíritus? Esto acontece muy a menudo, más a menudo de lo que pensáis, y podría remediarse rogando al Espíritu que vuelva a traer el objeto desaparecido.
Observación de Erasto. – Esto es verdad; pero algunas veces lo que ha sido quitado es bien quitado; porque hay objetos que no vuelven a encontrarse en casa, que frecuentemente se llevan muy lejos. Sin embargo, como el sacar los objetos exige casi las mismas condiciones fluídicas que los aportes no puede tener lugar sino con ayuda de médiums dotados de facultades especiales; así es que cuando alguna cosa desaparece, hay más probabilidad de que sea la consecuencia de vuestro aturdimiento que obra de los Espíritus.
16. ¿Hay efectos que se miran como fenómenos naturales, y que se deben a la acción de ciertos Espíritus? Vuestros días están llenos de estos hechos que no comprendéis, porque no os habéis ocupado de ellos, pero con un poco de reflexión lo veríais claramente.
Observación de Erasto. – No atribuyáis a los Espíritus lo que es la obra de la Humanidad; pero creed en su influencia oculta constante, que hace nacer alrededor de vosotros mil circunstancias, mil incidentes necesarios para el cumplimiento de vuestros actos, de vuestra existencia.
17. Entre los objetos aportados ¿los hay que pueden ser fabricados por los Espíritus, esto es, producidos espontáneamente por las modificaciones que los Espíritus pueden hacer sufrir al fluido o al elemento universal? Para mí no, porque no tengo el permiso; sólo lo puede un Espíritu elevado.
18. ¿Cómo habéis introducido el otro día estos objetos, puesto que la habitación estaba cerrada? Los he hecho entrar conmigo envueltos, por decirlo así, en mi sustancia; para vosotros esto no tiene más explicación.
19. ¿Cómo habéis hecho volver visibles estos objetos que eran invisibles un instante antes? He quitado la materia que los envolvía.
Observación de Erasto. – No es la materia propiamente dicha la que los envuelve, sino un fluido tomado la mitad del periespíritu del médium, la otra mitad del de el Espíritu que opera.
20. (A Erasto). ¿Un objeto puede ser aportado a un paraje perfectamente cerrado, en una palabra, el Espíritu puede espiritualizar un objeto material, de manera que pueda penetrar la materia? Esta cuestión es compleja. Para los objetos aportados, el Espíritu puede hacerlos invisibles pero no penetrables; él no puede romper la agregación de la materia, lo que sería la destrucción del objeto. Este objeto hecho invisible puede traerlo cuando quiere y no desprenderse de él sino en el momento conveniente para hacerle aparecer. En cuando a los objetos que nosotros componemos, es otra cosa; como no introducimos sino los elementos de la materia, y que estos elementos son esencialmente penetrables, puesto que nosotros mismos penetramos y atravesamos los cuerpos más condensados, con tanta facilidad como los rayos solares atraviesan las vidrieras, podemos perfectamente decir que hemos introducido el objeto en un paraje por cerrado que sea; pero es solamente en este caso.
Nota. – Véase más adelante la teoría de la formación espontánea de los objetos, el cap. Titulado “Laboratorio del mundo invisible”.
CAPÍTULO VI - MANIFESTACIONES VISUALES
Preguntas sobre las apariciones
1. ¿Los Espíritus pueden hacerse visibles? Sí, sobre todo durante el sueño; sin embargo, ciertas personas los ven también durante la vigilia, pero es más raro.
Observación. – Mientras que el cuerpo descansa, el Espíritu se desprende de los lazos materiales; es más libre y puede más fácilmente ver a los otros Espíritus con los cuales entra en comunicación. El sueño no es más que el recuerdo de este estado; cuando uno no se acuerda de nada, se dice que no ha soñado, pero el alma no ha dejado de ver y gozar de su libertad. Nosotros nos ocupamos más especialmente aquí de las apariciones en estado de vigilia. *
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* Véase para más detalles sobre el estado del Espíritu durante el sueño. El libro de los Espíritus, cap. “Emancipación del alma”, núm. 409.
2. Los Espíritus que se manifiestan a la vista, ¿pertenecen más bien a una clase que otra? No, pueden pertenecer a todas las clases, a las más elevadas como a las más inferiores.
3. ¿Es dado a todos los Espíritus el manifestarse visiblemente? Todos lo pueden; pero para esto no tienen siempre el permiso ni la voluntad.
4. ¿Cuál es el fin de los Espíritus que se manifiestan visiblemente? Esto depende de su naturaleza; el fin puede ser bueno o malo.
5. ¿Cómo puede darse este permiso cuando el fin es malo? Entonces es para probar a aquellos a quienes se aparecen. La intención del Espíritu puede ser mala, pero el resultado puede ser bueno.
6. ¿Cuál puede ser el fin de los Espíritus que tienen mala intención haciéndose ver? Asustar y muchas veces vengarse.
– ¿Cuál es el de los Espíritus que vienen con buena intención? Consolar a las personas que lamentan su ausencia, probar que existen y están cerca de vosotros, dar consejos y algunas veces reclamar asistencia para ellos mismos.
7. ¿Qué inconveniente habría en que la posibilidad de ver los Espíritus fuese permanente y general? ¿No sería esto un medio de quitar las dudas de los más incrédulos? Estando el hombre constantemente rodeado de Espíritus, su visión incesante le alteraría, le mortificaría en sus acciones y le quitaría la iniciativa en la mayor parte de los casos, mientras que creyéndose solo obra más libremente. En cuando a los incrédulos, bastantes medios tienen de convencerse si quieren aprovecharse y si no les ciega el orgullo. Sabéis muy bien que hay personas que han visto y que por esto no creen más, puesto que dicen que son ilusiones. No os inquietéis por estas gentes; Dios se encarga de ellas.
Observación. – Habría tanto inconveniente en verse constantemente en presencia de los Espíritus, como en ver el aire que nos rodea, o los millares de animales microscópicos que pululan alrededor de nosotros y sobre nosotros. De donde debemos deducir que lo que Dios hace está bien hecho y que sabe mejor que nosotros lo que nos conviene.
8. Si la visión de los Espíritus tiene inconvenientes, ¿por qué se permite en ciertos casos? Con el fin de dar una prueba de que todo no muere con el cuerpo, y que el alma conserva su individualidad después de la muerte. Esta visión pasajera basta para dar esta prueba y atestiguar la presencia de Espíritus amigos a vuestro lado; pero no tiene los inconvenientes de la permanencia.
9. ¿En los mundos más avanzados que el nuestro la visión de los Espíritus es más frecuente? Cuanto, más se acerca el hombre a la naturaleza espiritual, más fácil entra en relación con los Espíritus; lo grosero de vuestra envoltura es lo que hace más difícil y rara la percepción de los seres etéreos.
10. ¿Es racional asustarse por la aparición de un Espíritu? El que reflexiona debe comprender que un Espíritu, cualquiera que sea, es menos peligroso que un viviente. Por lo demá, los Espíritus van por todas partes y no hay necesidad de verlos para saber que podéis tenerlos a vuestro lado. El Espíritu que quisiera dañar puede hacerlo sin dejarse ver y quizás más aún; no es peligroso porque sea Espíritu, sino más bien por la influencia que puede ejercer sobre el pensamiento desviando del bien e induciendo al mal.
Observación. – Las personas que tienen miedo en la soledad o en la osbcuridad, raras veces se dan cuenta de la causa de su espanto; no podrían decir de qué tienen miedo, pero seguramente deberían temer más el encuentro de los hombres que el de los Espíritus, porque un malhechor es más peligroso vivo que después de su muerte. Una señora conocida nuestra tuvo una noche en su cuarto una aparición tan bien caracterizada, que creyó en la presencia de alguien, y su primer movimiento fue de espanto. Habiéndose asegurado que no había nadie, dijo para sí: “Parece que esto no es más que un Espíritu; puedo, pues, dormir tranquila”.
11. Aquel a quien aparece un Espíritu, ¿podría tener una conversación con él? Perfectamente, y es lo que debe hacerse siempre en semejante caso preguntando al Espíritu quién es, lo que desea y lo que puede hacerse por él y serle útil. Si el Espíritu es desgraciado y padece, la conmiseración que se le demuestra le alivia; si es un Espíritu benévolo puede venir con la intención de dar buenos consejos.
– ¿En este caso el Espíritu cómo puede responder? Lo hace algunas veces por sonidos articulados, como lo haría una persona viva; lo más a menudo hay transmisión de pensamientos.
12. ¿Los Espíritus que aparecen con alas, las tienen realmente o solo son una apariencia simbólica? Los Espíritus no tienen alas, no tienen necesidad de ellas, pues pueden transportarse por todas partes como Espíritus. Aparecen según el modo con el que quieren afectar a la persona a la cual se muestran: los unos aparecerán con el traje vulgar, otros envueltos en ropajes, algunos con alas, como atributo de la categoría de los Espíritus que representan.
13. Las personas que se ven en sueños, ¿son siempre aquellas cuyo aspecto tienen? Casi siempre son aquellas personas que vuestro Espíritu ya a encontrar, o que vienen a encontraros.
14. Los Espíritus burlones ¿no podrían tomar la apariencia de las personas que nos son queridas para inducirnos al error? No toman apariencias fantásticas sino para divertirse a vuestra costa; pero hay cosas con las que no les es permitido divertirse.
15. Siendo el pensamiento una especie de evocación se comprende que provoque la presencia del Espíritu; pero, ¿cómo es que muchas veces las personas en las cuales se piensa más, que se desea ardientemente volver a ver, nunca se presentan en sueño, mientras que se ven gentes indiferentes y en las cuales no se piensa de ningún modo? Los Espíritus, no tienen siempre la posibilidad de manifestarse a la vista, aun en sueño, y a pesar del deseo que se tiene de verles; causas independientes de su voluntad pueden impedirlo. Muchas veces esto es también una prueba, de la que el deseo más ardiente no puede librar. En cuanto a las personas indiferentes, si vosotros no pensáis en ellas, es posible que ellas piensen en vosotros. Por lo demás vosotros no podéis formaros una idea de las relaciones del mundo de los Espíritus; encontraréis allí una porción de conocimientos íntimos, antiguos o nuevos, de los cuales no tenéis ninguna idea en estado de vigilia.
Observación. – Cuando no hay ningún medio de comprobar las visiones o apariciones, se puede, sin duda, ponerlas en la cuenta de las alucinaciones; pero cuando son confirmadas por los acontecimientos, no podrán atribuirse a la imaginación; tales son, por ejemplo, las apariciones en el momento de su muerte, en sueño o en estado de vigilia, de personas con las cuales no se piense de ningún modo, y que por diversas señales viene a revelar circunstancias del todo inesperadas a su objeto. Se ha visto muchas veces a los caballos encabritarse y rehusar avanzar ante apariciones que espantaban a aquellos que los conducían. Si la imaginación produce algún efecto en los hombres, seguramente no existe entre los animales. Por otra parte, si las imágenes que se ven en sueños fueran siempre un efecto de las preocupaciones de la vigilia, nada explicaría por qué acontece a menudo que no se sueña jamás en las cosas que más se piensa.
16. ¿Por qué ciertas visiones son más frecuentes en estado de enfermedad? También tienen lugar en estado de perfecta salud: pero en la enfermedad los lazos materiales están relajados; la debilidad del cuerpo deja más libertad al Espíritu, quien entra con más facilidad en comunicación con los otros Espíritus.
17. Las apariciones espontáneas parecen ser más frecuentes en ciertos lugares. ¿Será que algunos pueblos están mejor dotados que otros para tener esta clase de manifestaciones. ¿Es que hacéis un proceso verbal por cada aparición? Las apariciones, los ruidos, todas las manifestaciones, en fin, están igualmente extendidas por toda la Tierra, pero presentan caracteres distintos según los pueblos en los cuales tienen lugar. Por ejemplo, en aquellos donde la escritura está poco extendida, no hay médiums escribientes; en los otros abundan. En otra parte hay ruidos más a menudo y movimientos que comunicaciones inteligentes, porque éstas son menos estimadas y buscadas.
18. ¿Por qué las apariciones tienen más bien lugar por la noche? ¿No sería esto un efecto del silencio y de la obscuridad sobre la imaginación? Por la misma razón que la obscuridad os hace ver durante la noche las estrellas que no veis en pleno día. La gran claridad puede borrar una aparición ligera; pero es un error creer que la noche sirva en cuanto a eso para alguna cosa. Preguntad a todos aquellos que las han tenido y veréis que la mayor parte las han visto de día.
Observación. – Los hechos de apariciones son mucho más frecuentes y generales de lo que se cree; pero muchas personas no los confiesan por temor al ridículo, otros los atribuyen a la ilusión. Si parecen más multiplicados en ciertos pueblos, esto proviene de que se conservan en ellos más cuidadosamente las tradiciones verdaderas o falsas, casi siempre abultadas por el atractivo de lo maravilloso, a que se presta más o menos el aspecto de las localidades; la credulidad hace entonces ver efectos sobrenaturales en los fenómenos más vulgares; el silencio de la soledad, la escabrosidad de los torrentes, el mugido del bosque, las ráfagas de la tempestad, el eco de las montañas, la forma fantástica de las nubes, las sombras, las ilusiones ópticas, todo, en fin, se presta para ilusionar a imaginaciones sencillas y cándidas, que cuentan de buena fe lo que han visto, o lo que han creído ver. Pero al lado de la ficción hay la realidad; el estudio formal del Espiritismo conduce a separar de la realidad todos los accesorios ridículos de la superstición.
19. ¿La visión de los Espíritus se produce en estado normal o solamente en un estado extático? Puede tener lugar en las condiciones perfectamente normales; sin embargo, las personas que los ven están muchas veces en un estado particular muy cerca del éxtasis que les da una especie de doble vista (El libro de los Espíritus, núm. 447).
20. Aquellos que ven a los Espíritus ¿los ven por los ojos? Ellos lo creen; pero en realidad el alma es la que ve, y lo que lo prueba es que pueden verse con los ojos cerrados.
21. ¿Cómo puede el Espíritu hacerse visible? El principio es el mismo que el de todas las manifestaciones, tiende a las propiedades del periespíritu, que puede sufrir diversas modificaciones a gusto del Espíritu.
22. El Espíritu propiamente dicho ¿puede hacerse visible o bien no lo puede sino con la ayuda del periespíritu? En vuestro estado material, los Espíritus solo pueden manifestarse con la ayuda de su envoltura semimaterial; es el intermediario por el cual obran sobre vuestros sentidos. Bajo esta envoltura aparecen algunas veces con una forma humana o cualquier otra, ya sea en sueños, ya sea en estado de vigilia, lo mismo a la luz que en la obscuridad.
23. ¿Se podría decir que es por condensación del fluido del periespíritu que el Espíritu se hace visible? Condensación no es la palabra; más bien es una comparación que puede ayudar a haceros comprender el fenómeno, porque realmente no hay condensación. Por la combinación de los fluidos, se produce en el periespíritu una disposición particular que no tiene analogía para vosotros y que lo hace perceptible.
24. Los Espíritus que aparecen ¿no pueden tocarse nunca y son siempre inaccesibles al tacto? En su estado normal son impalpables, como cuando se sueña. Sin embargo pueden hacer impresión en el tacto y dejar trazas de su presencia, y aun en ciertos casos venir a ser momentáneamente tangibles, lo que prueba que entre ellos y vosotros hay una materia.
25. ¿Todos son aptos para ver los Espíritus? Durante el sueño, sí, pero no en estado de vigilia. En el sueño el alma ve sin intermediario; en la vigilia está siempre más o menos sujeta a la influencia de los órganos; por esto las condiciones no son siempre las mismas.
26. ¿De qué proviene la facultad de ver los Espíritus durante la vigilia? Esta facultad depende del organismo; proviene de la facilitad más o menos grande que tiene el fluido del vidente para combinarse con el del Espíritu. Así no basta al Espíritu querer mostrarse; es preciso, además, que encuentre en la persona a la cual quiere hacerse ver, la aptitud necesaria. –
¿Esta facultad puede desenvolverse con el ejercicio? Lo puede como todas las otras facultades; pero es una de aquellas de las cuales vale más esperar el desenvolvimiento natural que provocarle, por el temor de sobreexcitar la imaginación. La visión general y permanente de los Espíritus es excepcional, y no está en las condiciones normales del hombre.
27. ¿Se puede provocar la aparición de los Espíritus? Se puede algunas veces, pero muy raramente; es casi siempre espontánea. Para esto es menester estar dotado de una facultad especial.
28. ¿Los Espíritus pueden hacerse visibles bajo otra apariencia que la forma humana? La forma humana es la forma normal; el espíritu puede variar su apariencia, pero siempre es el tipo humano.
–¿No pueden manifestarse bajo la forma de una luz? Pueden producir llamas, luces, como cualesquiera otros efectos, para atestiguar su presencia; pero estas cosas no son los mismos Espíritus. La llama muchas veces sólo es una ilusión ópitica o una emanación del periespíritu; en todos los casos no es más que una parte de éste; el periespíritu no aparece entero sino en las visiones.
29. ¿Qué pensaremos de la creencia que atribuye los fuegos fatuos a la presencia de almas o Espíritus? Superstición producida por la ignorancia. La causa física de los fuegos fatuos es bien conocida.
– La llama azul que apareció, según se dice, sobre la cabeza del niño Servius Tullius, ¿es una fábula o una realidad? Era real; fue producida por el Espíritu familiar que quería advertir a la madre. Esta madre, médium vidente, había apercibido un rayo del Espíritu protector de su hijo. Todos los médiums videntes no ven al mismo grado, así como vuestros médiums escribientes no escriben todos la misma cosa. Mientras que esta madre sólo veía una llama, otro médium hubiese podido ver el mismo cuerpo del Espíritu.
30. ¿Los Espíritus podrían presentarse bajo la forma de animales? Puede suceder; pero los que tomen estas apariencias son siempre Espíritus muy inferiores. En todos los casos esto sólo sería una apariencia momentánea; porque sería absurdo el creer que un animal cualquiera pudiese ser la encarnación real de un Espíritu. Los animales son siempre animales y no otra cosa.
Observación. – Sólo la superstición puede hacer creer que ciertos animales están animados por Espíritus; es preciso una imaginación muy complaciente, o bien afectada, para ver alguna cosa sobrenatural en circunstancias un tanto extravagantes, con las cuales se presentan algunas veces; pero el miedo hace ver con frecuencia lo que no existe. El miedo no siempre es el origen de esta idea; hemos conocido una señora muy inteligente por cierto, que se aficionó más de lo regular a un gatazo negro, porque le creía de una naturaleza “sobreanimal”; pero no había oído jamás hablar del Espiritismo; si lo hubiera conocido, le habría hecho comprender lo ridículo de la causa de su predilección, probándole la imposibilidad de semejante metamorfosis.
Ensayo teórico sobre las apariciones
Creeríamos hacer injuria al buen sentido de nuestros lectores procurando refutar lo que hay de absurdo y ridículo en lo que vulgarmente se llama la interpretación de los sueños.
Pudiendo tomar todas las apariencias, el Espíritu se presenta bajo aquella que mejor puede hacerle conocer si tal es su deseo. De este modo, aun cuando el Espíritu no tenga ningún defecto corporal, se manifestará estropeado, cojo, jorobado, herido, con cicatrices, si esto es necesario para justificar su identidad. Esopo, por ejemplo, como Espíritu no es deforme; pero si se le evoca, aunque Esopo hubiera tenido después muchas existencias aparecerá feo y jorobado, con el traje tradicional. Una cosa notable es que a menos de circunstancias particulares, las partes menos dibujadas son los miembros inferiores; mientras que la cabeza, el tronco, los brazos y las manos, se presentan siempre claramente. Tampoco casi nunca se les ve andar, sino deslizarse como sombras. En cuanto al traje, ordinariamente se compone de un ropaje terminando en largos pliegues flotantes; la apariencia de los Espíritus que no han conservado nada de las cosas terrestres, es al menos con una cabellera ondulante y graciosa; pero los Espíritus vulgares, aquellos que se han conocido, tienen generalmente el traje que tenían en el último periodo de su existencia. Muchas veces tienen atributos característicos de su elevación, como una aureola o alas para aquellos que puedan considerarse como ángeles mientras que otros llevan los que recuerdan sus ocupaciones terrestres; de este modo un guerrero podrá aparecerse con su armadura, un sabio con sus libros, un asesino con un puñal, etc. Los Espíritus superiores tienen una figura bella, noble y serena; los más inferiores tienen algo de feroz y bestial, y algunas veces llevan aún las señales de los crímenes que han cometido o de los suplicios que han sufrido. La cuestión del traje y de todos estos objetos accesorios puede que sea la que más admira; volveremos a ella en un capítulo especial, porque tiene relación con otros hechos más importantes.
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* Entre otros el Sr. Home.
Espíritus glóbulos
El aire no tiene siempre una limpieza absoluta y hay circunstancias en que las corrientes de las moléculas aeriformes y su agitación producida por el calor se hacen perfectamente visibles. Algunas personas han tomado esto por masas de Espíritus agitándose en el espacio; basta indicar esta opinión para refutarla. Pero he aquí otro género de ilusión no menos extravagante contra la cual conviene estar prevenido.
El humor acuoso del ojo ofrece puntos apenas perceptibles que han perdido su transparencia. Estos puntos son como cuerpos opacos suspendidos en el líquido cuyos movimientos siguen. Estos producen en el aire ambiente y a distancia, por efecto del aumento y de la refracción, la apariencia de pequeños discos, variando de uno a diez milímetros de diámetro, y parecen mecerse en la atmósfera. Hemos visto personas que tomaban estos discos por Espíritus que les seguían y les acompañaban por todas partes, y en su entusiasmo tomar por figuras los matices de la irisación, lo que es casi tan racional como ver una figura en la luna. Una simple observación suministrada por estas mismas personas les conducirá sobre el terreno de la realidad.
Estos discos o medallones, dicen ellos, no sólo le acompañan, sino que siguen todos sus movimientos; van a derecha e izquierda, suben, bajan o se detienen según el movimiento de cabeza. Eso no debe causar admiración, puesto que si el sitio de la apariencia está en el globo del ojo, debe seguir sus movimientos. Si fueran Espíritus sería preciso convenir que estarían demasiado sujetos a un papel muy mecánico para seres inteligentes y libres, tarea harto fastidiosa, aun para Espíritus inferiores, con más fuerte razón incompatible con la idea que nos formamos de los Espíritus superiores. Es verdad que algunos toman por Espíritus malos puntos negros o moscas amauróticas. Estos discos, lo mismo que las manchas negras, tienen un movimiento ondulatorio que no se aparta jamás de la amplitud de un cierto ángulo, y lo que contribuye a la ilusión es que no siguen bruscamente los movimientos de la línea visual. La razón de esto es muy sencilla. Los puntos opacos del humor acuoso, causa primera del fenómeno, hemos dicho que están como suspendidos y tienen siempre una tendencia a descender; cuando suben están incitados por el movimiento del ojo de abajo arriba; pero llegados a cierta altura, si se fija el ojo, los discos, después de detenerse descienden por sí mismos. Su movilidad es extrema, porque basta un movimiento imperceptible del ojo para hacerles cambiar de dirección y hacerles recorrer rápidamente toda la amplitud del arco en el espacio en que se produce la imagen. Hasta tanto que no se pruebe que una imagen posee un movimiento propio, espontáneo e inteligente, no puede considerarse sino como un simple fenómeno óptico o fisiológico.
Lo mismo puede decirse con respecto de las lucecitas que se producen algunas veces en gavillas o manojos más o menos compactos por la contracción de los músculos del ojo y que son probablemente debidas a la electricidad fosforescente del iris, puesto que están generalmente circunscriptas a la circunferencias del disco de este órgano.
Semejantes ilusiones no pueden ser otra cosa que el resultado de una observación incompleta. Cualquiera que haya estudiado seriamente la naturaleza de los Espíritus por todos los medios que da la ciencia práctica, comprenderá todo lo pueril de estas ilusiones. Tanto como combatimos las teorías atrevidas, por las cuales se atacan las manifestaciones, cuando estas teorías están basadas sobre la ignorancia de los hechos, otro tanto debemos procurar destruir las ideas falsas que prueban más entusiasmo que reflexión, y que por esto mismo hacen más mal que bien entre los incrédulos, ya tan dispuestos a buscar la parte ridícula.
Teoría de la alucinación
La óptica y la fisiología parece que no tienen ya secretos para ellos. ¿Cómo es que no han explicado aún la naturaleza y el origen de las imágenes que se presentan al Espíritu en ciertas circunstancias?
Quieren explicarlo todo por las leyes de la materia, conforme; que den, pues, por estas leyes una teoría de la alucinación; buena o mala, siempre sería una explicación.
Los sabios han desdeñado ocuparse de la alucinación; que sea real o no, no deja de ser un fenómeno que la fisiología debe poder explicar, bajo pena de confesar su insuficiencia. Si algún día un sabio se empeña en dar, no una definición, entendámonos bien, sino una explicación fisiológica de ella, veremos si su teoría resuelve todos los casos; que no omita sobre todo los hechos tan comunes de apariciones de personas en el momento de su muerte; que diga de dónde viene la coincidencia de la aparición con la muerte de la persona. Si esto fuese un hecho aislado, se podría atribuir a la casualidad; pero como es muy frecuente, la casualidad no tiene estas reincidencias. Además, si aquel que ve la aparición tenía la imaginación afectada por la idea que la persona debía morir, podría pasar; pero la que aparece es lo más a menudo aquello en que menos se piensa: luego la imaginación no toma parte en esto para nada. Por la imaginación pueden explicarse menos aún las circunstancias de la muerte de la cual no se tiene ninguna idea. Los alucinacionistas dirán, acaso, que el alma (si es que la admiten), tiene momentos de sobreexcitación en que sus facultades están exaltadas. Estamos acordes; pero cuando lo que ve es real, no es una ilusión. Si en su exaltación el alma ve una cosa que no está presente, es, pues, que se transporta; pero si nuestra alma puede transportarse hacia una persona ausente ¿por qué el alma de esa persona no puede transportarse hacia nosotros? Que en su teoría de la alucinación tomen en cuenta estos hechos y no olviden que una teoría a la cual se pueden oponer hechos contrarios, es necesariamente falsa e incompleta.
Esperando su explicación, vamos a ensayar emitir algunas ideas con este objeto.
-¿Las visiones son siempre reales y no son alguna veces el efecto de la alucinación? ¿Cuándo se ve, en sueños o de otro modo, al diablo, por ejemplo, u otras cosas fantásticas que no existen, no es esto un producto de la imaginación?
Sí, algunas veces, cuando se está afectado por ciertas lecturas, o por historias de diabluras que impresionan, se recuerda, y se cree ver lo que no existe. Pero hemos dicho también que el Espíritu, bajo su envoltura semimaterial, puede tomar toda clase de formas para manifestarse. Un Espíritu burlón puede, pues, aparecer con cuernos y garras si le place, a fin de divertirse con la credulidad, como un buen Espíritu puede mostrarse con alas y una figura radiante.
– ¿Se pueden considerar como apariciones las figuras y otras imágenes que se presentan muchas veces cuando uno está medio dormido, o simplesmente cuando se nos cierran los ojos?
Desde que los sentidos se embotan, el Espíritu se desprende y puede ver de lejos o de cerca lo que no podría ver con los ojos. Estas imágenes son muchas veces visiones, pero pueden ser también un efecto de las impresiones que la vista de ciertos objetos ha dejado en el cerebro, cuyas señales conserva como conserva la de los sonidos. El espíritu desprendido ve entonces en su propio cerebro estas señales qué se han fijado en él como sobre una plancha de daguerrotipo. Su variedad y su mezcla forman conjuntos extravagantes y fugitivos que se borran casi repentinamente a pesar de los esfuerzos que se hacen para retenerlos. Es preciso atribuir a una causa semejante ciertas apariciones fantásticas que no tienen nada de real, y que se producen muchas veces en estado de enfermedad.
Es un hecho constante que la memoria es el resultado de las impresiones conservadas por el cerebro; ¿por qué singular fenómeno estas impresiones tan variadas y tan múltiples no se confunden? Este es un misterio impenetrable, pero que no es más extraño que el de las ondulaciones sonoras que se cruzan en el aire y no quedan menos claras. En un cerebro sano y bien organizado estas impresiones son claras y precisas; en un estado menos favorable se borran y confunden; de ahí la pérdida de memoria o la confusión de ideas. Esto parece, además, menos extraordinario, si se admite como en frenología un destino especial a cada parte, y aun a cada fibra del cerebro.
Llegadas las imágines al cerebro por los ojos, dejan en él una impresión que hace que se recuerde un cuadro como si se tuviese delante, pero esto es sólo cuestión de memoria, porque no se le ve; pues en cierto estado de emancipación, el alma ve en el cerebro y encuentra en él estas imágenes, aquellas sobre todo que le han afectado más, según la naturaleza de las preocupaciones o las disposiciones del Espíritu; así es como encuentra en él la impresión de las escenas religiosas, diabólicas, dramáticas, mundanas, figuras de animales raros, que ha visto en pintura en otra época o aun en cuentos, porque los cuentos dejan también impresiones. De este modo el alma ve realmente pero sólo ve una imagen daguerrotipada en el cerebro. En el estado normal estas imágenes son fugitivas y efímeras, porque todas las partes cerebrales funcionan libremente, pero en el estado de enfermedad, el cerebro está siempre más o menos debilitado, el equilibrio no existe entre todos los órganos; algunos solamente conservan su actividad, mientras que otros están de algún modo paralizados; de ahí la permanencia de ciertas imágenes que no están ya borradas como en el estado normal por las preocupaciones de la vida exterior. Esa es la verdadera alucinación y la causa primera de las ideas fijas.
Como se ve, hemos dado cuenta de esta anomalía por una ley enteramente fisiológica bien conocida, la de las impresiones cerebrales, pero nos ha sido siempre preciso hacer intervenir el alma; pues si los materialistas no han podido dar todavía una solución satisfactoria de este fenómeno, consiste en que no quieren admitir el alma. También dirán que nuestra explicación es mala, porque ponemos por principio lo que se ha cuestionado. ¿Por quién? Por ellos, pero admitido por la inmensa mayoría desde que hay hombres sobre la tierra, y la negación de algunos no puede hacer ley.
¿Nuestra explicación es buena? La damos por lo que pueda valer a falta de otra, y si se quiere a título de simple hipótesis, esperándola mejor. Tal como es, ¿da razón de todos los casos de visión? Ciertamente que no, y desafiamos a todos los fisiologistas a que den una sola a su punto de vista exclusivo que los resuelva todos; porque cuando han pronunciado sus palabras sacramentales de sobrexcitación y de exaltación no han dicho nada; luego si todas las teorías de la alucinación son insuficientes para explicar todos los hechos, es que hay otra cosa más que la alucinación propiamente dicha. Nuestra teoría sería falsa si la aplicábamos a todos los casos de visión, porque habría algunos de estos que vendrían a contradecirla; puede ser justa si se concreta a ciertos hechos.
CAPÍTULO VII - BICORPOREIDAD Y TRANSFIGURACIÓN
Apariciones de Espíritus de personas vivas
117. Sin embargo, he aquí otro hecho más característico, y nos alegraríamos al ver cómo podría explicarse por el solo juego de la imaginación.
Un caballero habitante en provincia no había querido jamás casarse, a pesar de las instancias de su familia. Se le había insistido notablemente a favor de una persona que residía en una ciudad vecina, y que él no había visto nunca. Un día, estando en su cuarto, se admiró al verse en presencia de una joven vestida de blanco y la cabeza adornada con una corona de flores. Le dijo que era su desposada; le tendió la mano, que tomó, y en la cual vio un anillo. Al cabo de algunos instantes todo desapareció. Sorprendido de esta aparición, y asegurándose que se hallaba bien despierto, se informó si alguien había venido aquel día, pero se le contestó que no se había visto a nadie. Un año después, cediendo a las nuevas instancias de una parienta, se decidió ir a ver a la que se le proponía. Llegó el día de Corpus; volviendo de la procesión, una de las primeras personas que se presentó a su vista entrando en la casa fue una joven que reconoció por la que se le había aparecido, vestida de la misma manera, porque el día de la aparición era también el del Corpus. Quedó anonadado, y por su parte la joven dio un grito de sorpresa y se puso enferma. Vuelta en sí, dijo que había visto a este caballero en semejante día del año precedente. Se efectuó el casamiento. Esto ocurrió hacia el año de 1835; en aquella epoca no se trataba de Espíritus, y por otra parte uno y otro son personas de un positivismo extremo y de una imaginación nada exaltada.
Puede ser que se diga que uno y otro tenían el Espíritu afectado con la idea de la unión propuesta, y que esta preocupación determinó una alucinación; pero es preciso no olvidar que el marido era tan indiferente a esto, que estuvo un año sin ir a ver a su pretendida. Aun admitiendo esta hipótesis, quedaría por explicar la doble aparición, la coincidencia del traje con el día de Corpus y, en fin, el reconocimiento físico entre personas que no se había visto jamás, circunstancias que no pueden ser producto de la imaginación.
Hombres dobles. – San Alfonso de Ligori, y San Antonio de Padua
San Alfonso de Ligorio fue canonizado antes del tiempo exigido, por haberse mostrado simultáneamente en dos parajes diferentes, lo que pasó por un milagro.
San Antonio de Padua estaba en España, y al mismo tiempo que predicaba, su padre, que estaba en Padua, iba al suplicio acusado de un asesinato. En este momento aparece San Antonio, demuestra la inocencia de su padre y hace reconocer al verdadero criminal, quien más tarde sufrió el castigo. Se probó que en el mismo momento. San Antonio no había salido de España.
Habiendo sido evocado San Alfonso, e interrogado por nosotros acerca del hecho arriba manifestado, contestó lo que sigue:
1. ¿Podría explicarnos este fenómeno? Sí; el hombre, cuando está completamente desmaterializado por su virtud, y que ha elevado su alma hacia Dios, puede aparecer en dos parajes a la vez. He aquí cómo. El Espíritu encarnado, sintiendo venir el sueño, puede pedir a Dios transportarse a un lugar cualquiera. Su Espíritu o su alma, como queráis llamarla, abandona entonces su cuerpo seguido de una parte de su periespíritu, y deja la materia inmunda en un estado vecino a la muerte. Digo vecino a la muerte porque queda en el cuerpo un lazo que une el periespíritu y el alma a la materia, y este lazo no puede ser definido. El cuerpo aparece en este estado al paraje que se le ha llamado. Creo que es todo lo que deseáis saber.
2. Esto no nos da la explicación de la visibilidad y tangibilidad del periespíritu. El Espíritu, encontrándose separado de la materia según su grado de elevación puede hacerse tangible a la materia.
3. ¿El sueño del cuerpo es indispensable para que el Espíritu aparezca en otros parajes? El alma puede dividirse, cuando se siente transportada a un lugar diferente de aquel en que se encuentra el cuerpo. Puede acontecer que el cuerpo no duerma, aunque esto sea muy raro, pero entonces el cuerpo no está jamás en un estado perfectamente normal, está siempre en un estado más o menos extático.
Observación. – El alma no se divide en el sentido literal de la palabra; irradia por diferentes lados, y es así como puede manifestarse sobre muchos puntos sin estar dividida; es lo mismo que una luz que pueda simultáneamente reflejarse en muchos espejos.
4. ¿Qué le acontecería a un hombre si se le despertase bruscamente en el mismo momento que, sumergido en el sueño, su Espíritu apareciese en otra parte? Esto no sucederá, porque si alguno tenía la intención de despertarle, volvería el Espíritu al cuerpo y prevendría la intención, atendido que el Espíritu lee el pensamiento.
Se nos ha dado varias veces una explicación completamente idéntica, por el Espíritu de personas muertas o vivas. San Alfonso explica el hecho de la doble presencia, pero no da la teoría de la visibilidad y tangibilidad.
Vespasiano
Estos prodigios redoblaron en Vespasiano el deseo de visitar el lugar sagrado de Dios, para consultarle los asuntos del imperio. Ordenó que el templo se cerrarse para todo el mundo; luego que hubo entrado en él y fijado su atención en lo que iba a pronunciar el oráculo, percibió detrás de él uno de los principales egipcios, nombrado Basilide, que sabía estaba detenido por enfermo a muchas jornadas de Alejandría. Se informó de los sacerdotes si Basilide había venido al templo en este día; se enteró por los demás si se le había visto en la ciudad; en fin, envió hombres a caballo y se aseguró que en dicho momento estaba a ochenta millas de distancia. Entonces no dudó ya que la visión fuese sobrenatural, y el nombre de Basilide le sirvió para él de oráculo. (Tácito, Historias, Lib. IV, cap. 81 y 82, traducción de Burnouf).
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* Véase la Revista Espírita, enero de 1859, “El Duende de Bayona”; febrero 1859, “Los no engendrados, Mi amigo Hermann”; mayo 1859; “El Lazo entre el Espíritu y el cuerpo”; noviembre 1859, “El alma errante”; enero 1860, “El Espíritu de un lado y el cuerpo de otro”; marzo 1860, “Estudio sobre el Espíritu de las personas vivas: El doctor V. y la señora I”.; abril 1860, “El fabricante de San Petersburgo”; “Apariciones tangibles”; noviembre 1860; “Historia de María de Agreda”; julio 1861, “Una aparición providencial”.
Transfiguración
Está admitido en principio que el Espíritu puede dar a su periespíritu todas las apariencias; que por una modificación en la disposición molecular puede darle la visibilidad, la tangibilidad y, por consecuencia, la opacidad; que el periespíritu de una persona viva, aislada del cuerpo, puede sufrir las mismas transformaciones; que este cambio de estado se opera por la combinación de los fluidos. Figurémonos ahora el periespíritu de una persona viva, no aislada, sino irradiando alrededor del cuerpo de manera que lo envuelva con una especie de vapor; en este estado puede sufrir las mismas modificaciones que si estuviese separado del cuerpo; si pierde su transparencia, el cuerpo puede desaparecer, venir a ser invisible y estar velado como si estuviese metido en una densa niebla. Podrá también cambiar de aspecto, volverse resplandeciente si tal es la voluntad o el poder del Espíritu. Otro Espíritu, combinando su propio fluido con el primero, puede sustituirle con su propia apariencia; de tal modo que el cuerpo real desaparezca bajo una envoltura fluídica exterior, cuya apariencia puede variar a gusto del Espíritu. Tal parece ser la verdadera causa del extraño y raro fenómeno, preciso es decirlo así, de la transfiguración. En cuando a la diferencia del peso, se explica de la misma manera que para los cuerpos inertes. El peso intrínseco del cuerpo no ha variado porque la cantidad de materia no ha aumentado; sufre, sí, la influencia de un agente exterior que puede aumentar o disminuir el peso relativo, como lo hemos explicado más arriba, números 78 y siguientes. Es, pues, probable que si la transfiguración hubiese tenido lugar bajo el aspecto de un niño, el peso hubiera disminuido a proporción.
Invisibilidad
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* Del griego a privatif, et géine, geinomai engendrar; que no ha sido engendrado.
CAPÍTULO VIII - LABORATORIO DEL MUNDO INVISIBLE
Trajes de los Espíritus. – Formación espontánea de objetos tangibles. – Modificación de las propiedades de la materia.
1. Hemos citado un caso de aparición del Espíritu de una persona viva. Este Espíritu tenía una caja de tabaco y tomaba polvo. ¿Sentía, efectivamente, la impresión del que toma povo en realidad? No.
2. Esta caja de tabaco tenía la misma forma que la que él usaba ordinariamente y que estaba en su casa. ¿Qué era, pues, la caja de tabaco que tenía este hombre en sus manos? Una apariencia; sucedió de este modo para que notase la circunstancia, como lo ha sido, y que la aparición no se tomase por una alucinación producida por el estado de salud del vidente. El Espíritu quería que esta señora creyese en la verdad de su presencia, y tomó todas las apariencias de la realidad.
3. Decís que fue una apariencia; pero una apariencia nada tiene de real, es como una ilusión de óptica; nosotros quisiéramos saber: ¿esta caja de tabaco sólo era una imagen sin realidad, o tenía alguna cosa de material? Ciertamente: con ayuda de este principio material es como periespíritu toma la apariencia de vestidos semejantes a los que llevaba el Espíritu cuando vivía. Observación. – Es evidente que en este caso la palabra apariencia debe tomarse en el sentido de aspecto, imitación. La casa de tabaco real no estaba allí; la que tenía el Espíritu sólo fue la representación: era, pues, una apariencia comparada con el original, aunque formada de un principio material. La experiencia nos enseña que no es necesario tomar siempre a la letra ciertas expresiones empleadas por los Espíritus; interpretándolas según nuestras ideas, nos exponemos a grandes equivocaciones por esto es menester profundizar el sentido de la palabra siempre que presenta la menor ambigüedad; esta recomendación nos la hacen constantemente los mismos Espíritus. Sin la explicación que hemos provocado, la palabra apariencia constantemente reproducida en casos análogos, podía dar lugar a una falsa interpretación.
4. ¿Acaso sería doble la materia inerte? ¿Y habría en el mundo de los Espíritus una materia esencial que revistiera la forma de los objetos que vemos? En una palabra, ¿estos objetos tendrían su doble etéreo en el mundo invisible, así como los hombres están representados en él por los Espíritus? Esto no se opera de este modo; el Espíritu tiene sobre los elementos materiales esparcidos por todas partes en el espacio y en vuestra atmósfera, una potencia que estáis lejos de adivinar. Puede a su gusto concentrar estos elementos y darles la forma aparente acomodada a sus proyectos. Observación. – Esta cuestión como hemos visto, era la traducción de nuestro pensamiento, esto es, de la idea que nos habíamos formado sobre la naturaleza de estos objetos. Si las respuestas fuesen como algunos lo pretenden, el reflejo del pensamiento, hubiéramos obtenido la confirmación de nuestra teoría, en lugar de una teoría contraria.
5. Os haré la pregunta de nuevo de una manera categórica, a fin de evitar todo equívoco. ¿Los vestidos con que se cubren los Espíritus son alguna cosa? Me parece que mi respuesta precedente resuelve la cuestión. ¿No sabéis que el mismo periespíritu es también algo?
6. Resulta de esta explicación que los Espíritus hacen sufrir a la materia etérea transformaciones a su gusto y que de este modo, por ejemplo, se hizo la caja de tabaco; el Espíritu no la encontró hecha, sino que la hizo él mismo en el momento que la necesitaba, por un acto de su voluntad, y que pudo deshacerla; lo mismo debe ser en cuanto a los otros objetos, tales como vestido, joyas, etc. Esto es evidente.
7. Esta caja de tabaco fue visible para esta señora, al punto de hacerla ilusión. ¿Hubiera podido el Espíritu hacerla también tangible para ella? Lo hubiera podido.
8. ¿Si hubiese llegado el caso, hubiera podido tomarla en sus manos, creyendo tener una verdadera caja de tabaco? Sí.
9. ¿Si la hubiera abierto, probablemente habría encontrando tabaco; si lo hubiese tomado le hubiera hecho estornudar? Sí.
Modificación de las propiedades de la materia.
10. ¿El Espíritu puede, pues, dar no sólo la forma, sino las propiedades especiales? Si él lo quiere; y en virtud de este principio he respondido afirmativamente a las preguntas precedentes. Tendréis pruebas de la poderosa acción que ejerce el Espíritu sobre la materia, lo que estáis lejos de comprender, como os he dicho ya.
11. Supongamos, pues, que hubiera querido hacer una sustancia venenosa, y si una persona la hubiese tomado, ¿se hubiera envenenado? Lo hubiera podido, pero no lo hubiera hecho; no se le hubiese permitido.
12. ¿Podría haber hecho una sustancia saludable y propia para curar una enfermedad, y se ha presentado este caso? Sí, muy a menudo.
13. Entonces podría hacer una sustancia alimenticia; supongamos que hubiese hecho un fruto, un manjar cualquiera, ¿se hubiera podido comer y quedar saciado? Sí, sí; pero no investiguéis tanto para encontrar lo que es tan fácil de comprender. Basta un rayo de sol para hacer perceptibles a vuestros órganos groseros estas partículas materiales que llena el espacio en medio del cual vivís; ¿no sabéis que el aire contiene vapores de agua? condensadlos, los pondréis en el estado normal; privadles del calor y he aquí que esas moléculas impalpables e invisibles vienen a ser un cuerpo sólido y muy sólido, y muchas otras sustancias de las cuales los químicos os sacarán maravillas más admirables aún; sólo el Espíritu posee instrumentos más perfectos que los vuestros: la voluntad y el permiso de Dios. Observación. – La cuestión de saciedad es aquí muy importante. ¿Cómo una sustancia que no tiene sino una existencia y propiedades temporales y en algún modo de convención puede producir la saciedad? Esta sustancia por su contacto con el estómago, produce la sensación de saciedad, pero no la saciedad resultante de la plenitud. Si tal sustancia puede obrar sobre la economía y modificar un estado mórbido, puede del mismo modo obrar también sobre el estómago y en ello producir el sentimiento de la saciedad. Rogamos, sin embargo, a los señores farmacéuticos y fondistas que no conciban celos, ni crean que los Espíritus vengan a hacerles la competencia; estos casos son raros, excepcionales, y no despenden jamás de la voluntad; de otro modo se alimentaría y curaría a muy poco precio.
14. ¿Los objetos hechos tangibles por la voluntad del Espíritu, podrían tener un carácter de permanencia y de estabilidad, y venir a ser usuales? Esto se podría, pero no se hace; está fuera de las leyes.
15. ¿Todos los Espíritus tienen en el mismo grado el poder de producir objetos tangibles? Es cierto que cuanto más elevado está el Espíritu, más fácilmente lo obtiene; pero aun esto depende de las circunstancias; los Espíritus inferiores pueden obtener este poder.
16. ¿El Espíritu sabe siempre cómo produce ya sean sus vestidos, y sean los objetos de los cuales ofrece la apariencia? No; muchas veces concurre a su formación por un acto instintivo que él mismo no comprende, si no es bastante ilustrado para esto.
17. ¿Si el Espíritu puede tomar en el elemento universal los materiales para hacer todas estas cosas, darles una realidad temporal con sus propiedades, puede también sacar del él lo que necesite para escribir, y por consecuencia esto nos parece que da la llave del fenómeno de la escritura directa? ¡Por fin hemos llegado a donde queríais! Observación. – Aquí era en efecto adonde queríamos venir a parar con todas nuestras preguntas preliminares; la respuesta prueba que el Espíritu había leído nuestro pensamiento.
18. ¿Si la materia de que se sirve el Espíritu no tiene persistencia, cómo es que las señales de la escritura directa no desaparecen? No censuréis las palabras; en primer lugar que yo no he dicho: jamás; se trataba entonces de un objeto material voluminoso; ahora se trata de caracteres trazados que siendo útil conservarles se les conserva. He querido decir que los objetos compuestos de este modo por el Espíritu no podrían llegar a ser objetos usuales porque en realidad no hay agregación de materia como en vuestros cuerpos sólidos.
131. Esta teoría nos da la solución de un hecho bien conocido en magnetismo, pero hasta ahora inexplicable; el cambio de las propiedades del agua por la voluntad. El Espíritu que obra es el de magnetizador, lo más a menudo asistido por un Espíritu extraño; opera una transmutación con ayuda del fluido magnético que, como se ha dicho, es la sustancia que se aproxima más a la materia cósmica o elemento universal. Si puede operar una modificación en las propiedades del agua, puede igualmente producir un fenómeno análogo sobre los fluidos del organismo, y de ahí el efecto curativo de la acción magnética convenientemente dirigida.
Se sabe ya el papel capital que hace la voluntad en todos los fenómenos del magnetismo; pero ¿cómo se explica la acción material de un agente tan sutil? La voluntad no es un ser, una sustancia cualquiera, ni siquiera es una propiedad de la materia más etérea; la voluntad es el atributo esencial del Espíritu, esto es, del ser pensador. Con la ayuda de esta palanca obra sobre la materia elemental, y por una acción consecutiva reacciona sobre sus compuestos, cuyas propiedades íntimas pueden así ser transformadas.
La voluntad es el atributo del Espíritu encarnado y del Espíritu errante; de ahí la potencia del magnetizador, potencia que se sabe está en razón de la fuerza de voluntad. El Espíritu encarnado, pudiendo obrar sobre la materia elemental, puede igualmente variar las propiedades de ésta en ciertos límites; así es cómo se explica la facultad de curar por el contacto y la imposición de manos, facultad que algunas personas poseen en un grado más o menos grande. (Véase en el capítulo de los médiums el artículo relativo a los médiums curanderos. Véase también la Revista Espírita, julio de 1859, pág. 184 y 189: “El suabo de Margenta; un oficial del ejército en Italia”).
CAPÍTULO IX - DE LOS LUGARES FRECUENTADOS POR LOS ESPÍRITUS
1. ¿Los Espíritus sólo se apasionan de las personas o se aficionan también a las cosas? Esto depende de su elevación. Ciertos Espíritus pueden aficionarse a los objetos terrestres; los avaros, por ejemplo, que ocultaron sus tesoros y que nos están bastante desmaterializados, puede aún vigilarlos y guardarlos.
2. ¿Los Espíritus errantes tienen lugares de predilección? Esto reconoce el mismo principio. Los Espíritus que no tienen apego a la Tierra van a donde encuentran simpatías; vienen aquí atraídos más bien por las personas que por las cosas materiales; sin embargo los hay que, momentáneamente, pueden tener una preferencia por ciertos lugares, pero estos son generalmente Espíritus inferiores.
3. Una vez que el apego de los Espíritus por una localidad, es una señal de inferioridad ¿es igualmente una prueba de que son malos Espíritus? Seguramente que no; un Espíritu puede estar poco adelantado sin ser malo. ¿No sucede lo mismo entre los hombres?
4. La creencia de que los Espíritus frecuentan con preferencia las ruinas, ¿tiene algún fundamento? No; los Espíritus van a estos parajes como a todas partes; pero la imaginación, afectada por el aspecto lúgubre de ciertos lugares, atribuye a su presencia lo que muchas veces sólo es un efecto muy natural. ¡Cuántas veces el miedo ha hecho tomar la sombra de un árbol por un fantasma, el grito de un animal o el soplo del viento por alma en pena! Los Espíritus quieren la presencia de los hombres; por esta razón buscan con preferencia los parajes habitados que los lugares aislados.
– Sin embargo, según lo que sabemos de la diversidad de caracteres de los Espíritus, debe haber entre ellos misántropos que deben preferir la soledad. Por eso no he contestado de una manera absoluta a la pregunta; he dicho que pueden ir a los lugares desiertos lo mismo que por todas partes, y es muy evidente que los que quieren estar retirados es porque les gusta; pero esto no es una razón para que las ruinas sean forzosamente sus lugares predilectos; porque ciertamente hay muchos más en las ciudades y palacios que en el fondo de los bosques.
5. Las creencias populares tienen en general un fondo de verdad, ¿cual puede ser el origen de los lugares frecuentados por los Espíritus? El fondo de verdad es la manifestación de los Espíritus, en la cual el hombre ha creído en todo tiempo por instinto, pero, como he dicho, el aspecto de los lugares lúgubres afecta su imaginación, y, naturalmente, coloca en ellos los seres que mira como sobrenaturales. Esta creencia, que mira como supersticiosa, se conserva por las narraciones de los poetas y los cuentos fantásticos que se oyen desde la infancia.
6. ¿Los Espíritus que se reúnen tienen para esto días y horas de predilección? No; los días y las horas son los registros del tiempo para uso de los hombres y para la vida corporal, pero para nada sirven a los Espíritus; no lo necesitan ni le hacen caso.
7. ¿Cuál es el origen de la idea que los Espíritus vienen con preferencia durante la noche? La impresión producida sobre la imaginación por el silencio y la obscuridad. Todas estas creencias son supersticiones que el conocimiento razonado del Espiritismo debe destruir. Lo mismo sucede con respecto a los días y las horas que se cree serles más propicias; creedlo, a no dudar, que la influencia de media noche sólo ha existido en los cuentos.
–Siendo así, ¿por qué ciertos Espíritus anuncian su venida y sus manifestaciones para dicha hora y para días determinados, como por ejemplo del viernes? Estos son Espíritus que se aprovechan de la credulidad y se divierten. Por la misma razón los hay de ellos que dicen ser el diablo o se dan nombres infernales. Mostradles que no sois un juguete y no volverán.
8. ¿Los Espíritus vienen con preferencia a la tumba en que descansa su cuerpo? El cuerpo sólo fue un vestido; no piensan ya en la envoltura que les hizo sufrir como al prisionero sus cadenas. Sólo dan importancia a las personas que les son queridas.
–¿Las oraciones que se hacen sobre sus tumbas, le son, acaso, más agradables, y les traen allí con preferencia a otra parte? La oración es una evocación que atrae a los Espíritus, bien lo sabéis. La oración tiene tanta más acción cuanto más ferviente y más sincera es; pero ante una tumba venerada se está más recogido, y la conservación de las reliquias piadosas es un testimonio de afección para el Espíritu, y al cual es siempre sensible. El pensamiento es el que obra siempre sobre el Espíritu y no los objetos materiales; estos objetos tienen más influencia sobre aquel que ruega fijando en ellos su atención, que sobre el Espíritu.
9. Según eso, ¿la creencia en los lugares frecuentados por los Espíritus no parece absolutamente falsa? Hemos dicho que ciertos Espíritus pueden ser atraídos por las cosas materiales; pueden serlo por ciertos lugares que parece eligen para domicilio, hasta que cesan las circunstancias que les conducían a ellos.
–¿Cuáles son las circunstancias que pueden conducirles allí? Su simpatía por algunas de las personas que los frecuentan o el deseo de comunicarse con ellas. Sin embargo, sus intenciones no son siempre tan laudables; cuando son Espíritus malos pueden querer ejercer una venganza sobre ciertas personas de las que tienen quejas. La permanencia en un lugar determinado puede ser también, para algunos, un castigo que se les ha impuesto, sobre todo si han cometido en él algún crimen, a fin de que tengan constantemente este crimen ante los ojos. *
10. Los lugares frecuentados por los Espíritus ¿lo son siempre por los antiguos habitantes de estas moradas? Algunas veces, pero no siempre, porque si el antiguo habitante es un Espíritu elevado, no se acordará ya de su habitación terrestre, como tampoco de su cuerpo. Los Espíritus que frecuentan ciertos lugares no tienen muchas veces otros motivo que el del capricho, a menos que no sean atraídos a ellos por su simpatía hacia ciertas personas.
– ¿Pueden fijarse en ellos con la mira de proteger a una persona o a su familia? Seguramente, si son buenos Espíritus; pero en este caso nunca manifiestan su presencia por cosas desagradables.
11. ¿Hay algo de real en la historia de la dama Blanca? Es un cuento formado de mil hechos que son verdaderos.
12. ¿Es racional el temer los lugares frecuentadores por los Espíritus? No; los Espíritus que visitan ciertos lugares y arman en ellos ruido; más bien procuran divertirse a costa de la credulidad y del miedo que hacer mal. Por lo demás figuraos que hay Espíritus en todas partes, y que donde estéis lo tenéis sin cesar a vuestro lado, aun en las casas más pacíficas. Frecuentan muchas veces ciertas habitaciones, porque encuentran en ellas ocasiones de manifestar su presencia.
13. ¿Hay algún medio de expulsarlo? Sí, y lo más a menudo lo que se hace para esto, los atrae en lugar de alejarlos. El mejor medio de echar a los Espíritus malos es el atraer a los buenos. Atraed, pues, a los buenos Espíritus haciendo el mayor bien posible, y los malos se irán; porque el bien y el mal son incompatibles. Sed siempre buenos, y no tendréis más que buenos Espíritus a vuestro lado.
–¿Hay, sin embargo, personas muy buenas que son el blanco de los enredos de los Espíritus malos? Si estas personas son realmente buenas, puede ser que esto sea una prueba par ejercitar su paciencia y excitarles a ser todavía mejores; pero creed bien que no son los más virtuosos los que más hablan de la virtud. El que posee cualidades reales las ignora muchas veces él mismo o no habla de ellas.
14. ¿Qué creeremos en cuanto a la eficacia del exorcismo para echar los Espíritus malos de los lugares que frecuentan?
¿Habéis visto muchas veces que este medio haya tenido resultados? Por el contrario, ¿no habéis visto redoblar la zambra y el ruido después de las ceremonias del exorcismo? Es que se divierten cuando se les toma por el diablo.
Los Espíritus que no vienen con mala intención pueden también manifestar su presencia por el ruido y aun haciéndose visibles, pero nunca hacen ruido que incomode. Estos son muchas veces Espíritus que sufren y que podéis aliviar rogando por ellos; otras veces son Espíritus benévolos que quieren probaros que están cerca de vosotros, o en fin Espíritus ligeros que juguetean. Como los que turban el reposo por el rugido, son casi siempre Espíritus que se divierten, lo que mejor puede hacerse es reírse; ellos se cansarán si ven que no consiguen asustar ni impacientar. (Véase el capítulo V “Manifestaciones físicas espontáneas”).
Resulta de las referidas explicaciones que hay Espíritus que se aficionan a ciertas localidades y dan a ellas la preferencia, pero que no tienen por esto necesidad de manifestar su presencia por efectos sensibles. Un lugar cualquier puede ser la morada forzada o predilecta de un Espíritu, aún malo, sin que se haya producido en él ninguna manifestación.
Los Espíritus que se aficionan a las localidades o a las cosas materiales, no son jamás Espíritus superiores, pero sin ser superiores pueden no ser malos y no tener ninguna mala intención; algunas veces son comensales más útiles que dañosos, porque si se interesan por las personas, pueden protegerlas.
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* Véase la Revista Espírita, febrero de 1860: “Historia de un condenado.
CAPÍTULO X - NATURALEZA DE LAS COMUNICACIONES
NATURALEZA DE LAS COMUNICACIONES
Groseras
Frívolas
Formales
instructivas
CAPÍTULO XI - SEMASIOLOGÍA Y TYPTOLOGÍA
Lenguaje de los signos y de los golpes. – Typtología alfabética.
139. Las primeras manifestaciones inteligentes se obtuvieron por los golpes o la typtología. Este medio primitivo, que se resentía de la infancia del arte, no ofrecía más que recursos muy limitados, y en las comunicaciones estaba uno reducido a las respuestas por monosílabos de sí o no, con la ayuda de un número convenido de golpes. Se le perfeccionó más tarde, como hemos dicho. Los golpes se obtienen de dos maneras por médiums especiales; generalmente para este modo de operar es necesaria cierta aptitud para las manifestaciones físicas. La primera, que se podría llamar typtología por báscula, consiste en el movimiento de la mesa que se levanta de un lado y vuelve a caer golpeando con el pie. Basta para esto que el médium ponga la mano sobre el borde de la mesa; si desea entrar en conversación con un espíritu determinado, es menester hacer la evocación del mismo; en caso contrario el primero que llega es el que se presenta o el que tiene la costumbre de comunicarse. Conviniéndose, por ejemplo, en que un golpe quiera decir sí y dos golpes no, lo que es indiferente, se dirigen al Espíritu las preguntas que se desean; más adelante veremos las que no deben hacerse. El inconveniente está en la brevedad de las respuestas y en la dificultad de formular la pregunta de modo que conduzca al Espíritu a contestar un sí o un no. Supongamos que se pregunta al Espíritu: ¿Qué deseas? No podría responder sino por una frase; es preciso entonces decirle; ¿deseas tal cosa? No; ¿tal otra? Sí; y así sucesivamente.
140. Se debe observar que en el empleo de este medio, el Espíritu añade muchas veces una especie de mímica, esto es, que expresa la energía de la afirmación o de la negación por la fuerza de los golpes. Expresa también la naturaleza de los sentimientos que le animan; la violencia por lo brusco de los movimientos, la cólera e impaciencia, dando con fuerza golpes reiterados como una persona que patea con furia, echando algunas veces la mesa por el suelo. Si es benévolo y cortés, al principio y al fin de la sesión inclina la mesa en forma de saludo; si quiere ir directamente a una persona de la sociedad, dirige la mesa hacia ella con dulzura o violencia, según lo que quiere demostrar, afección o antipatía. Esto es, hablando con propiedad, la semasiología o lenguaje de los signos, como la typtología es el lenguaje de los golpes. He aquí un notable ejemplo de la espontaneidad de la semasiología:
Un caballero conocido nuestro, estando un día en su salón, donde muchas personas se ocupaban de manifestaciones, recibió a la sazón una carta nuestra. Mientras que la leía, el velador que servía para los experimentos se dirigió repentinamente hacia él. Acabada la lectura de la carta, fue a ponerla sobre una mesa en el otra extremidad del salón; el velador le siguió y se dirigió hacia la mesa en que estaba la carta. Sorprendido de esta coincidencia, pensó que había alguna relación entre este movimiento y la carta; interrogando el Espíritu respondió ser nuestro Espíritu familiar. Habiéndonos informado este caballero de esta circunstancia, suplicamos por nuestra parte a dicho Espíritu que nos dijera el motivo de la visita que había hecho, y respondió: “Es natural que vaya a ver las personas con las cuales estás en relación, a fin de dar, en caso necesario, los avisos convenientes tanto a los unos como a los otros”.
Es, pues, evidente, que el Espíritu quiso llamar la atención de este caballero, y buscaba una ocasión de hacerle saber que estaba allí. Un mudo no se hubiera explicado mejor.
144. Un aparato más sencillo, pero del cual la mala fe puede fácilmente abusar, como lo veremos en el capítulo de los fraudes, es el que nosotros designaremos bajo el nombre de Mesa Girardín, en recuerdo del uso que hacía de ella madama Emilia de Girardín en las numerosas comunicaciones que obtuvo como médium; porque madama Girardín, aun cuando era mujer de genio, tenia la debilidad de creer en los Espíritus y en sus manifestaciones. Este instrumento consiste en un sobrevelador movible, de treinta o cuarenta centímetros de diámetro, girando libre y fácilmente sobre su eje a manera de ruleta. Sobre la superficie y en la circunferencia están trazadas, como sobre un cuadrante, las letras, los números y las palabras si y no. Al centro hay una aguja fija. Colocando el médium sus dedos sobre el borde de la mesita, ésta gira y se detiene cuando la letra deseada está bajo la aguja. Se toma nota de las letras indicadas y se forman así bastante rápidamente las palabras y las frases.
Es de observar que la mesita no se escurre bajo los dedos, sino que los dedos quedan en ella aplicados siguiendo el movimiento de la mesita. Puede ser que un médium poderoso pudiese obtener un movimiento independiente, lo creemos posible, pero no hemos sido jamás testigos. Si la experiencia pudiera hacerse de esta manera, sería infinitamente más concluyente, porque apartaría toda posibilidad de superchería.
145. Nos queda por destruir un error bastante extendido, y que consiste en confundir a todos los Espíritus que se comunican por golpes con los Espíritus golpeadores. La typtología es un medio de comunicación como otro, y que no es más indigno de los Espíritus elevados que la escritura o la palabra. Todos los Espíritus, buenos o malos, pueden, pues, servirse de él como de los otros modos. Lo que caracteriza a los Espíritus superiores es la elevación del pensamiento y no el instrumento del que se sirven para transmitirlo; sin duda prefieren los medios más cómodos y sobre todo más rápidos; pero a falta de lápiz y papel, se servirán sin escrúpulo de la vulgar mesa parlante, y la prueba de esto es que se obtienen por este medio las cosas más sublimes. Si nosotros no nos servimos, pues, de ella, no es que la despreciemos, sino únicamente porque, como fenómeno, nos ha enseñado todo lo que podíamos saber, que no puede añadir nada a nuestras convicciones y que la extensión de las comunicaciones que recibimos exige una rapidez incompatible con la typtología.
Todos los Espíritus que golpean no son, pues, Espíritus golpeadores; este nombre debe quedar reservado para aquellos que se pueden llamar golpeadores de profesión, y que con ayuda de este medio se complacen en hace r jugarretas para divertir a una sociedad o vejar con su importunidad. De su parte puede esperarse algunas veces cosas espirituales pero nunca cosas profundas; así es que será perder el tiempo en dirigirles preguntas de cierto alcance científico o filosófico; su ignorancia y su inferioridad les han valido con justo título, de parte de otros Espíritus, la calificación de Espíritus titiriteros o saltimbanquis del mundo espiritista. Añadamos que si obran muchas veces por su propia cuenta son, a menudo también, instrumentos de que se sirven los Espíritus superiores cuando éstos quieren producir efectos materiales.
CAPÍTULO XII - PNEUMATOGRAFÍA O ESCRITURA DIRECTA. – PNEUMATOFONÍA
Escritura directa
146. La pneumatografía es la escritura producida directamente por el Espíritu, sin ningún intermediario; difiere de la psycografía en que ésta es la transmisión del pensamiento del Espíritu por medio de la escritura ejecutada por la mano del médium.
El fenómeno de la escritura directa es, sin contradicción, uno de los más extraordinarios del Espiritismo; pero por anómalo que parezca a primera vista, es hoy día un hecho verídico e incontestable. Si la teoría es necesaria para comprender la posibilidad de los fenómenos espiritistas en general, de seguro que lo es más aún en este caso uno de los más extraños que se hayan presentado hasta ahora, pero que cesa de parecer sobrenatural, desde que se comprende el principio.
En la primera revelación de este fenómeno, el sentimiento dominante fue el de la duda; la idea de una superchería vino pronto al pensamiento; en efecto, todo el mundo conoce la acción de las tintas llamadas simpáticas, cuyos caracteres, al principio completamente invisibles, aparecen al cabo de algún tiempo. Se podía, pues, haber abusado de la credulidad, y no afirmaremos que no se haya hecho nunca; estamos también convencidos de que ciertas personas, ya sea con un objeto mercenario, ya sea únicamente por amor propio y para hacer creer en su potencia, hayan empleado subterfugios. (Véase en el Cap. XXVIII “Fraudes Espíritas”).
Pero no porque pueda imitarse una cosa debe sacarse en consecuencia que la cosa no existe: esto sería un absurdo. ¿No se ha encontrado en estos últimos tiempos un medio de imitarse la lucidez de los sonámbulos, hasta el punto de hacer ilusión? ¿Y porque este procedimiento de escamoteador ha recorrido todas las ferias hemos de decir que no hay verdaderos sonámbulos? Porque ciertos taberneros vendan vinos adulterados ¿es una razón para que no haya vino puro? Lo mismo sucede en cuanto a la escritura directa; las precauciones para asegurarse de la realidad del hecho eran, además, sencillísimas y muy fáciles, y gracias a estas precauciones no se puede hoy día ser objeto de ninguna duda.
147. Puesto que la posibilidad de escribir sin intermediario es uno de los atributos del Espíritu, que los Espíritus han existido en todo tiempo y que han producido los diversos fenómenos que conocemos, han debido igualmente producir la escritura directa, en la antigüedad lo mismo que en nuestros días; y así es cómo se explica la aparición de las tres palabras en la sala del festín de Baltasar. La edad media, tan fecunda en prodigios ocultos, pero que fueron sofocados en las hogueras, debió conocer también la escritura directa, y quizá en la teoría de las modificaciones encontraríamos que los Espíritus pueden operar sobre la materia; en el capítulo VIII hemos explanado el principio de la creencia sobre la transmutación de los metales.
Cualesquiera que sean los resultados obtenidos en diversas épocas, sólo se ha tratado formalmente de la escritura directa, desde la vulgarización de las manifestaciones espiritistas. El primero que parece haberla hecho conocer en París en estos últimos años fue el señor Barón de Guldenstubbe, que publicó sobre este objeto una obra muy interesante, conteniendo gran número de facsímiles de las escrituras que obtuvo.* El fenómeno era ya conocido en América desde algún tiempo. La posición social del señor de Guldenstubbe, su independencia y la consideración de que goza en la sociedad más elevada, incontestablemente quitan toda sospecha de fraude voluntario, porque no puede moverle ninguna clase de interés. Todo lo más que podría creerse es que el mismo podía ser juguete de una ilusión; pero a esto responde perentoriamente el hecho de la obtención del referido fenómeno por otras personas con todas las precauciones necesarias para evitar toda superchería y toda causa que pudiese inducir a error.
148. La escritura directa se obtiene como en general la mayor parte de las manifestaciones espiritistas no espontáneas, por el recogimiento, la oración y la evocación. Se han obtenido muchas veces de estas en las iglesias, sobre las tumbas, al pie de las estatuas o de las imágenes de los personajes que se les llama; pero es evidente que la localidad no tiene otra influencia que provocar mayor recogimiento y concentración del pensamiento; porque está probado que se obtienen igualmente sin estos accesorios y en los parajes más vulgares, sobre un simple mueble doméstico, si uno se encuentra en las condiciones morales requeridas, y si se goza de la facultad mediúmnica necesaria.
Al principio se pretendía que era preciso colocar un lápiz con el papel; el hecho entonces podía explicarse hasta cierto punto. Se sabe que los Espíritus operan el movimiento y cambio de los objetos de un punto a otro, que los cogen y los lanzan algunas veces a través del espacio; podían, pues, del mismo modo coger el lápiz y servirse de él para trazar caracteres; ya que ellos dan el impulso por el intermediario de la mano del médium, de una tablita, etc., podían igualmente hacerlo de una manera directa. Pero no se tardó en reconocer que la presencia del lápiz no era necesaria, y que bastaba un simple pedazo de papel doblado o no, sobre el cual se encuentran, después de algunos minutos, caracteres trazados. Aquí el fenómeno cambia completamente la faz y nos pone en otro orden de cosas enteramente nuevo; estos caracteres se han trazado con alguna sustancia; desde el momento en que no se ha facilitado esta sustancia al Espíritu, debe, pues, haberla hecho él mismo, debe hacerla compuesto. ¿De dónde la ha sacado? Este es el problema.
Si nos queremos atener a las explicaciones dadas en el capítulo VIII, números 127 y 128, encontraremos allí la teoría completa de este fenómeno. En esta escritura, el Espíritu no se sirve ni de nuestras sustancias, ni de nuestros instrumentos; él mismo hace la materia y los instrumentos que le son necesarios, tomando sus materiales en el elemento primitivo universal, al cual hace experimentar, por su voluntad, las modificaciones necesarias para el efecto que quiere producir. Puede, pues, muy bien fabricar lápiz encarnado, tinta de imprenta o tinta ordinaria, así como lápiz negro, los mismo que presentar caracteres tipográficos bastante consistentes para dar un relieve al impreso, así como hemos visto de ello varios ejemplos. La hija de un caballero que conocemos, joven de doce a trece años, obtuvo páginas enteras escritas con una sustancia análoga al pastel.
149. Tal es el resultado a que nos ha conducido el fenómeno de la caja de tabaco referido en el capítulo VII, número 116, y sobre el cual nos hemos extendido largamente, porque hemos visto en aquél la ocasión de sondear una de las más graves leyes del Espiritismo, ley cuyo conocimiento puede ilustrar aún más de un misterio del mundo visible. Así es que de un hecho, vulgar en apariencia, puede salir la luz; todo consiste en observar con cuidado, y esto es lo que cada uno puede hacer como lo hemos hechos nosotros, si es que no quieren limitarse a ver efectos sin buscar sus causas. Si nuestra fe se afirma de día en día, es porque comprendemos; haced que os comprendan si queréis hacer prosélitos formales. La inteligencia de las causas tiene otro resultado, y es el de trazar la línea de demarcación entre la verdad y la superstición.
Si mirásemos la escritura directa desde el punto de vista de las ventajas que puede ofrecer, diríamos que hasta ahora su principal utilidad ha sido la prueba material de un hecho grave: la intervención de una potencia oculta que encuentra por este medio un nuevo modo de manifestarse. Pero las comunicaciones que se obtienen de este modo rara vez son extensas; generalmente son espontáneas y limitadas a palabras, sentencias, a menudo a signos ininteligibles; se han obtenido en todas las lenguas, en griego, en latín, en siríaco, en caracteres jeroglíficos, etc., pero no se han prestado todavía a estas conversaciones continuadas y rápidas que permite la psycografía o escritura por médiums.
Pneumatofonía
Será preciso, sin embargo, guardarse de tomar por voces ocultas todos los sonidos que no tienen causa conocida, o simples zumbidos de oídos, y sobre todo de creer que haya la menor verdad en la especie vulgar de que el oído que zumba nos advierte que se habla de nosotros en alguna parte. Esos zumbidos cuya causa es puramente fisiológica, no tienen, por otra parte, ningún sentido, mientras que los sonidos pneumatofónicos expresan pensamientos y sólo por esto se puede reconocer que son debidos a una causa inteligente y no accidental. Se puede tomar como principio que los efectos notoriamente inteligentes son los únicos que pueden atestiguar la intervención de los Espíritus; en cuanto a los otros hay al menos cien probabilidades contra una que se deben a causas fortuitas.
151. Acontece bastante a menudo que dormitando se oyen pronunciar palabras claras, nombres, algunas veces frases enteras, y bastante fuertes que nos despiertan con sobresalto. Aunque puede suceder que en ciertos casos sea esto una manifestación muy real, este fenómeno nada tiene que sea bastante positivo para que no se pudiese atribuir a una causa análoga a la que hemos manifestado en la teoría de la alucinación, capítulo VII, números 111 y siguientes. Además de que lo que se oye de esta manera, no tiene ninguna ilación; no sucede lo mismo cuando a uno se le despierta de repente, porque entonces si es un Espíritu quien se hace oír, casi siempre puede cambiar con él algunos pensamientos y mantener una conversación regular.
Los sonidos espiritistas o pneumatofónicos tienen dos maneras bien claras de producirse; algunas veces es una voz íntima que resuena en el interior; pero aunque las palabras sean claras y distintas, sin embargo nada tienen de material; otras veces son exteriores y tan distintamente articuladas, como si proviniesen de una persona que se tuviera a nuestro lado.
De cualquier manera que se produzca, el fenómeno de la pneumatofonía es casi siempre espontáneo y solo puede ser provocado con rareza.
CAPÍTULO XIII - PSYCOGRAFÍA
Psycografía indirecta: cestitas y tablitas
Psycografía directa o manual
CAPÍTULO XIV - DE LOS MÉDIUMS
1. Médiums de efectos físicos
Por lo mismo que estos fenómenos corresponden al orden moral, se debe evitar con un cuidado no menos escrupuloso todo lo que pueda sobreexcitar la imaginación. Se saben los accidentes que puede ocasionar el miedo, y se sería menos imprudente si se conocía todos los casos de locura y de epilepsia que tienen son origen en los cuentos de hechiceros y brujerías. ¿Qué sería, pues, si se persuadía que es el diablo? Los que difunden tales ideas no saben la responsabilidad que contraen: pueden matar. Pues el peligro no es sólo para el sujeto, es también para los que le rodean, que pueden asustarse pensando que su casa es una guarida de demonios. Esta funesta creencia es la que ha causado tantos actos atroces en los tiempos de ignorancia. Con un poco más de discernimiento, sin embargo, se hubiera podido pensar que quemando el cuerpo poseído por el diablo, no se quemaba al diablo. Puesto que querían deshacerse del diablo, a él era a quien se debía matar; la Doctrina Espírita ilustrándonos sobre la verdadera causa de estos fenómenos, les da el golpe de gracia. Lejos, pues, de avivar este pensamiento, es un deber de moralidad y de humanidad combatirle si existe.
Lo que es preciso hacer cuando una facultad semejante se desenvuelve espontáneamente en un individuo, es dejar al fenómeno seguir su curso natural: la Naturaleza es más prudente que los hombres; la Providencia, por otra parte, tiene sus miras, y el más pequeño puede ser instrumento de los más grandes designios. Pero es menester convenir en que este fenómeno adquiere algunas veces proporciones fatigosas e importunas para todos; * pero he aquí en todos los casos lo que deberá hacerse. En el cap. V., de las Manifestaciones físicas espontáneas hemos dado ya algunos consejos con este objeto, diciendo que es necesario procurar ponerse en relación con el Espíritu para saber de él lo que quiere. El siguiente medio está igualmente fundado sobre la observación.
Los seres invisibles que revelan su presencia por efectos sensibles son, generalmente, Espíritus de un orden inferior, y que se pueden dominar por el ascendiente moral; este ascendiente es el que es preciso tratar de adquirir.
Para obtener este ascendiente es menester hacer pasar al sujeto del estado de médium natural al de médium facultativo. Entonces se produce un efecto análogo al que tiene lugar en el sonambulismo. Se sabe que el sonambulismo natural cesa generalmente cuando se reemplaza por el sonambulismo magnético. No se detiene la facultad emancipadora del alma, se le da otro curso. Lo mismo es en cuanto a la facultad mediúmnica. A este efecto, en lugar de poner trabas a los fenómenos, lo que no se consigue fácilmente, y siempre sin peligro, es preciso excitar al médium a producirlos por su voluntad, imponiéndose al Espíritu; por este medio llega a dominarle, y de un dominador algunas veces tiránico hace un ser subordinado y a menudo muy dócil. Un hecho digno de observación y justificado por la experiencia es que en semejante caso un niño tiene tanta y muchas veces más autoridad que un adulto; nueva prueba en apoyo de este punto capital de la doctrina, que el Espíritu solo es niño por el cuerpo y que tiene por sí mismo un desenvolvimiento necesariamente anterior a su encarnación actual, desenvolvimiento que puede darle ascendiente sobre Espíritus que le son inferiores.
La moralización del Espíritu por los consejos de una tercera persona influyente y experimentada, si el médium no está en estado de hacerlo, es a menudo un medio muy eficaz; más adelante volveremos a esto mismo.
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* Uno de los hechos más extraordinarios de esta naturaleza, por la variedad y rareza de los fenómenos, es, sin contradicción, el que tuvo lugar en 1852, en el Palatinado (Baviera rhenana) en Bergzabern cerca de Wissemburgo. Es tanto más notable como que casi reunía en el mismo sujeto, todos los géneros de manifestaciones espontáneas; barahúnda hasta quebrantar la casa, trastorno de los muebles, objetos lanzados lejos por una mano invisible, visiones y apariciones, sonambulismo, éxtasis, catalepsia, atracción eléctrica, gritos y sonidos aéreos, instrumentos tocando sin contacto, comunicaciones inteligentes, etc., y no es de menos importancia, la prueba de estos hechos, durante cerca de dos años, por innumerables testigos oculares dignos de fe por su saber y su posición social. La relación auténtica de esto se publicó, en aquella época, en muchos diarios alemanes y notablemente en una obrita hoy día agotada y muy rara. Se encontrará la traducción completa de esta obrita en la Revista Espírita de 1858, con los comentarios y explicaciones necesarias. Según nuestro conocimiento es la sola publicación francesa que se ha hecho de dicha obrita. Además del interés admirable que se desprende de estos fenómenos, son eminentemente instructivos al punto de vista del estudio práctico del Espiritismo.
Personas eléctricas
2. Médiums sensitivos o impresionables
3. Médiums auditivos
4. Médiums parlantes
5. Médiums videntes
6. Médiums sonámbulos
7. Médiums curanderos
1. Las personas dotadas de potencia magnética ¿se pueden considerar como formando una variedad de médiums? No lo podéis dudar.
2. Sin embargo el médium es un intermediario entre los Espíritus y el hombre; luego el magnetizador tomando la fuerza de sí mismo, no parece ser el intermediario de ninguna potencia extraña? Esto es un error; la potencia magnética reside, sin duda, en el hombre, pero se aumenta con la acción de los Espíritus que llama en su ayuda. Si tú magnetizas con la mira de curar, por ejemplo, y evocas a un buen Espíritu que se interese por ti y por tu enfermo, aumenta tu fuerza y tu voluntad, dirige tu fluido y le da las cualidades necesarias.
3. Sin embargo, ¿no hay muy buenos magnetizadores que no creen en los Espíritus? ¿Piensas, acaso, que los Espíritus sólo obran sobre aquellos que creen en ellos? Los que magnetizan para hacer el bien son secundados por buenos Espíritus. Todo hombre que tiene el deseo del bien, los llama sin pensarlo; del mismo modo que cuando el deseo y las intenciones son malas, llama a los malos.
4. El que teniendo la potencia creyese en la intervención de los Espíritus, ¿obraría más eficazmente? Haría cosas que miraríais como milagros.
5. ¿Ciertas personas tienen verdaderamente el don de curar por el simple tacto, sin el empleo de los pases magnéticos? Seguramente; ¿no tenéis de eso numerosos ejemplos?
6. En este caso, ¿hay acción magnética o solamente influencia de los Espíritus? Lo uno y lo otro. Estas personas son verdaderos médiums, puesto que obran bajo la influencia de lo Espíritus; pero esto no es decir que sean médiums escribientes como vosotros lo entendéis.
7. ¿Ese poder puede transmitirse? El poder, no; pero sí el conocimiento de las cosas necesarias para ejercerlo si posee. Hay quien dudaría tener este poder, si no creía que se lo habían transmitido.
8. ¿Pueden obtenerse curaciones con sólo la oración? Sí, algunas veces, si Dios lo permite; pero podría suceder que al enfermo le conviniese sufrir todavía, y entonces creéis que vuestra plegaria no es escuchada.
9. ¿Hay para esto fórmulas de oraciones más eficaces las unas que las otras? La superstición solo puede dar una virtud a ciertas palabras y sólo los Espíritus ignorantes o mentirosos pueden concebir semejantes ideas prescribiendo fórmulas. Sin embargo puede acontecer que para personas poco ilustradas e incapaces de comprender las cosas puramente espirituales, el empleo de una fórmula contribuya a darles confianza; en este caso no es la fórmula la que es esficaz, sino la fe que se aumenta por idea adherida al empleo de la fórmula.
8. Médiums pneumatógrafos
CAPÍTULO XV - MÉDIUMS ESCRIBIENTES O PSYCÓGRAFOS
Médiums mecánicos
Médiums intuitivos
Médiums semimecánicos
Médiums inspirados
Se pueden también colocar en esta categoría las personas que, sin estar dotadas de una inteligencia fuera de lo vulgar, y sin salir del estado normal, tienen rayos de una lucidez intelectual que les da momentáneamente una facilidad desusada de concepción y elocución, y en ciertos casos el presentimiento de las cosas futuras. En estos momentos que se llaman justamente de inspiración, las ideas abundan, se siguen, se encadenan, por decirlo así, por ellas mismas y por una impulsión involuntaria y casi febril; nos parece que una inteligencia superior viene a ayudarnos, y que nuestro espíritu se desembaraza de un peso.
Las respuestas siguientes confirman esta aserción.
–¿Cuál es la causa primera de la inspiración? Espíritu que se comunica por el pensamiento.
–¿La inspiración sólo tiene por objeto la revelación de la grandes cosas? No, tiene muchas veces relación con las circunstancias más ordinarias de la vida. Por ejemplo, tú quieres ir a alguna parte, y una voz secreta te dice que no lo hagas porque hay peligro para ti; o bien te dice que hagas una cosa en la cual no pensabas; esto es la inspiración. Hay muy pocas personas que no hayan sido más o menos inspiradas en ciertos momentos.
–Un autor, un pintor, un músico, por ejemplo, en los momentos de inspiración, ¿podrían ser considerados como médium? Sí, porque en estos momentos su alma es más libre y está como separada de la materia; recobra una parte de sus facultades de Espíritu y recibe más fácilmente las comunicaciones de los otros Espíritus que le inspiran.
Médiums de presentimientos
CAPÍTULO XVI - MÉDIUMS ESPECIALES
Aptitudes especiales de los médiums
La naturaleza de las comunicaciones siempre es relativa a la naturaleza del Espíritu y lleva el sello de su elevación o de su inferioridad, de su saber o de su ignorancia; pero con mérito igual, al punto de vista jerárquico, hay incontestablemente en él una propensión a ocuparse de una cosa antes que de otra; los Espíritus golpeadores, por ejemplo, no salen casi de las manifestaciones físicas; y entre los que dan manifestaciones inteligentes hay Espíritus poetas, músicos, dibujantes, moralistas, sabios, médicos, etcétera. Hablamos de los Espíritus de un orden mediano porque llegados a cierto grado, las aptitudes se confunden en la unidad de la perfección. Pero al lado de la aptitud del Espíritu hay la del médium, que es para él un instrumento más o menos cómodo, más o menos flexible, y en el cual descubre cualidades particulares que nosotros no podemos apreciar.
Pongamos una comparación: un músico muy hábil tiene a su disposición muchos violines, que para los demás todos serán muy buenos instrumentos, pero entre los cuales el artista consumado hace gran diferencia; encuentra en éstos graduaciones de una delicadeza extrema que le harán escoger los unos y rechazar los otros, graduaciones que comprende por intuición, pero que no puede definirlas. Lo mismo sucede respecto de los médiums: a cualidades iguales en la potencia mediúmnica; el Espíritu dará la preferencia al uno o a otro, según la clase de comunicación que quiere dar. Por ejemplo, hay personas que son médiums y escriben como tales admirables poesías, aunque en las condiciones ordinarias ellas no hayan podido ni sabido jamás hacer versos; otras, al contrario, que son poetas, y que como médiums no han podido nunca escribir más que prosa, a pesar de su deseo. Lo mismo sucede en cuanto al dibujo, música, etcétera. Hay algunos que, sin tener por sí mismos conocimientos científicos, tienen una aptitud más particular para recibir comunicaciones sabias; otros son para los estudios históricos; otros sirven más fácilmente de intérpretes para los Espíritus moralistas; en una palabra, cualquiera que sea la flexibilidad del médium; las comunicaciones que recibe con más facilidad tienen, generalmente, un carácter especial; los hay también que no salen de cierto círculo de ideas y cuando se apartan de éste sólo tienen comunicaciones incompletas, lacónicas y muchas veces falsas. Fuera de las causas de aptitud, los Espíritus se comunican también con más o menos voluntad por tal o cual intermediario, según su simpatías; así es que en condiciones iguales, el mismo Espíritu será mucho más explícito con ciertos médiums, sólo porque les convienen mejor.
Resumimos aquí los principales géneros de mediumnidad, a fin de presentar, de algún modo, el cuadro sinóptico, comprendiendo los que ya hemos descrito en los capítulos precedentes, indicando los números en que se trata de ellos con más detalles.
Hemos agrupado las diferentes variedades de médiums por analogías de causas y efectos, sin que esta clasificación nada tenga de absoluta. Algunas se vuelven a encontrar frecuentemente; otras, al contrario, son raras y aun excepcionales, lo que tenemos cuidado de mencionar. Estas últimas indicaciones nos las han suministrado los Espíritus, que también han revisado este cuadro con un cuidado muy particular, y lo han completado con numerosas observaciones y nuevas categorías de tal modo que podemos decir que todo es obra suya. Hemos indicado por comillas sus observaciones textuales, cuando hemos creído que debían llamar la atención. En su mayoría son de Erasto y de Sócrates.
Cuadro sinóptico de las diferentes variedades de médiums
Los MÉDIUMS DE EFECTOS FÍSICOS: los que tienen el poder de provocar efectos materiales o manifestaciones ostensibles (Núm. 160).
Los MÉDIUMS DE EFECTOS INTELECTUALES: los que son más especialmente a propósito para recibir y para transmitir las comunicaciones inteligentes. (núms., 65 y siguientes).
Todas las otra variedades participan más o menos directamente de una o de otra de estas dos categorías, algunas tienden a las dos. Si se analizan los diferentes fenómenos producidos, bajo la influencia mediúmnica, se verá que en todos hay un efecto físico, y que a los efectos físicos se junta lo más a menudo un efecto inteligente. El límite entre los dos es algunas veces difícil de establecer, pero de esto no se deduce ninguna consecuencia. Comprendemos bajo la denominación de médium de efectos intelectuales los que pueden más especialmente servir de intermediarios para las comunicaciones regulares y seguidas. (Número 133).
Médiums sensitivos: personas susceptibles de sentir la presencia de los Espíritus por una impresión general o local, vaga o material. La mayor parte distingue los Espíritus buenos o malos en la naturaleza de la impresión. (Núm. 164).
“Los médiums delicados y muy sensitivos deben abstenerse de comunicaciones con los Espíritus violentos, cuya impresión es penosa a causa de la fatiga que de ello resulta”.
Médiums naturales o inconscientes: los que producen los fenómenos espontáneamente, sin ninguna participación de la voluntad, y lo más a menudo sin saberlo. (Núm. 161).
Médiums facultativos o voluntarios: los que tienen el poder de provocar los fenómenos por un acto de su voluntad. (Núm. 160).
“Cualquiera que sea esta voluntad nada pueden si los Espíritus se niegan; lo que prueba la intervención de un poder extraño”.
Médiums golpeadores: aquellos bajo cuya influencia se producen los ruidos y los golpes. Variedad muy común con o sin la voluntad.
Médiums motores: los que producen el movimiento de los cuerpos inertes. Muy comunes. (Núm. 61).
Médiums de traslaciones y de suspensiones: los que producen la traslación aérea y la suspensión de los cuerpos inertes en el espacio sin punto de apoyo. Los hay que pueden elevarse por sí mismos. Más o menos raros, según el desarrollo del fenómeno; muy raros en el último caso. (Números 75 y siguientes; núm. 80).
Médiums de efectos musicales: provocan el que se toque ciertos instrumentos sin contacto. Muy raros. (Número 74, pregunta 24).
Médiums de apariciones: los que pueden provocar apariciones fluídicas o tangibles, visibles para los asistentes. Muy excepcionales. (Núm. 100; pregunta 27; número 104).
Médiums de aportes: los que pueden servir de auxiliares a los Espíritus para aportar objetos materiales. Variedad de los médiums motores y de traslaciones. Excepcionales. (Núm. 96).
Médiums nocturnos: los que no obtienen ciertos efectos físicos sino en la obscuridad. He aquí la contestación de un Espíritu a la pregunta de saber si se pueden considerar estos médiums como formando una variedad.
Se puede, ciertamente, hacer de estos médiums una especialidad, pero este fenómeno depende antes de las condiciones ambientes, que de la naturaleza del médium o de los Espíritus; debo añadir que algunos escapan de esta influencia del centro, y que la mayor parte de los médiums nocturnos podrían llegar, con la práctica a ejercer su facultad, tanto en la luz como en la obscuridad. Esta variedad de médiums es poco numerosa; y es preciso advertir que a favor de estas condiciones que deja toda libertad para el empleo de los trucos, de la ventriloquia y de los cañones acústicos, los charlatanes han abusado muy a menudo de la credulidad, haciéndose pasar por médiums a fin de recoger escudos. Pero ¿qué importa? Los titiriteros caseros, así como los callejeros, serán descubiertos cruelmente, y los Espíritus les probarán que no se hace bien inmiscuyéndose en sus obras. Sí, lo repito: a ciertos charlatanes se les dará en los dedos de una manera muy ruda para que aborrezcan el oficio de falsos médiums. Por otra parte todo esto sólo durará algún tiempo. ERASTO
Médiums pneumatógrafos: los que obtienen la escritura directa. Fenómeno muy raro, y sobre todo muy fácil de imitar por la truhanería. (Núm. 177).
Observación. – Los Espíritus han insistido contra nuestra opinión, para colocar la escritura directa entre los fenómenos de orden físico, por la razón, dicen, de que: “Los efectos inteligentes son aquellos por los cuales el Espíritu se sirve de los materiales cerebrales del médium, no estando en este caso la escritura directa; la acción del médium es en esto del todo material, mientras que en el médium escribiente, aun completamente mecánico, el cerebro hace siempre un papel activo.
Médiums curanderos: los que tienen el poder de curar o de aliviar por la imposición de las manos o de la oración.
Esta facultad no es esencialmente mediúmnica, pertenece a todos los verdaderos creyentes, ya sean médiums o no; a menudo sólo es una exaltación de la potencia magnética fortificada en caso de necesidad por el concurso de los buenos Espíritus. (Número 175).
Médiums excitadores: personas que tienen el poder de desenvolver en los otros, por su influencia, la facultad de escribir.
Más bien es un efecto magnético que un hecho de mediumnidad propiamente dicho, porque nada prueba la intervención de un Espíritu. En todos los casos pertenece al orden de los efectos físicos. (Véase el capítulo de “La formación de los médiums”).
Médiums auditivos: los que oyen a los Espíritus. Bastante comunes. (Núm. 165).
Hay muchos que se figuran oír lo que no está sino en su imaginación.
Médiums parlantes: los que hablan bajo la influencia de los Espíritus. Bastante comunes. (Núm. 166).
Médiums videntes: los que ven a los Espíritus en estado de vigilia o despiertos. La vista accidental y fortuita de un Espíritu en una circunstancia particular es bastante frecuente; pero la vista habitual o facultativa de los Espíritus sin distinción, es excepcional. (Número 167).
Es una aptitud a la cual se opone el estado actual de los órganos; por esto es útil el no creer siempre bajo palabra a los que dicen ver a los Espíritus.
Médiums inspirados: aquellos cuyos pensamientos son sugeridos por los Espíritus, lo más frecuente sin saberlo, ya sea para los actos ordinarios de la vida, ya sea para los grandes trabajos de la inteligencia. (Número 182).
Médiums de presentimientos: personas que en ciertas circunstancias tienen una vaga intuición de las cosas futuras vulgares. (Num. 184).
Médiums proféticos: variedad de los médiums inspirados o de presentimientos; reciben con el permiso de Dios y con más precisión que los médiums de presentimientos la revelación de las cosas futuras de un interés general, y que están encargados de hacer conocer a los hombres para su instrucción.
Si hay verdaderos profetas hay muchos más de falsos, que toman los sueños de su imaginación por revelaciones, cuando no son embrollones que se hace pasar por tales por ambición. (Véase El libro de los Espíritus, núm. 624, “Caracteres del verdadero profeta”).
Médiums sonámbulos: los que en estado de sonambulismo están asistidos por los Espíritus (Núm. 172).
Médiums extáticos: los que en estado de éxtasis reciben revelaciones de parte de los Espíritus.
Muchos extáticos son juguete de su propia imaginación y de los Espíritus mentirosos que aprovechan su exaltación. Los que merecen una entera confianza son muy raros. Médiums pintores y dibujantes: los que pintan o dibujan bajo la influencia de los Espíritus. Nosotros hablamos de aquellos que obtienen cosas serias, porque no se podría dar este nombre a ciertos médiums que los Espíritus burlescos les hacen dibujar cosas grotescas que desaprobaría el último aprendiz.
Los Espíritus ligeros son imitadores. En la época que aparecieron los notables dibujos de Júpiter, salieron gran número de pretendidos médiums dibujantes, con los cuales los Espíritus burlones se divertieron en hacerles las cosas más ridículas. Uno de ellos, entre otros, queriendo eclipsar los dibujos de Júpiter, al menos por la dimensión ya que no por la calidad, hizo dibujar a un médium un monumento que ocupaba un gran número de hojas, hasta alcanzar la altura de dos pisos. Muchos otros hicieron titulados retratos que eran verdaderas caricaturas. (Revista Espírita, agosto de 1858).
Médiums músicos: los que ejecutan, componen o escriben música bajo la influencia de los Espíritus. Hay médiums músicos, mecánicos, semimecánicos, intuitivos e inspirados, como para las comunicaciones literarias. (Véase “Médiums de efectos musicales”).
VARIEDADES DE LOS MÉDIUMS ESCRIBIENTES
Médiums escribientes o psycógrafos: los que tienen la facultad de escribir ellos mismos, bajo la influencia de los Espíritus.
Médiums escribientes mecánicos: aquellos cuya mano recibe una impulsión involuntaria, y que no tienen ninguna conciencia de lo que escriben. Muy raros. (Número 179).
Médiums semimecánicos: aquellos cuya mano marcha involuntariamente, pero que tienen la conciencia instantánea de las palabras o de las frases a medida que escriben. Los más comunes. (Núm. 181).
Médiums intuitivos: aquellos a quienes los Espíritus se comunican por el pensamiento y cuya mano es guiada por la voluntad. Difieren de los médiums inspirados en que estos últimos no tienen necesidad de escribir, mientras que el médium intuitivo escribe el pensamiento que le es sugerido instantáneamente sobre un asunto determinado y provocado. (Núm. 180).
Estos son muy comunes, pero también muy sujetos a error, porque muchas veces no pueden discernir lo que proviene de los Espíritus o de ellos mismos.
Médiums polígrafos: aquellos cuya escritura cambia con el Espíritu que se comunica, o que son aptos para reproducir la escritura que el Espíritu tenía en vida. El primer caso es muy ordinario; el segundo, el de la identidad de la escritura, es más raro. (Número 219).
Médiums políglotas: los que tienen la facultad de hablar o de escribir en lenguas que le son extrañas. Muy raros.
Médiums iletrados: los que escriben como médiums, sin saber leer ni escribir en el estado ordinario.
Más raros que los precedentes; hay más grandes dificultades materiales que vencer.
Médiums novicios: aquellos cuyas facultades no están todavía completamente desarrolladas y les falta la experiencia necesaria.
Médiums improductivos: los que no llegan a obtener sino cosas insignificantes, monosílabos, rasgos o letras sin sentido. (Véase el capítulo de la “Formación de los médiums”).
Médiums hechos o formados: son aquellos cuyas facultades mediúmnicas están completamente desarrolladas que transmiten las comunicaciones que reciben con facilidad, prontitud y sin vacilación. Se concibe que este resultado solo puede obtenerse con la práctica, mientras que en los médiums novicios las comunicaciones son lentas y difíciles.
Médiums lacónicos: aquellos cuyas comunicaciones, aunque fáciles, son breves y sin desarrollo.
Médiums explícitos: las comunicaciones que reciben tienen toda la amplitud y extensión que se puede esperar de un escritor consumado.
Esta aptitud depende de la expansión y de la facilidad de combinación de los fluidos; los Espíritus los buscan para tratar los asuntos que traen grandes desenvolvimientos.
Médiums experimentados: la facilidad de ejecución es un asunto de práctica que se adquiere muchas veces en poco tiempo, mientras que la experiencia es el resultado de un estudio serio de todas las dificultades que se presentan en la práctica del Espiritismo. La experiencia da al médium el tacto necesario para apreciar la naturaleza de los Espíritus que se manifiestan, juzgar sus cualidades buenas o malas por las señales más minuciosas, discernir la bellaquería de los Espíritus mentirosos que se abrigan bajo las apariencias de la verdad. Se comprende fácilmente la importancia de esta cualidad, sin la cual todas las otras son sin utilidad real; lo malo es que muchos médiums confunden la experiencia, fruto del estudio, con la aptitud, producto de la organización; se creen maestros con título porque escriben fácilmente; repudian todos los consejos y vienen a ser presa de los Espíritus mentirosos e hipócritas que captan la voluntad lisonjeando su orgullo. (Véase más adelante el capítulo de “La Obsesión”).
Médium flexibles: aquellos cuya facultad se presta más fácilmente a los diversos géneros de comunicaciones, y por los cuales casi todos los Espíritus pueden manifestarse espontáneamente o por evocación.
Esta variedad de médiums es muy parecida a los médiums sensitivos.
Médiums exclusivos: aquellos por los cuales un Espíritu se manifiesta con preferencia, y aun con exclusión de todos los otros, y responde por aquellos que se llaman por intermedio del médium.
Esto depende siempre de un efecto de flexibilidad; cuando el Espíritu es bueno, puede adherirse al médium por simpatía y con un fin laudable; cuando es malo es siempre con el objeto de poner al médium bajo su dependencia. Esto es más bien un defecto que una cualidad, y muy vecino de la obsesión. (Véase el capítulo de “La Obsesión”).
Médiums de evocaciones: los médiums flexibles son naturalmente los más propios a este género de comunicación y a las preguntas de detalle, que se pueden dirigir a los Espíritus. Hay bajo este aspecto médiums del todo especiales.
Sus respuestas se encierran casi siempre en un cuadro restringido, incompatible con el desarrollo de los asuntos generales.
Médiums de dictados espontáneos: reciben con preferencia comunicaciones espontáneas de parte de los Espíritus que se presentan sin ser llamados. Cuando esta facultad es especial en un médium, es difícil y aun imposible algunas veces hacer una evocación por su conducto.
Sin embargo tienen mejores instrumentos que los del grado precedente. Comprended que por instrumentos se entiendan aquí los materiales cerebrales, porque es menester muchas veces, mejor dicho, siempre mayor suma de inteligencia para los dictados espontáneos que para las evocaciones. Entended por dictados espontáneos los que merecen verdaderamente este nombre, y no algunas frases incompletas o algunos pensamientos vulgares que se encuentran en todas las cabezas humanas.
Médiums versificadores: obtienen más fácilmente que otras comunicaciones versificadas. Bastante comunes para los malos versos; muy raros par los buenos.
Médiums poéticos: sin obtener versos, las comunicaciones que reciben tienen alguna cosa de vaporoso, de sentimental; nada demuestra la rudeza; son más propios que otros para la expresión de los sentimientos tiernos y afectuosos. Todo es vaguedad y sería inútil pedirles nada preciso. Muy comunes.
Médiums positivos: sus comunicaciones tienen, en general, un carácter de limpieza y de precisión que se presta voluntariamente a los detalles circunstanciados y a las noticias exactas. Bastante raros.
Médiums literarios: no tienen ni la vaguedad de los médiums poéticos ni la cautela de los médiums positivos; pero disertan con facilidad; su estilo es correcto, elegante y a menudo de una notable elocuencia.
Médiums incorrectos: pueden obtener muy buenas cosas, pensamientos de una moralidad irreprochable, pero su estilo es difuso, incorrecto, sobrecargado de repeticiones y de términos impropios.
La incorrección material de estilo depende generalmente de la falta de cultura intelectual del médium, que bajo este aspecto no es para el Espíritu un buen instrumento. El Espíritu da a eso poca importancia; para él, el pensamiento es la cosa esencial, y os deja libres de darle la forma conveniente. No sucede así con las ideas falsas e ilógicas que puede encerrar una comunicación; éstas son siempre un indicio de la inferioridad del Espíritu que se manifiesta.
Médiums historiadores: los que tienen una aptitud especial para el desarrollo de los hechos históricos. Esta facultad, como todas las otras, es independiente de los conocimientos del médium, porque se ven gentes sin instrucción, y aun niños, tratar de asuntos muy superiores a su alcance. Variedad rara de los médiums positivos.
Médiums científicos: nosotros no decimos sabios, porque pueden ser muy ignorantes; y, no obstante esto, son más especialmente propios para las comunicaciones relativas a las ciencias.
Médiums medicinantes: su especialidad es el servir más fácilmente de intérpretes a los Espíritus para las prescripciones medicinales. Es preciso no confundirlos con los médiums curanderos, porque absolutamente no hacen más que transmitir el pensamiento del Espíritu, y no tienen por sí mismos ninguna influencia. Bastante comunes.
Médiums religiosos: reciben más especialmente comunicaciones de un carácter religioso o que tratan la cuestión de religión, no obstante sus creencias y sus costumbres.
Médiums filósofos y moralistas: sus comunicaciones tienen generalmente por objeto las cuestiones de moral y de alta filosofía. Muy comunes para la moral.
Todas estas diferencias, son variedades de las aptitudes de los buenos médiums. En cuanto a aquellos que tienen una aptitud especial para ciertas comunicaciones científicas, históricas, medicinales u otras, fuera de su alcance actual, estad persuadidos que han poseído estos conocimientos en otra existencia, y que han quedado en ellos en estado latente; forman parte de los materiales cerebrales necesarios al Espíritu que se manifiesta, éstos son los elementos que le facilitan el camino para comunicar sus propias ideas porque estos médiums son para él instrumentos más inteligentes y más flexibles de lo que lo sería uno que fuese tosco. – ERASTO.
Médiums de comunicaciones triviales y obscenas: estas palabras, indican el género de comunicaciones que ciertos médiums reciben de costumbre, y la naturaleza de los Espíritus que las hacen. Cualquiera que haya estudiado el mundo espiritista en todos los grados de la escala, sabe que los hay en ésta cuya perversidad iguala a los hombres más depravados y que se complacen en expresar sus pensamientos en los términos más groseros. Otros, menos abyectos, se contentan con expresiones triviales. Se comprende que estos médiums deben tener el deseo de librarse de la preferencia que estos Espíritus les conceden, y que deben tener envidia de aquellos que en las comunicaciones que reciben no han tenido jamás una palabra malsonante. Sería preciso una extraña aberración de ideas y haberse divorciado con el buen sentido, para creer que semejante lenguaje pudiese ser el hecho de buenos Espíritus.
Médiums tranquilos: escriben siempre con cierta lentitud y sin probar la menor agitación.
Médiums veloces: escriben con una rapidez más grande que podrían hacerlo voluntariamente en el estado ordinario. Los Espíritus se comunican a ellos con la prontitud del rayo; se diría que hay en los mismos una superabundancia de fluido que les permite identificarse instantáneamente con el Espíritu. Esta cualidad tiene algunas veces su inconveniente, y es que la rapidez de la escritura hace a ésta muy difícil de leerse por cualquier otro que no sea el médium.
Es también muy fatigosa, porque hace gastar demasiado fluido inútilmente.
Médiums convulsivos: están en un estado de sobreexcitación casi febril; su mano, y algunas veces toda su persona, está agitada de un temblor que no pueden dominar. La primera causa de esto se halla, sin duda, en la organización, pero depende también mucho de la naturaleza de los Espíritus que se comunican con ellos; los Espíritus buenos y benévolos hacen siempre una impresión dulce y agradable; los malos, al contrario, la hacen penosa.
Es preciso que estos médiums solo se sirvan raras veces de su facultad mediúmnica, cuyo uso demasiado frecuente podría afectar su sistema nervioso. (Capítulo de “La Identidad”, distinción de los buenos y de los malos Espíritus).
Hacemos de ellas una mención ligera, para memoria y como para completar el cuadro, atendido que serán desenvueltas más adelante en los capítulos especiales: De la influencia moral de los médiums, de la obsesión, de la identidad de los Espíritus y otros, sobre los cuales llamamos particularmente la atención; se verá la influencia que las cualidades y las irregularidades de los médiums pueden ejercer sobre la seguridad de las comunicaciones, y cuáles son aquellos que se pueden con razón considerar como médiums imperfectos o buenos médiums.
Médiums poseídos: los que no pueden desembarazarse de Espíritus importunos y mentirosos, pero que no se dejan engañar.
Médiums fascinados: los que son embaucados por Espíritus embusteros y se hacen ilusión sobre la naturaleza de las comunicaciones que reciben.
Médiums subyugados: los que sufren una dominación moral y muchas veces material de parte de los malos Espíritus.
Médiums ligeros: los que no toman su facultad a lo serio, y no se sirven de ella sino por diversión o por cosas fútiles.
Médiums indiferentes: los que no sacan ningún provecho moral de las instrucciones que reciben y no modifican en nada su conducta y sus costumbres.
Médiums presuntuosos: los que tienen la pretensión de estar solos en relación con los Espíritus superiores. Creen en su infalibilidad y miran como inferior y erróneo todo lo que no viene de ellos.
Médiums orgullosos: los que tienen vanidad de las comunicaciones que reciben; creen no tener ya nada que aprender en Espiritismo, y no toman para ellos las lecciones que reciben a menudo de parte de los Espíritus. Estos no se contentan con las facultades que poseen: quieren tenerlas todas.
Médiums susceptibles: variedad de los médiums orgullosos; se resienten de las críticas de que pueden ser objeto sus comunicaciones; se enojan de la menor contrariedad, y si enseñan lo que obtienen es para hacerlo admirar y no para pedir pareceres. Generalmente toman aversión a las personas que no les aplauden sin reserva, y desertan de las reuniones en que no pueden imponerse y dominar.
Dejadles que se pavoneen en otra parte y que busquen oídos más complacientes, o que se retiren en el aislamiento; las reuniones que se privan de su presencia no pierden mucho. ERASTO.
Médiums mercenarios: los que explotan su facultad.
Médiums ambiciosos: los que sin poner a precio sus facultades esperan sacar de ellas alguna ventaja.
Médiums de mala fe: los que teniendo facultades reales simulan las que no tienen para darse importancia. No se puede dar el título de médium a las personas que no teniendo ninguna facultad mediúmnica no producen más efectos que los de la impostura.
Médiums egoístas: los que solo se sirven de su facultad para su uso personal, y guardan para ellos las comunicaciones que reciben.
Médiums celosos: los que ven con despecho a otros médium mejor apreciado que les son superiores.
Contra todas esas malas cualidades hay también otras que son buenas.
Médiums formales: los que solo se sirven de su facultad para hacer el bien y para cosas verdaderamente útiles; creerían profanarla haciéndola servir para la satisfacción de los curiosos y de los indiferentes o para fruslerías.
Médiums modestos: los que no se hacen ningún mérito de las comunicaciones que reciben por buenas que sean; se consideran como extraños a ellas y no se creen al abrigo de las mixtificaciones. Lejos de huir de los consejos desinteresados, los solicitan.
Médiums desinteresados: los que comprenden que el verdadero médium tiene una misión que cumplir, y debe, cuando sea necesario, sacrificar sus gustos, sus costumbres, sus placeres, su tiempo y aun sus intereses materiales al bien de los otros.
Médiums seguros: los que además de la facilidad de ejecución merecen la mayor confianza por su propio carácter, la naturaleza elevada de los Espíritus por quienes están asistidos, y que son los menos expuestos a ser engañados. Veremos más adelante que esta seguridad no depende de ningún modo de los nombres más o menos respetables que toman los Espíritus.
Bien conocéis que es incontestable que el censurar así las cualidades y las irregularidades de los médiums, suscitará contrariedades y aun animosidades en algunos; ¿pero qué importa? la mediumnidad se extiende de día en día más y el médium que tomara a mal estas reflexiones, probaría que no es buen médium; esto es, que está asistido por malos Espíritus. Por otra parte, como lo he dicho, todo esto sólo durará algún tiempo, y los malos médiums, los que abusan o hacen mal uso de sus facultades, sufrirán tristes consecuencias, como esto ha acontecido ya para algunos; aprenderán a sus costas lo que cuesta el hacer volver en provecho de sus pasiones terrestres un don que Dios no les había concedido sino para su adelantamiento moral. Si no podéis volverles a conducir al buen camino, compadecedles, que, puedo decíroslo, son réprobos de Dios. – ERASTO.
Este cuadro es de gran importancia, no solamente para los médiums sinceros que buscarán de buena fe, leyéndole, se preservarán de los escollos a que están expuestos; también para todos aquellos que se sirven de médiums, porque él les dará la medida de lo que pueden racionalmente esperar de ellos. Debería estar constantemente bajo la vista de cualquiera que se ocupe de las manifestaciones, lo mismo que la Escala Espírita, de la cual es el complemento; estos dos cuadros resumen todos los principios de la doctrina, y contribuirán más de lo que creéis a conducir al Espiritismo a su verdadero camino. – SÓCRATES.
Cuando el principio, el germen de una facultad existe, se manifiesta siempre por señales nada equívocas. Encerrándose en su especialidad, puede el médium descollar y obtener cosas grandes y hermosas; ocupándose todo no obtendrá nada bueno. Observad de paso que el deseo de extender indefinidamente el círculo de sus facultades es una pretensión orgullosa que los Espíritus no dejan nunca impune; los buenos abandonan siempre al presuntuoso que viene a ser así un juguete de los Espíritus mentirosos. Desgraciadamente no es raro el ver médiums que no están contentos de los dones que han recibido, y aspiran, por amor propio o ambición, a poseer facultades excepcionales propias para hacerlas notables; esta pretensión les quita la cualidad más preciosa: la de los médiums seguros. SÓCRATES
Es de observar, además, que las diferencias que presenta la mediumnidad, y a las cuales se podrían todavía añadir otras, no están siempre en relación con el carácter del médium; así, por ejemplo, un médium naturalmente alegre y jovial puede tener habitualmente comunicaciones graves, aun severas, y viceversa; esto es también una prueba evidente que él obra bajo el impulso de una influencia extraña. Volveremos sobre este objeto en el capítulo que trata de la Influencia moral del médium
CAPÍTULO XVII - FORMACIÓN DE LOS MÉDIUMS
Desarrollo de la mediumnidad
Cambio de escritura
Pérdida y suspensión de la mediumnidad
1. ¿Los médiums pueden perder su facultad? Esto sucede a menudo, cualquiera que sea el género de esta facultad; pero muchas veces sólo es una interrupción momentánea que cesa con la causa que ha producido.
2. ¿La causa de la pérdida de la mediumnidad está en la extinción del fluido? Cualquiera que sea la facultad del médium nada puede hacer sin el concurso simpático de los Espíritus, cuando ya no se recibe nada, no es porque le falte siempre la facultad; muchas veces los Espíritus son los que no quieren o no pueden servirse de él.
3. ¿Qué causa puede provocar en un médium el abandono de los Espíritus? El uso que hace de su facultad es la más poderosa para los buenos Espíritus. Podemos abandonarle cuando se sirve de ella para cosas frívolas o con miras ambiciosas; cuando rehusa participar nuestra palabra o nuestros hechos a los encarnados que lo desean o que lo necesitan ver para estar convencidos. Este don de Dios no se concede al médium para que se divierta, y aun menos para servir su ambición, sino para su propia mejora y para hacer conocer la verdad a los hombres. Si el Espíritu ve que el médium no corresponde a sus miras y no aprovecha las instrucciones y las advertencias que le da, se retira para buscar un protegido más digno.
4. El Espíritu que se retira, ¿puede ser reemplazado y en este caso no comprenderíamos la suspensión de la facultad? No faltan Espíritus que lo que más desean es comunicarse y están prontos a reemplazar a los que se retiran; pero cuando es un buen Espíritu el que abandona al médium, puede muy bien no dejarle sino momentáneamente y privarle por cierto tiempo de toda comunicación, a fin de que le sirva de lección y probarle que su facultad no depende de él y no debe envanecerse por tenerla. Esta impotencia momentánea es también para dar una prueba al médium de que escribe bajo una influencia extraña; de otro modo no habría intermitencia. Por otra parte, la interrupción de la facultad no es siempre un castigo; acredita algunas veces el cuidado del Espíritu por el médium a quien estima; quiere procurarle un reposo material que juzga necesario y en este caso no permite que le reemplacen otros Espíritus.
5. Se ven, sin embargo, médiums muy meritorios, moralmente hablando, que no tienen ninguna necesidad de reposo, y son muy contrariados por las interrupciones cuyo objeto no comprenden. Esto es con el fin de poner su paciencia a prueba y juzgar de su perseverancia; por lo mismo los Espíritus no señalan en general ningún término a esta suspensión; quieren ver si el médium se impacientará. Muchas veces también es para dejarles el tiempo de meditar las instrucciones que les han dado, y en esta meditación de nuestras enseñanzas reconocemos a los espiritistas verdaderamente formales; no podemos dar este nombre a aquellos que en realidad sólo son aficionados a las comunicaciones.
6. ¿En este caso es preciso que el médium continúe sus tentativas para escribir? Si el Espíritu lo aconseja, sí; si le dice que se abstenga, debe hacerlo.
7. ¿Y habría un medio de abreviar esta prueba? La resignación y la oración. Por lo demás, basta hacer cada día una tentativa de algunos minutos, porque sería inútil perder el tiempo ensayando infructuosamente; la tentativa no tiene otro objeto que el de asegurarse si la facultad se ha recobrado.
8. ¿La suspensión supone el alejamiento de los Espíritus que tienen la costumbre de comunicarse? Nada de eso; el médium está entonces en la posición de una persona que perdiera momentáneamente la vista, y por eso no dejaría de estar rodeada de sus amigos, aun cuando no los viese. El médium, pues, puede y aun debe continuar conversando con el pensamiento con sus Espíritus familiares, y estar persuadido que se le oye. Si la falta de la mediumnidad puede privar las comunicaciones materiales con ciertos Espíritus, no puede privar las comunicaciones morales.
9. ¿Así es que la interrupción de la facultad mediúmnica no implica siempre una censura de parte de los Espíritus? Sin duda que no, puesto que puede ser una prueba de benevolencia.
10. ¿Cómo podríamos conocer que esta interrupción sea causada por una censura? Que consulte el médium su conciencia y vea el uso que ha hecho de su facultad, el bien que de ella ha resultado para los otros, el provecho que ha sacado de los consejos que se le han dado, y tendrá la respuesta.
11. ¿El médium que no puede escribir, tampoco puede valerse de otro médium? Eso depende de la causa de la interrupción; muchas veces sólo tiene por motivo el dejaros algún tiempo sin comunicaciones, después de haberos dado consejos, a fin de que no os acostumbréis a hacer nada sin nosotros; en este caso tampoco le servirá el valerse de otro médium; esto tiene también por objeto el probaros que los Espíritus son libres y no depende de vosotros el gobernarlos a vuestro gusto. Por igual razón los que no son médiums no siempre tienen todas las comunicaciones que desean.
Observación. – En efecto; debe observarse que aquel que recurre a un tercero para las comunicaciones, teniendo la cualidad de médium, muchas veces no obtiene nada satisfactorio, mientras que en otras ocasiones las respuestas son muy explícitas. Esto depende de tal modo de la voluntad del Espíritu, que nada se adelanta cambiando de médium: parece con respecto a ésto, que los mismos Espíritus se ponen de acuerdo, porque lo que no se obtiene de uno, tampoco se obtiene de otro. Entonces es preciso abstenerse, no insistir ni impacientarse, si no se quiere ser el juguete de los Espíritus mentirosos, que responderán si tanto se desea, y los buenos les dejarán hacer para castigar nuestra impaciencia.
12. ¿Con qué fin la Providencia ha dotado a ciertos individuos de la mediumnidad de una manera especial? Es una misión que se les ha encargado y por lo que son dichosos; estos son los intérpretes entre los Espíritus y los hombres.
13. ¿Hay, sin embargo, médiums que no emplean su facultad sino con repugnancia? Son médium imperfectos; no conocen la importancia del favor que se les ha concedido.
14. Si es una misión, ¿por qué no es el privilegio de los hombres de bien y no que se dé esta facultad a personas que no merecen ninguna estimación y que pueden abusar de ella? Se les da porque tienen necesidad de su propio mejoramiento y a fin de que ellos mismos estén en disposición de recibir buenas enseñanzas; si no se aprovechan de ellas sufrirán las consecuencias. ¿Jesús no dirigía con preferencia su palabra a los pecadores, diciendo que es preciso dar a aquel que no tiene?
15. Las personas que tienen un gran deseo de escribir como médiums, sin conseguirlo, ¿pueden creer por esto mismo falta de benevolencia de los Espíritus hacia ellos, por alguna causa? No, porque Dios puede haberles rehusado esta facultad, como puede haberles rehusado el don de la poesía o de la música; pero si no gozan de este favor pueden tener otros.
16. ¿Cómo puede perfeccionarse el hombre con la enseñanza de los Espíritus, cuando no tienen los medios de recibir esta enseñanza directa por sí mismo ni por otros médiums? ¿Acaso no tiene libros como el cristiano tiene el Evangelio? Para practicar la moral de Jesús el cristiano no necesita oír las palabras de su boca.
CAPÍTULO XVIII - INCONVENIENTES Y PELIGROS DE LA MEDIUMNIDAD
Influencia del ejercicio de la mediumnidad sobre la salud. – Ídem sobre el cerebro. – Ídem sobre los niños
2. ¿El ejercicio de la facultad mediúmnica puede ocasionar fatiga? El ejercicio demasiado prolongado de cualquiera facultad causa fatiga; la mediumnidad está en el mismo caso principalmente la que se aplica a los efectos físicos; ocasiona necesariamente un gasto de fluido que produce la fatiga y se repara con el descanso.
3. ¿El ejercicio de la mediumnidad puede tener inconvenientes para sí mismo desde el punto de vista higiénico, abstracción hecha del abuso? Hay casos en que es prudente y aun necesario el abstenerse de ese ejercicio, o al menos moderarlo; eso depende del estado físico y moral del médium. Por otra parte el médium lo conoce generalmente: cuando se fatiga debe abstenerse.
4. ¿Hay personas para las cuales este ejercicio tiene más inconvenientes que para otras? He dicho que esto depende del estado físico y moral del médium. Hay personas que deben evitar toda causa de sobreexcitación, y esta es una de ella. (Números 188 y 194).
5. ¿La mediumnidad podría producir la locura? Menos que cualquiera otra cosa, cuando no hay predisposición por la debilidad del cerebro. La mediumnidad no producirá la locura cuando el principio no existe; pero si el principio existe, lo que es fácil reconocer en el estado moral, el buen sentido dice que es menester usar de miramientos bajo todos los aspectos, porque toda causa de conmoción puede ser dañosa.
6. ¿Hay inconveniente en desarrollar la mediumnidad en los niños? Ciertamente, y sostengo que es muy peligroso; porque estas organizaciones tiernas y delicadas se conmoverían demasiado y su joven imaginación se sobreexcitaría; por lo mismo los padres discretos les alejarán de estas ideas o al menos solo les hablarán desde el punto de vista de las consecuencias morales.
7. Sin embargo, hay niños que son médiums naturalmente, ya sea para los efectos físicos, ya para la escritura y las visiones, ¿tiene esto el mismo inconveniente? No; cuando la facultad es espontánea en un niño, es que está en su naturaleza y que su constitución se presta a ella; eso no es lo mismo que cuando es provocado y sobreexcitado. Observad que el niño que tiene visiones, se impresiona generalmente poco por ellas; le parece una cosa muy natural, en la cual solo se fija débilmente, y a menudo olvida; más tarde el hecho se le presenta en la memoria y se lo explica fácilmente si conoce el Espiritismo.
8. ¿Cuál es la edad en la cual se puede, sin inconveniente, ocuparse de la mediumnidad? No hay edad precisa; eso depende enteramente del desarrollo físico y aún más del moral; hay niños de doce años que se afectarán menos que ciertas personas adultas. Hablo de la mediumnidad en general, pero la que se aplica a los efectos físicos fatiga más corporalmente; la escritura tiene otro inconveniente que se refiere a la inexperiencia del niño, en el caso que quisiera ocuparse a solas y hacer de ello un juego.
CAPÍTULO XIX - PAPEL DEL MÉDIUM EN LAS COMUNICACIONES ESPIRITISTAS
Influencia del Espíritu personal del médium. – Sistema de los médiums inertes.
223. El médium, en el momento que ejerce su facultad, ¿está en un estado perfectamente normal? Está algunas veces en un estado de crisis más o menos pronunciada; esto es lo que le fatiga y por eso tiene necesidad de descanso; pero muchas veces su estado no difiere sensiblemente del estado normal, sobre todo en los médiums escribientes.
2. Las comunicaciones escritas o verbales, ¿pueden también provenir del mismo Espíritu encarnado en el médium? El alma del médium puede comunicarse como la de cualquier otro; si goza de cierto grado de libertad, recobra sus cualidades de Espíritu. Vosotros tenéis la prueba en el alma de las personas vivientes que vienen a visitaros y a menudo se os comunican por la escritura sin que las llaméis. Porque es menester que sepáis que entre los Espíritus que evocáis los hay que están encarnados en la Tierra: entonces os hablan como Espíritus y no como hombres. ¿Por qué quisierais que no fuese lo mismo con la del médium? –¿Esta explicación no parece confirmar la opinión de aquellos que creen que todas las comunicaciones emanan del Espíritu del médium y no de Espíritus extraños? Sólo se engañan porque son absolutos; pues es cierto que el Espíritu del médium puede obrar por sí mismo; pero esta no es una razón para que otros no obren igualmente por su intermedio.
3. ¿Cómo distinguiremos si el Espíritu que responde es el del médium o el de un Espíritu extraño? En la naturaleza de las comunicaciones. Estudiad las circunstancias y el lenguaje y distinguiréis. Sobre todo en el estado de sonambulismo o de éxtasis es cuando el Espíritu del médium se manifiesta, porque entonces es más libre; pero en el estado normal es más difícil. Por lo demás hay respuestas que es imposible atribuirle; por esto os digo que estudiéis y observéis.
Observación. — Cuando una persona nos habla distinguimos fácilmente lo que es suyo o lo que sólo es su eco; lo mismo sucede con los médiums.
4. Puesto que el Espíritu del médium ha podido adquirir, en las existencias anteriores, conocimientos que ha olvidado bajo su cubierta corporal, pero de los que puede acordarse como Espíritu, ¿no puede sacar de su propio fondo las ideas que parecen extralimitar el alcance de su instrucción? Esto sucede muchas veces en estado de sonambulismo o éxtasis; pero, lo repito: hay circunstancias que no permiten la duda; estudiad mucho tiempo y meditad.
5. Las comunicaciones que provienen del Espíritu del médium, ¿son siempre inferiores a las que podrían ser dadas por Espíritus extraños? Siempre no, porque el Espíritu extraño puede ser él mismo, de un orden inferior al del médium, y en tal caso hablar con menos sensatez. Se ve esto en el sonambulismo; porque lo más a menudo es el Espíritu del sonámbulo el que se manifiesta, y por lo mismo el que dice muchas veces cosas muy buenas.
6. ¿El Espíritu que se comunica por un médium, transmite directamente su pensamiento, o bien este pensamiento tiene por intermediario el Espíritu encarnado en el médium? El Espíritu del médium es el intérprete, porque está ligado al cuerpo que sirve para hablar, y que es menester una cadena entre vosotros y los Espíritus extraños que se comunican, así como es necesario un hilo eléctrico para comunicar una noticia a los lejos, y al extremo del hilo una persona inteligente que la recibe y la transmite.
7. El Espíritu encarnado en el médium, ¿ejerce una influencia en las comunicaciones que debe transmitir y que provienen de Espíritu extraños? Sí, porque si no les es simpático puede alterar las respuestas y asimilarlas a sus propias ideas y a sus inclinaciones, pero él no influye a los mismos Espíritus; sólo es un mal intérprete.
8. ¿Es esta la causa de la preferencia que tienen algunos Espíritus por ciertos médiums? No hay otra; buscan el intérprete que simpatiza mejor con ellos y que manifiesta más exactamente su pensamiento. Si entre ellos no hay simpatía, el Espíritu del médium es un antagonista que opone cierta resistencia y viene a ser un intérprete de mala voluntad y muchas veces infiel. Lo mismo sucede entre vosotros, cuando la advertencia de un sabio se transmite por medio de la voz de un atolondrado o de un hombre de mala fe.
9. ¿Se concibe que así suceda con los médiums intuitivos, pero no con los mecánicos? Vosotros no os hacéis bien cargo del papel que juegan los médiums; hay en esto una ley que aún no habéis entendido. Acordaos que para operar el movimiento de un cuerpo inerte, el Espíritu tiene necesidad de una porción de fluido animalizado que toma del médium para animar momentáneamente la mesa, a fin de que ésta obedezca a su voluntad: pues bien: comprended también que para una comunicación inteligente hay necesidad de un intermediario inteligente, y que este intermediario es el Espíritu del médium. – Esto no parece aplicable a lo que se llama mesas parlantes; porque desde que los objetos inertes, como mesas, tablitas o cestitos das respuestas inteligentes, parece que el Espíritu del médium no tiene en ello parte. Esto es un error; el Espíritu puede dar al cuerpo inerte una vida ficticia, momentánea, pero no inteligente; nunca un cuerpo inerte ha sido inteligente. Es, pues, el Espíritu del médium el que recibe el pensamiento sin saberlo y lo transmite poco a poco con la ayuda de los diversos intermediarios.
10. ¿Parece resultar de estas explicaciones que el Espíritu del médium nunca está completamente pasivo? Está pasivo cuando no mezcla sus propias ideas con las del espíritu extraño, pues no es nunca enteramente nulo; su concurso es siempre necesario como intermediario aun en los que vosotros llamáis médiums mecánicos.
11. ¿No hay más garantía de independencia en el médium mecánico que en el médium intuitivo? Sin ninguna duda, y para ciertas comunicaciones es preferente un médium mecánico; pero cuando se conocen las facultades del médium intuitivo, esto viene a ser indiferente, según las circunstancias; quiero decir que hay comunicaciones que requieren menos precisión.
12. Entre los diferentes sistemas que se han emitido para explicar los fenómenos espiritistas, hay uno que consiste en creer que la verdadera mediumnidad está en cuerpo completamente inerte, en la cestita o en el cartón, por ejemplo, que sirve de instrumento; que el Espíritu extraño se identifica con este objeto y no sólo de la vida, sino inteligencia; de aquí viene el nombre de médiums inertes dado a estos objetos; ¿qué pensáis de todo esto? Una sola palabra basta para contestar a esto: si el Espíritu había transmitido la inteligencia al cartón al mismo tiempo que la vida, el cartón escribiría solo, sin el concurso del médium; sería muy singular que el hombre inteligente se volviese máquina, y que un objeto inerte se volviese inteligente. Este es uno de los numerosos sistemas nacidos de una idea preconcebida y que caen, como otros tantos, ante la experiencia y la observación.
13. ¿Un fenómeno bien conocido podría acreditar la opinión de que hay en los cuerpos inertes animados más que la vida, más aun, la inteligencia, es el de las mesas, cestitas, etc., que expresan por su movimiento la cólera o la afección? Cuando un hombre agita un palo con cólera, no es el palo es que está encolerizado, ni la mano que tiene el palo, sino el pensamiento que dirige la mano; las mesas y las cestitas no son más inteligentes que el bastón; no tienen ningún sentimiento inteligente, pero obedecen a una inteligencia; en una palabra, no es el Espíritu el que se transforma en cestita, ni siquiera el que fije en él su domicilio.
14. ¿Si no es racional el atribuir inteligencia a estos objetos, puede considerárseles como una variedad de los médiums, designándoles bajo el nombre de médiums inertes? Esto en cuestión de palabras y poco nos importa, con tal que os entendáis. Sois libres para llamar al hombre un muñeco.
15. Los Espíritus sólo tienen el lenguaje del pensamiento, no tienen el lenguaje articulado; por esto no hay para ellos sino un idioma; según eso podría un Espíritu expresarse por la vía mediúmnica en un lenguaje que no hubiese jamás usado viviendo; y en este caso, ¿de dónde sacaría las palabras de las cuales se sirve? Acabáis de responder a vuestra pregunta diciendo que el Espíritu tiene una sola lengua que es la del pensamiento; esta lengua todos la comprenden, lo mismo los hombres que los Espíritus. El Espíritu errante, dirigiéndose al Espíritu encarnado del médium, no le habla ni francés ni inglés, sino la lengua universal, que es la del pensamiento; para traducir sus ideas en un lenguaje articulado, transmisible, saca sus palabras del vocabulario del médium.
16. Si así fuese, el Espíritu no debería poder expresarse sino en el idioma del médium, mientras que se les ve escribir en idiomas desconocidos de este último; ¿no hay en esto una contradicción? Notad primero que todos los médiums no son igualmente a propósito para esta clase de ejercicio, al mismo tiempo que los Espíritus no se prestan a ello sino accidentalmente, cuando juzgan que puede ser útil; pero para las comunicaciones usuales y de cierta extensión prefieren servirse del lenguaje familiar del médium, porque les presenta menos dificultad material para vencer.
17. La aptitud de ciertos médiums para escribir una lengua que le es extraña, ¿acaso no sería el resultado de que esta lengua les fue familiar en otra existencia, de la que pueden conservar la intuición? Ciertamente puede suceder de este modo, pero esta no es una regla; el Espíritu puede, con algunos esfuerzos, sobrepujar momentáneamente la resistencia material que encuentra; esto es lo que sucede cuando el médium escribe en su propia lengua palabras que no conoce.
18. Una persona que no supiese escribir, ¿podría escribir como médium? Sí; pero se concibe que aun en esto hay una grande dificultad mecánica que vencer, no teniendo la mano la costumbre del movimiento necesario para formar las letras. Lo mismo sucede con los médiums dibujantes que no saben dibujar.
19. Un médium muy poco inteligente, ¿podría transmitir comunicaciones de un orden elevado? Sí, por la misma razón que un médium puede escribir en un idioma que no conoce. La mediumnidad propiamente dicha, es independiente de la inteligencia, así como de las cualidades morales, y a falta de un instrumento mejor puede el Espíritu servirse del que tiene a mano; pero es muy natural que para comunicaciones de cierto orden prefiera el médium que lo ofrece menos dificultades materiales. Hay, además, otra consideración: el idiota muchas veces sólo es idiota por la imperfección de sus órganos, pero su Espíritu puede estar más adelantado de lo que vosotros creéis; tenéis la prueba por ciertas evocaciones de idiotas muertos o vivos.
Observación. — Este es un hecho probado por la experiencia; nosotros hemos evocado varias veces a idiotas vivientes que han dado pruebas patentes de su identidad y respondían de un modo muy sensato y aun superior. Ese estado es un castigo para el Espíritu que sufre por el embarazo en que se encuentra. Un médium idiota puede, pues, algunas veces, ofrecer al Espíritu que quiere manifestarse más recursos de los que se cree. (Véase La Revista Espírita, julio de 1860, artículo sobre la “Frenología” y la “Fisonomía”.
20. ¿De dónde viene la aptitud de ciertos médiums para escribir en verso a pesar de su ignorancia en poesía? La poesía es un lenguaje; pueden escribir en verso así como pueden escribir en un lenguaje que no conocen; además pueden haber sido poetas en otra existencia, y como se os ha dicho ya, los conocimientos adquiridos nunca se pierden para el Espíritu que debe llegar a la perfección en todas las cosas. Entonces lo que ellos supieron les da, sin que lo conozcan, una facilidad que no tienen en el estado ordinario.
21. ¿Sucede lo mismo con aquellos que tienen una aptitud especial para el dibujo y la música? Sí; el dibujo y la música son también modos de expresar el pensamiento; los Espíritus se sirven de los instrumentos que les ofrecen más facilidad.
22. ¿La expresión del pensamiento para la poesía, el dibujo o la música, depende únicamente de la aptitud especial del médium o de la del Espíritu que se comunica? Unas veces del médium, otras del Espíritu. Los Espíritus superiores tienen todas las aptitudes; los Espíritus inferiores tienen conocimientos limitados.
23. ¿Por qué el hombre que tiene un talento superior en una existencia, no lo que tiene en una existencia siguiente? No sucede siempre así porque muchas veces perfecciona en una existencia lo que ha empezado en otra, pero puede suceder que una facultad superior dormite cierto tiempo para dejar a otra más libertad para desarrollarse; es un germen latente que encontrará más tarde, y del que siempre quedan algunas señales, o al menos una vaga intuición.
Aptitud de ciertos médiums para las cosas que no conocen: los idiomas, la música, el dibujo, etc.
224. El Espíritu extraño comprende, sin duda, todos los idiomas, puesto que los idiomas son la expresión del pensamiento, y que el Espíritu comprende por el pensamiento; pero para manifestar este pensamiento es necesario un instrumento; este instrumento es el médium. El alma del médium que recibe la comunicación extraña no puede transmitirla sino por los órganos de su cuerpo; así pues, estos órganos no pueden tener para una lengua desconocida la flexibilidad que tiene para la que les es familiar. Un médium que solo sepa el francés podrá, accidentalmente, dar una respuesta en inglés, por ejemplo, si al Espíritu le place hacerlo; pero los Espíritus que encuentran ya el lenguaje humano demasiado lento en comparación con la rapidez del pensamiento, puesto que abrevian tanto como pueden, se impacientan de la resistencia mecánica que experimentan, y por esto no lo hacen siempre. Es también la razón porque un médium novicio que escriba penosamente y con lentitud aun siendo en su propia lengua, en general no obtiene más que respuestas breves y sin desarrollo; así es que los Espíritus recomiendan también que no se hagan por su intermediario sino preguntas sencillas. Para las de una gran importancia, es preciso un médium formado que no ofrece ninguna dificultad mecánica al Espíritu. Nosotros no tomaríamos, para que vos leyera, un discípulo que deletrease; un buen obrero no se sirve de malas herramientas. Añadamos otra consideración de gran interés por lo que concierne a los idiomas extranjeros. Los ensayos de este género siempre se hacen por curiosidad y de experimento; nada es más antipático a los Espíritus que las pruebas a las cuales se les quiere someter. Los Espíritus superiores jamás se prestan a ello y se van en el momento que quieren hacerlo. Tanto como se complacen en las cosas útiles y formales, les repugna el ocuparse de cosas tontas y sin objeto. Dirán los incrédulos: esto es para convencernos y este fin es útil, puesto que puede ganar adeptos para la causa de los Espíritus. A esto responden ellos: Nuestra causa no necesita a los que tienen demasiado orgullo para creerse indispensables; nosotros llamamos a los que nosotros queremos, y a menudo estos son los más pequeños y los más humildes. ¿Hizo Jesús los milagros que le pedían los escribas? ¿Y de qué hombre se sirvió para revolucionar el mundo? Si queréis convenceros tenéis otros medios que la fuerza; empezad primero por someteros; no está en el orden que el discípulo imponga su voluntad al maestro.
Resulta de eso que, salvas algunas excepciones, el médium manifiesta el pensamiento de los Espíritus por los medios mecánicos que están a su disposición, y que la expresión de este pensamiento puede y aun debe lo más a menudo resentirse de la imperfección de estos medios; así es que el hombre inculto, el labriego, podrá decir las cosas más hermosas, expresar los pensamientos más elevados, los más filosóficos, hablando como un labriego; porque ya se sabe: para los Espíritus el pensamiento lo domina todo. Esto contesta a la objeción hecha por algunos críticos con motivo de la falta de corrección de estilo y de ortografía que puede tenerse que reprochar a los Espíritus, y que pueden provenir del médium, así como del Espíritu. Pararse en semejantes cosas es un trivialidad. No es menos pueril el ocuparse en reproducir estas incorrecciones con una minuciosa exactitud, como lo hemos visto hacer algunas veces.
Pueden pues corregirse sin escrúpulo, a menos que sean un tipo característico del Espíritu que se comunica, en cuyo caso es útil conservarlas como prueba de identidad. De este modo, por ejemplo, hemos visto a un Espíritu escribir constantemente Jule (sin s) hablando de su nieto, porque cuando vivía escribía de este modo y esto que el nieto que servía de médium sabía perfectamente escribir su nombre.
Disertación de un Espíritu sobre el oficio de los médiums.
Cualquiera que sea la naturaleza de los médiums escribientes, mecánicos, semimecánicos o simplemente intuitivos, nuestros procedimientos de comunicación con ellos no varían esencialmente. En efecto, nos comunicamos con los Espíritus encarnados, como con los Espíritus propiamente dichos, por la sola difusión de nuestro pensamiento.
Nuestros pensamientos no tienen necesidad de la palabra para que sean comprendidos por los Espíritus, y todos perciben el pensamiento que deseamos comunicarles con sólo dirigirlo hacia ellos, y esto es en razón de sus facultades intelectuales, es decir, que tal pensamiento puede ser comprendido por algunos, según su adelantamiento, mientras que para otros, no despertándoles este pensamiento ningún recuerdo, ningún conocimiento en el fondo de su corazón o de su cerebro, no es perceptible para ellos. En este caso es Espíritu encarnado que nos sirve de médium es más propio para manifestar nuestro pensamiento a los otros encarnados, aun cuando él no lo comprenda, que un Espíritu desencarnado y poco avanzado no podría hacerlo sin estar obligado a recurrir a su intermediario; porque el ser terrestre pone su cuerpo como instrumento a nuestra disposición, lo que no puede hacer el Espíritu errante.
De este modo, cuando encontramos un médium con el cerebro bien provisto de conocimientos adquiridos en la vida actual y su Espíritu rico de conocimientos anteriores latentes propios para facilitar nuestras comunicaciones, nos servimos de él con preferencia, porque con él, el fenómeno de la comunicación no es mucho más fácil que con un médium cuya inteligencia fuese limitada y cuyos conocimientos anteriores hubiesen quedado insuficientes. Vamos a ver si podemos hacernos comprender por algunas explicaciones limpias y precisas.
Con un médium cuya inteligencia actual o anterior se encuentra desarrollada, nuestro pensamiento se comunica instantáneamente de Espíritu a Espíritu, por una facultad propia a la esencia del mismo Espíritu. En este caso encontramos en el cerebro del médium los elementos propios para dar a nuestro pensamiento la forma de la palabra correspondiendo a este pensamiento, y esto que el médium sea intuitivo, semimecánico o mecánico puro. Por esto cualquiera que sea la diversidad de los Espíritus que comunican con el médium, los dictados que se obtienen por él, aunque procedan de Espíritus diversos, llevan el sello de la forma y el calor personal de este médium. Sí; bien que el pensamiento sea del todo extraño a él, bien que el asunto salga del círculo en el cual se mueve habitualmente, o bien que lo que nosotros queremos decir no provenga de ningún modo de él, no por esto deja de influir menos la forma, por las cualidades y las propiedades que son adecuadas a su individuo. Es absolutamente como cuando vosotros miráis deferentes puntos de vista con anteojos de diferentes matices, verdes, blancos o azules: aun cuando los puntos de vista u objetos mirados estén enteramente opuestos y enteramente independientes los unos de los otros, no por esto afectan menos siempre un tinte que proviene del color de los anteojos. Mejor aún, compararemos los médiums a estas vasijas llenas de líquidos de colores y transparentes que se ven en el mostrador de los farmacéuticos; pues bien: nosotros somos como las luces que iluminamos ciertos puntos de vista morales, filosóficos e internos a través de los médiums, azules, verdes o encarnados, de tal modo que nuestros rayos luminosos, precisados a pasar a través de los cristales, más o menos bien tallados, más o menos transparentes, es decir, por médiums más o menos inteligentes, no llegan sobre los objetos que queremos iluminar sino tomando el tinte, o mejor, la forma propia y particular de estos médiums. En fin, para terminar por la última comparación, nosotros, los Espíritus, somos como los compositores de música, que hemos compuesto o queremos improvisar un aire y no tenemos a la mano sino un piano, un violín, una flauta, un bajo o un silbato de dos cuartos. Es incontestable que con el piano, la flauta o el violín, ejecutaremos nuestro fragmento de una manera muy comprensible para los oyentes; y aun cuando los sonidos proviniendo del piano, del bajo o del clarinete, sean esencialmente diferentes los uno de los otros, nuestra composición será idénticamente la misma, salvo los cambios del sonido. Pero si sólo tenemos a nuestra disposición un silbato o un embudo, esta es nuestra dificultad.
En efecto, cuando nos vemos precisados a servirnos de médiums poco avanzados, nuestro trabajo es más largo y mucho más penoso, porque nos vemos obligados por recurso a tomar formas incompletas, lo que para nosotros es una complicación; porque entonces nos vemos forzados a descomponer nuestros pensamientos y proceder, palabra por palabra, letra por letra, lo que es enojoso y fatigante para nosotros, y una traba real para la prontitud y el desarrollo de nuestras manifestaciones.
Por esto somos felices cuando encontramos médiums bien apropiados, bien útiles, dotados de materiales prontos a funcionar, buenos instrumentos, en una palabra, porque entonces, nuestro periespíritu, obrando sobre el periespíritu que nosotros mediumnizamos, no hay más que dar impulsión a la mano que nos sirve de porta plumas o de lapicero; mientras que, con los médiums insuficientes, estamos obligados a hacer un trabajo análogo al que hacemos cuando nos comunicamos por golpes, es decir, designando letra por letra, palabra por palabra, cada una de las frases que forman la traducción de los pensamientos que queremos comunicar.
Por estas razones nos dirigimos con preferencia a las clases ilustradas e instruidas, para la divulgación del Espiritismo y el desarrollo de las facultades mediúmnicas escritoras, aun cuando entre estas clases se encuentran los individuos más incrédulos, los más rebeldes y los más inmorales. De la misma manera que dejamos hoy a los Espíritus burlones y poco avanzados el ejercicio de las comunicaciones tangibles de golpes y aportes, de la misma manera los hombres poco formales entre vosotros prefieren la vista de los fenómenos que hieren sus ojos y sus oídos, a los fenómenos puramente espirituales, puramente psicológicos.
Cuando queremos proceder por dictados espontáneos obramos sobre el cerebro, sobre el archivo del médium y reunimos nuestros materiales con los elementos que nos proporciona y siempre sin que él lo sepa; es como si tomásemos de su bolsillo las monedas que tuviese en él y las colocáramos siguiendo el orden que nos pereciera más útil.
Pero cuando el médium quiere preguntarnos el mismo de cualquier manera que sea, es bueno que reflexione formalmente a fin de que pueda preguntarnos de un modo metódico, facilitándonos así nuestro trabajo de contestación. Porque, como ya se os ha dicho en una instrucción precedente, vuestro cerebro está, a veces, en un desorden confuso, nos es tan penoso como difícil el movernos en el laberinto de vuestros pensamientos. Cuando las preguntas deben hacerse por terceros, es bueno, es útil que la serie de preguntas sean comunicadas anticipadamente al médium para que éste se identifique con el Espíritu que evoca y se impregne de ellas, por decirlo así, porque nosotros mismos tenemos entonces mucho más facilidad para responder, por la afinidad que existe entre nuestro periespíritu y es del médium que nos sirve de intérprete.
Ciertamente nosotros podemos hablar de matemática por mediación de un médium que parezca no entender nada; pero a veces el Espíritu de este médium posee este conocimiento en estado latente, es decir, personal, al ser fluídico y no al ser encarnado, porque su cuerpo actual es un instrumento rebelde o contrario a este conocimiento, Lo mismo sucede con la astronomía, la poesía, la medicina y los diversos idiomas, así como con todos los otros conocimientos particulares de la especie humana. En fin, tenemos, además, el medio trabajoso de la elaboración con médiums completamente extraños al objeto de que se han tratado, reuniendo las letras y las palabras, como en tipografía.
Así como lo hemos dicho ya, los Espíritus no tienen necesidad de vestir su pensamiento; perciben y comunican los pensamientos por el solo hecho de que existen en ellos. Los seres corporales al contrario no pueden percibir el pensamiento sino revestido. Mientras que la letra, la palabra, el sustantivo, el verbo, la frase, por decirlo de una vez, os son necesarias para percibir aunque sea mentalmente; ninguna forma visible o tangible es necesaria para nosotros. ERASTO Y TIMOTEO.”
Observación. — Este análisis del papel de los médiums, y de los procederes con ayuda de los cuales se comunican los Espíritus, es tan claro como lógico. Se desprende de este principio, que el Espíritu no saca sus ideas, sino los materiales necesarios para expresarlas en el cerebro del médium y que cuanto más este cerebro es rico en materiales, más fácil es la comunicación. Cuando el Espíritu se expresa en un lenguaje que es familiar al médium, encuentra en él las palabras completamente formadas para revestir la idea; si es en una lengua que le es extraña, no encuentra en él las palabras si no sólo y simplemente las letras; por esto el Espíritu está obligado a dictar, por decirlo así, letra por letra, de la misma manera que si nosotros quisiéramos hacer escribir en alemán al que no sabe ni una palabra. Si el médium no sabe leer ni escribir, tampoco posee el don de las letras; entonces es preciso conducirle la mano como a un discípulo; aquí hay una dificultad aun más grande que vencer. Estos fenómenos son , pues, posibles, y se tiene numerosos ejemplos; pero se comprende que ese modo de proceder está poco acorde con la extensión y la rapidez de las comunicaciones, y que los Espíritus deben preferir los instrumentos más fáciles, o como ellos dicen, los médiums bien surtidos a su punto de vista.
Si aquellos que soliciten estos fenómenos como un medio de convicción, hubiesen estudiado con anticipación la teoría, sabrían en qué condiciones excepcionales se producen.
CAPÍTULO XX - INFLUENCIA MORAL DEL MÉDIUM
Cuestiones diversas
2. Se ha dicho siempre que la mediumnidad es un don de Dios, una gracia, un favor. ¿Por qué, pues, no es el privilegio de los hombres de bien y por qué se ven hombres indignos que están dotados de ella al más alto grado y de la que hacen un mal uso? Todas las facultades son favores de que debe darse gracias a Dios, puesto que hay hombres que son privados de ellos. ¿Podrías también preguntar por qué Dios concede buena vista a los malhechores, destreza a los tramposos, la elocuencia a aquellos que se sirven de ella para decir cosas malas? Lo mismo sucede en la mediumnidad; son dotadas de ellas personas indignas, porque tienen necesidad de esta facultad para mejorarse. ¿Acaso pensáis que Dios rehusa al culpable los médiums de salvación? Los multiplica a su paso, se los pone en las manos; a ellos toca el aprovecharse. ¿Judas, el traidor, no hizo milagros y sanó enfermos como apóstol? Dios quiso que tuviese este don, para que su traición fuese más odiosa.
3. Los médiums que hacen mal uso de su facultad, que no se sirven de ella con las miras del bien o que no se aprovechan para su instrucción, ¿sufrirán las consecuencias? Si, hacen mal uso de esta facultad, serán doblemente castigados, porque tienen un medio más para ilustrarse y no se aprovechan. El que ve claro y tropieza es más vituperable que el ciego que cae en el hoyo.
4. Hay médiums a quienes éstos dan espontáneamente y casi constantemente comunicaciones sobre un mismo motivo, sobre ciertas cuestiones morales, por ejemplo: sobre ciertos defectos determinados. ¿Tiene esto objeto? Sí; este objeto es el de iluminarles sobre este punto muchas veces repetido, o para corregirles de ciertos defectos; por esto a los unos les hablarán incesantemente de orgullo, a otros de caridad; sólo la saciedad puede al fin abrirle os ojos. No hay médiums que hagan mal uso de su facultad, por ambición o por interés, o comprometiéndola por una falta capital, como el orgullo, el egoísmo, la ligereza etcétera, que no reciba de tiempo en tiempo algunas amonestaciones de parte de los Espíritus; lo malo es que la mayor parte de las veces no toman esto para sí.
Observación. – Los Espíritus usan muchas veces la prudencia en su lecciones, las dan de un modo indirecto para dejar el mérito al que sabe aplicarlas y sacar provecho; pero la ceguedad y el orgullo son tales entre ciertas personas, que no se reconocen en el cuadro que se les pone delante de los ojos; tanto más el Espíritu les da a entender que se dirige a ellas, se enfadan y tratan al Espíritu de mentiroso o bromista de mal género. Esto solo prueba que el Espíritu tienen razón.
5. En las lecciones que se dictan a un médium de una manera general y sin aplicación personal, ¿no obra éste como instrumento pasivo para servir a la instrucción de otro? Muchas veces estos avisos y consejos no se dictan para él personalmente, sino para los otros, a los cuales no podemos dirigirnos sino por la intervención de este médium, pero el mismo debe tomar su parte si no le ciega el amor propio. No creáis que la facultad medíanímica se haya dado para corregir sólo a una o dos personas, no; el fin es más grande: se trata de la Humanidad. Un médium es un instrumento muy poco importante como a individuo; por esto, cuando damos instrucciones que deben aprovechar a la generalidad, nos servimos de aquellos que poseen facilidades necesarias, pero admitid como cierto que vendrá un tiempo en que los buenos médiums serán bastante comunes, para que los buenos Espíritus no tengan necesidad de servirse de malos instrumentos.
6. Puesto que las cualidades morales del médium alejan a los Espíritus imperfectos, ¿en qué consiste que un médium dotado de buenas cualidades transmita contestaciones falsas y groseras? ¿Conoces tú, todos los pliegues de tu alma? Por lo demás, sin ser vicioso puede ser ligero y frívolo; y algunas veces tiene necesidad de una lección a fin de que esté preparado.
7. ¿Por qué permiten los Espíritus superiores que las personas dotadas de un gran poder como médiums, y que podrían hacer mucho bien, sean los instrumentos del error? Ellos procuran influirles, pero cuando se dejan arrastrar por el mal camino les dejan ir. Por esto se sirven de ello con repugnancia, porque “la verdad no puede ser interpretada por la mentira.”
8. ¿Es absolutamente imposible tener buenas comunicaciones por un médium imperfecto? Un médium imperfecto puede, algunas veces, obtener cosas buenas, porque si tiene una hermosa facultad, los Espíritus buenos pueden servirse de él a falta de otro en una circunstancia particular; pero esto sucede sólo momentáneamente, porque desde que encuentra uno que les conviene mejor le dan la preferencia.
Observación – Debe observarse que cuando los buenos Espíritus juzgan que un médium cesa de estar bien asistido, y por sus imperfecciones viene a ser presa de los Espíritus mentirosos, provocan casi siempre circunstancias que descubren sus faltas y les separan de las personas formales, y bien intencionadas, de cuya buena fe podría abusarse. En este caso cualquiera que sean sus facultades no son de envidiar.
9. ¿Cuál es el médium que podríamos llamar perfecto? ¡Perfecto! ¡Ah! Vosotros sabéis que la perfección no está sobre la Tierra; de otro modo no estarías en ella; di, pues, médium bueno, y esto será ya mucho, porque son raros. El médium perfecto sería aquel a quien los malos Espíritus no se hubieran atrevido jamás a hacer una tentativa para engañarle; el mejor es aquel que, no simpatizando, sino con buenos Espíritus, ha sido engañado menos veces.
10. ¿Si solo simpatiza con buenos Espíritus, cómo éstos pueden permitir que sea engañado? Los buenos Espíritus lo permiten algunas veces con los mejores médiums para ejercitar su juicio y enseñarles a discernir lo verdadero de lo falso; además, que por bueno que sea un médium nunca es tan perfecto que no pueda dar lugar a ser atacado por algún flanco débil; esto debe servirle de lección. Las falsas comunicaciones que recibe de vez en cuando son advertencias para que no se crea infalible y no se enorgullezca, porque el médium que obtiene las cosas más notables no puede envanecerse por ello, pues le sucede como al que toca el organillo, que produce muy buenos aires dando vueltas al manubrio de su instrumento.
11. ¿Cuáles son las condiciones necesarias para que la palabra de los Espíritus superiores nos llegue pura de toda alteración? Querer el bien, desterrar el egoísmo y el orgullo, lo uno y lo otro es necesario.
12. Si la palabra de los Espíritus superiores no llega a nosotros pura, sino con las condiciones que con dificultad se encuentran ¿no es esto un obstáculo para la propagación de la verdad? No, porque la luz llega siempre para aquel que quiere recibirla. El que quiere ver claro debe huir de las tinieblas y las tinieblas están en la impureza del corazón. Los Espíritus que vosotros miráis como la personificación de bien no se presentan de buena gana al llamamiento de aquellos cuyo corazón está manchado por el orgullo, la ambición y la falta de caridad. Aquellos, pues, que quieren ver claro que se despojen de toda vanidad humana y humillen su razón ante el poder infinito del Creador; esta será la mejor prueba de su sinceridad, y esta condición cada uno puede llenarla.
El orgullo se traduce en los médiums por señales no equívocas sobre las cuales es tanto más necesario el llamar la atención como que es una de las extravagancias que deben inspirar desconfianza sobre la veracidad de sus comunicaciones. En primer lugar es una confianza ciega en la superioridad de estas mismas comunicaciones y en la infabilidad del Espíritu que se los da; de aquí dimana cierto desdén por todo lo que no viene de ellos por que se creen el privilegio de la verdad. El prestigio de los grandes nombres con los cuales se adornan los espíritus para justificar que les protegen, les ofusca, y como su amor propio sufriría confesando que son engañados, rechazan toda clase de consejos; los evitan aun alejándose de sus amigos y de cualquiera que pudiese abrirles los ojos; si son condescendientes en escucharles, no hacen caso de sus avisos, porque dudar de la superioridad de su Espíritu, es casi una profanación. Se ofuscan por la menor contradicción, por una simple observación crítica, y, algunas veces llegan hasta aborrecer a las personas que les han hecho favores. Merced a este aislamiento provocado por los Espíritus que no quieren tener contradictores, éstos están satisfechos con entretenerles en sus ilusiones; de este modo les hacen aceptar a su gusto los más grandes absurdos por cosas sublimes. Así, pues, confianza absoluta en la superioridad de lo que obtienen, desprecio de lo que no viene de ellos, importancia irreflexiva dada a los grandes nombres, no admitir consejos, tomar mal toda crítica, alejamiento de aquellos que puedan dar avisos desinteresados, creencia en su habilidad a pesar de su falta de experiencia; tales son los caracteres de los médiums orgullosos.
Es menester convenir también que el orgullo está excitado en el médium por aquellos que le rodean. Si tiene facultades un poco transcentales, es buscado y elogiado; se cree indispensable y muy pronto afecta el aire de suficiencia y desdén cuando presta su concurso. Más de una vez, nos lamentamos, por los elogios que dimos a ciertos médiums, con el objetivo de animarlos.
Disertaciones de un Espíritu sobre la influencia moral
Ya lo hemos dicho: los médiums, en su calidad de médiums, sólo tienen una influencia secundaria en las comunicaciones de los Espíritus; sus funciones son las de una máquina eléctrica que transmite los despachos telegráficos de un punto distante a otro de la Tierra. De este modo, cuando nosotros queremos dictar una comunicación, obramos sobre el médium como el empleado del telégrafo sobre su aparato; es decir, de la misma manera que el tac-tac telégrafo designa a distancia de millares de leguas sobre una tira de papel los signos reproductores del despacho, de la misma manera nosotros también comunicamos a través de distancias inconmensurables, que separan el mundo visible del mundo invisible, el mundo inmaterial del mundo encarnado, lo que nosotros queremos enseñaros por medio del aparato mediúmnico. Pero también así como las influencias atmosféricas obran y turban a menudo la transmisión del telégrafo eléctrico, la influencia moral del médium, obra y turba algunas veces la transmisión de nuestros despachos de ultratumba, porque nos vemos obligados a hacerles pasar por un ambiente que les es contrario. Sin embargo, esta influencia se anula por nuestra energía y nuestra voluntad y ningún acto perturbador se manifiesta. En efecto, los dictados de una alta importancia filosófica, las comunicaciones de una perfecta moralidad son transmitidas algunas veces por médiums poco a propósito para estas enseñanzas superiores; mientras que por otro lado se transmiten algunas veces comunicaciones poco edificantes por conducto de médiums que se avergüenzan de haberles servido de conductor.
En tesis general, se puede afirmar que los Espíritus semejantes llaman a sus semejantes y que rara vez los Espíritus de pléyades elevadas se comunican por aparatos malos conductores, cuando tienen a la mano buenos instrumentos mediúmnicos, buenos médiums, en una palabra.
Los médiums ligeros y poco formales llaman, pues, a los Espíritus de la misma naturaleza; por esto sus comunicaciones están llenas de elogios, frivolidades, ideas sin continuidad y a menudo muy heterodoxas, espiritísticamente hablando. Ciertamente pueden decir y dicen algunas veces cosas buenas; pero sobre todo en esto caso es menester practicar un examen severo y escrupuloso; porque entre estas cosas buenas, ciertos Espíritus hipócritas insinúan con habilidad y con una perfidia calculada hechos calumniosos y aserciones mentirosas, a fin de engañar la buena fe de sus oyentes. Entonces debe uno quitar, sin consideración, toda palabra, toda frase equívoca, y no conservar del dictado sino lo que la lógica acepta o lo que la doctrina ha enseñado ya. Las comunicaciones de esta naturaleza sólo son temibles para los espiritistas aislados, los grupos recientes o poco instruidos; porque en las reuniones en que los adeptos están más adelantados o han adquirido la experiencia, el grajo que se adorna con las plumas del pavo real es siempre irremisiblemente despedido.
No hablaré de los médiums que se complacen en solicitar y escuchar comunicaciones obscenas; dejemos que se complazcan en la sociedad de los Espíritus cínicos. Por lo demás, las comunicaciones de este orden por ellas mismas buscan la soledad y el aislamiento; en todo caso, sólo podrían despertar el desdén y el disgusto entre los hombres de los grupos filosóficos y formales. Pero donde se hace sentir realmente la influencia moral del médium, es cuando éste sustituye sus ideas personales a las que los Espíritus esfuerzan en sugerirle; igualmente, cuando saca de su imaginación teorías fantásticas que el mismo cree de buena fe que resultan de una buena comunicación intuitiva. En tal caso puede entonces hacerse la apuesta de mil contra uno que esto sólo es el reflejo del Espíritu personal del médium; acontece también el hecho curioso de que la mano del médium se mueve algunas veces casi mecánicamente impulsada por un Espíritu secundario y burlón. Contra esta piedra de toque vienen a estrellarse las imaginaciones ardientes; porque arrastrados por el ardor de sus propias ideas y por el oropel de sus conocimientos literarios, los médiums desconocen el modesto dictado de un Espíritu prudente, y abandonado la presa por la sombra lo sustituyen por una paráfrasis pomposa. Contra este escollo terrible vienen igualmente a estrellarse las personalidades ambiciosas que, en defecto de comunicaciones buenas que los Espíritus buenos les rehúsan, presentan sus propias obras como obra de los mismos Espíritus. Aquí tenéis por qué es preciso que los jefes de los grupos espiritistas estén dotados de un tacto exquisito y de una rara sagacidad para discernir las comunicaciones auténticas de aquellas que no lo son, y para no herir a aquellos que se hacen ilusión a sí mismos.
En la duda abstente, dice uno de vuestros antiguos proverbios; no admitáis, pues, sino aquello que tenga para vosotros una evidencia cierta. Desde que aparezca una opinión nueva, por poco que la creáis dudosa, pasadla por el tamiz de la razón y de la lógica; lo que la razón y el buen sentido reprueban, rechazadlo con vigor; más vale rechazar diez verdades que admitir una sola mentira, una sola teoría falsa. En efecto, sobre esta teoría podéis edificar todo un sistema que se derrumbaría al primer soplo de la verdad como un monumento construido sobre la arena movediza, mientras que si hoy rechazáis ciertas verdades porque no se os demuestran lógica y claramente, muy pronto un hecho brusco o una demostración irrefutable vendrá a afirmaros en la autenticidad.
Sin embargo acordaos ¡oh espiritistas!, que para Dios y para los buenos Espíritus no hay nada imposible sino la injusticia y la iniquidad.
El Espiritismo está bastante esparcido ahora entre los hombres y ha moralizado suficientemente a los adeptos sinceros de su santa doctrina, para que los Espíritus no se vean precisados a emplear los malos instrumentos de los médiums imperfectos. Si, pues, un médium, cualquiera que sea, diere un legítimo motivo de sospecha, por su conducta o sus costumbres, por su orgullo, por su falta de amor y caridad, rechazad, rechazad sus comunicaciones, porque hay una serpiente oculta en las matas. Aquí tenéis mi conclusión sobre la influencia moral de los médiums.
ERASTO”
CAPÍTULO XXI - INFLUENCIA DEL CENTRO
2. ¿Los Espíritus superiores no pueden triunfar de la mala voluntad del Espíritu encarnado que les sirve de intérprete y de los que le rodean? Sí, cuando lo juzgan útil y según la intención de la persona que se les dirige. Ya lo hemos dicho: los Espíritus más elevados pueden algunas veces comunicarse por un favor especial a pesar de la imperfección del médium y del centro, pero entonces éstos permanecen allí como extraños.
3. ¿Los Espíritus superiores procuran conducir las reuniones fútiles a ideas más formales? Los Espíritus superiores no van a las reuniones en las que saben que su presencia es inútil. En los centros poco instruidos, pero en los que hay sinceridad, vamos con gusto, aun cuando no encontremos sino medianos instrumentos; pero en los centros instruidos, en los que domina la ironía, no vamos. Allí es menester hablar a los ojos y a los oídos; este es el papel de los Espíritus golpeadores y burlones. Es bueno que las gentes engreídas por su ciencia sean humilladas por los Espíritus menos sabios y menos avanzados.
4. ¿La entrada en las reuniones formales está prohibida a los Espíritus inferiores? No, algunas veces permanecen en ellas para aprovecharse de las enseñanzas que allí se dan; pero se callan como los atolondrados en las asambleas de los sabios.
CAPÍTULO XXII - DE LA MEDIUMNIDAD DE LOS ANIMALES
Disertación sobre esta cuestión
Lo mismo ha sucedido cuando la prestidigitación ha querido imitar la doble vista; se hacía demasiado con este objeto para que la ilusión fuese de larga duración. Desde la primera vez que nosotros asistimos a una reunión de esta clase, no vimos en ello sino una imitación muy imperfecta del sonambulismo, revelando la ignorancia de las condiciones más esenciales de esta facultad.
Se trata, pues, de saber, si los animales son aptos como los hombres, para servir de intermediarios a los Espíritus para sus comunicaciones inteligentes. Parece bastante lógico el suponer que un ser viviente, dotado de cierta dosis de inteligencia, sea más propio a este efecto que un cuerpo inerte sin vitalidad como una mesa, por ejemplo; sin embargo, esto no tiene lugar.
Esta comunicación ha sido dada a consecuencia de una discusión que tuvo lugar sobre este objeto en la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas.
Hoy abordo la cuestión de la mediumnidad de los animales, promovida y sostenida por uno de vuestros más fervientes adeptos. Él pretende, en virtud de este axioma: “Quien puede lo más puede lo menos”, que nosotros podemos mediumnizar a los pájaros y a los otros animales y servirnos de ellos en nuestras comunicaciones con la especie humana. Esto es lo que vosotros llamáis en filosofía, o más bien en lógica, pura y simplemente un sofisma. “Vosotros animáis, dice él, la materia inerte, es decir, una mesa, una silla, un piano; a fortiori debéis animar la materia ya animada de los pájaros”. Pues bien; en el estado normal del Espiritismo no sucede esto, no puede ser.
En primer lugar convengamos bien en nuestros hechos. ¿Qué es un médium? Es el ser, es el individuo, que sirve de trazo de unión a los Espíritus para que éstos puedan comunicar con facilidad con los hombres: Espíritus encarnados. Por consiguiente, sin médium no hay comunicaciones tangibles, mentales, escritas, físicas ni de ninguna clase.
Hay un principio que, estoy seguro, es admitido por todos los espiritistas: este es que los semejantes obran sobre sus semejantes y como sus semejantes. Así, pues, ¿cuáles son los semejantes de los Espíritus sino los Espíritus, encarnados o no encarnados? ¿Es menester repetíroslo sin cesar? Pues bien, yo os lo repetiré otra vez: vuestro periespíritu y el nuestro están sacados del mismo ambiente, son de una naturaleza idéntica, son semejantes en una palabra; poseen una propiedad de asimilación más o menos desarrollada, de imitación más o menos vigorosa, que nos permite a Espíritus y encarnados ponernos con mucha prontitud y con mucha facilidad en relación. En fin, lo que pertenece en propiedad a los médiums, lo que es de la misma esencia de su individualidad, es una afinidad especial, y al mismo tiempo una fuerza de expansión particular que aniquila en ellos toda refractibilidad y establecen entre ellos y nosotros una especie de corriente y de fusión que facilita nuestras comunicaciones. Por otra parte, esta refractibilidad de la materia es la que se opone al desarrollo de la mediumnidad en la mayor parte de aquellos que no son médiums.
Los hombres siempre tienen propensión a exagerarlo todo; los unos, no hablo ahora de los materialistas, niegan un alma a los animales y otros quieren darles una, por decirlo así, semejante a la nuestra. ¿Por qué queréis confundir de este modo lo perfectible con lo imperfectible? No, no, estad bien convencidos, el fuego que anima a las bestias, el soplo que les hace obrar, mover, y hablar en su lengua, no tiene en cuanto al presente, ninguna disposición para mezclarse, para unirse, para confundirse con el soplo divino, el alma etérea, el Espíritu en una palabra, que anima el ser esencialmente perfectible: el hombre, este rey de la Creación. Por lo demás, ¿no es esta condición esencial de perfectibilidad lo que constituye la superioridad de la especie humana, sobre las otras especies terrestres? Pues bien, reconoced que no puede asimilarse al hombre, sólo perfectible en sí mismo y en sus obras, ningún individuo de las otras razas vivientes sobre la Tierra.
El perro, que por su inteligencia superior entre los animales, se tornó amigo y comensal del hombre, ¿es perfectible por sí mismo y por su iniciativa personal? Nadie se atrevería a sostenerlo, porque el perro no hace progresar al perro; y aquel de entre ellos que mejor adiestrado está, lo es siempre por su adiestrador. Desde que el mundo es mundo, la nutria construye su choza sobre las aguas; con las mismas proporciones, y siguiendo una regla invariable; los ruiseñores y golondrinas jamás construyen sus nidos de otro modo que lo hicieron sus padres. Un nido de gorriones antes del diluvio, así como un nido de gorriones de la época moderna, siempre es un nido de gorriones edificado con las mismas condiciones y por el mismo sistema de entrelazamiento de hebras de yerbas y desperdicios recogidos en primavera, en la época de los amores. Las abejas y las hormigas, estas pequeñas repúblicas caseras, nunca han variado en sus costumbres de provisiones, en su modo de andar, en sus hábitos y en sus producciones. En fin, la araña teje siempre su tela del mismo modo.
Por otra parte, si buscáis las cabañas de follaje y las tiendas de las primeras edades de la Tierra, encontraréis en su lugar los palacios y las mansiones de la civilización moderna; los vestidos de sucia piel han sido reemplazados por tejidos de oro y seda; en fin, a cada paso encontraréis la prueba de esta marcha incesante de la Humanidad hacia el progreso.
De este progreso constante, invencible, irrecusable de la especie humana y del modo de estacionarse indefinido de las otras especies animadas, convenid conmigo que si existen principios comunes en lo que vive y se mueve sobre la tierra, el aliento y la materia, no es menos verdad que vosotros, sólo Espíritus encarnados, estáis sometidos a esta inevitable ley del progreso que os empuja fatalmente hacia delante y siempre adelante. Dios ha puesto los animales a vuestro lado como auxiliares para alimentaros, para vestiros, para secundaros. Les ha dado cierta dosis de inteligencia porque para ayudaros le es necesaria la comprensión, y ha proporcionado su inteligencia a los servicios que están llamados a prestaros; pero en su sabiduría no ha querido que estuviesen sometidos a la misma ley del progreso; tales como fueron creados, tales han quedado y quedarán hasta la extinción de sus razas.
Se ha dicho: los Espíritus mediumnizan y hacen mover la materia inerte, las sillas, las mesas, los pianos; hacen mover, sí, pero, ¿mediumnizan? ¡No! Porque, lo repito, sin médium ninguno de estos fenómenos pueden producirse. ¿Qué tiene de extraordinario el que con el auxilio de uno o de muchos médiums, hagamos mover la materia inerte, pasiva, que justamente en razón de ser pasiva e inerte es, por lo mismo, propia para sufrir los movimientos y las impulsiones que deseamos imprimirle? Para esto tenemos necesidad de los médiums, es positivo, pero no es necesario que el médium esté presente o tenga conciencia de ello, porque nosotros podemos obrar con los elementos que nos proporciona, sin él saberlo y fuera de su presencia sobre todo en los hechos tangibles y de los aportes. Nuestra capa fluídica, más imponderable y más sutil que el más sutil y más imponderable de vuestros gases, uniéndose, casándose, combinándose con la capa fluídica más animalizada del médium y cuya propiedad de expansión y de penetración es impalpable para vuestros sentidos groseros y casi inexplicable para vosotros, nos permite mover los muebles y aun romperlos, en piezas o cuartos que no están habitados.
Ciertamente los Espíritus pueden hacerse visibles y tangibles para los animales, y a menudo el espanto repentino de que se ven poseídos y que os parece sin motivo, está causado por la vista de uno o de muchos de estos Espíritus mal intencionados para los individuos presentes o para aquellos a quienes pertenecen estos animales. Muy a menudo veis caballos que no quieren avanzar ni retroceder, o que se encabritan ante un obstáculo imaginario; pues bien: tened por cierto que el obstáculo imaginario es muchas veces un Espíritu o un grupo de Espíritus que se complacen impidiéndoles adelantar. Acordaos de la mula de Balaam, que viendo un ángel delante de ella blandiendo su brillante espada, se obstinaba en no moverse del puesto; es que antes de manifestarse visiblemente a Balaam, el ángel quiso hacerse visible al animal; pero, lo repito, nosotros no mediumnizamos directamente ni a los animales ni a la materia inerte; siempre nos hace falta de concurso consciente o inconsciente de un médium humano, porque nos hace falta la unión de fluidos homogéneos, lo que nosotros no encontramos ni en los animales ni en la materia bruta.
El Sr. T. . . dijo haber magnetizado a su perro; ¿hasta dónde llegó? Lo mató, porque este desgraciado animal murió después de haber caído en una especie de atonía, de languidez, consecuencia de su magnetización. En efecto, inundándole de un fluido absorbido en una esencia superior a la esencia especial de su naturaleza, lo ha aplastado y ha obrado sobre él, aunque más lentamente, de la misma manera que el rayo. Pues como que no hay homogeneidad posible entre nuestro periespíritu y la capa fluídica de los animales propiamente dichos les aplastaríamos instantáneamente mediumnizándolos.
Establecido esto, reconozco perfectamente que en los animales existen aptitudes diversas; que ciertos sentimientos, ciertas pasiones idénticas a las pasiones y a los sentimientos humanos se desarrollan en ellos; que son sensibles y reconocidos, vengativos e iracundos, según se les trata. Es que Dios, que no hace nada incompleto, ha dado a los animales compañeros o servidores del hombre, cualidades de sociabilidad que faltan completamente a los animales salvajes que habitan los desiertos. Pero de esto a poder servir de intermediarios para la transmisión del pensamiento de los Espíritus, hay un abismo: la diferencia de las naturalezas.
Vosotros sabéis que sacamos del cerebro de los médiums los elementos necesarios para dar a nuestra idea una forma sensible y comprensible para vosotros; con auxilio de los materiales que posee, el médium traduce nuestro pensamiento a la lengua vulgar; pues bien: ¿qué elementos encontraríamos en el cerebro de un animal? ¿Hay en él palabras, nombres, letras, cualquiera de las señales parecidas a las que existen en el hombre, aun en el menos inteligente? Sin embargo, vosotros diréis que los animales comprenden el pensamiento del hombre, aun lo adivinan; sí, los animales adiestrados comprenden ciertos pensamientos. Pero ¿nunca habéis visto que los reproduzcan? No; concluid, pues, de esto, la consecuencia de que los animales no pueden servirnos de intérpretes.
Para resumir: los hechos mediúmnicos no pueden manifestarse sin el concurso sabido o ignorado de los médiums; y sólo entre los encarnados, Espíritus como nosotros, podemos encontrar los que pueden servirnos de médiums. En cuanto a adiestrar a los perros, a los pájaros y a otros animales para que hagan tales o cuales ejercicios, es tarea vuestra y no nuestra.
ERASTO.
Nota – Se encontrarán en la Revista Espírita de septiembre de 1861, los detalles de un proceder empleado por adiestradores de pájaros sabios, para hacerles sacar de un paquete las cartas pedidas.
CAPÍTULO XXIII - DE LA OBSESIÓN
Obsesión simple
Fascinación
Subyugación
Causas de la obsesión
1.º Persistencia de un Espíritu en comunicarse contra la voluntad del médium, por la escritura, el oído, la typtología, etc., oponiéndose a que otros Espíritus puedan hacerlo.
2.º Ilusión, que no obstante la inteligencia del médium, le impide reconocer la falsedad y la ridiculez de las comunicaciones que recibe.
3.º Creencia en la infalibilidad y en la identidad absoluta de los Espíritus que se comunican y que, bajo nombres respetables y venerados, dicen cosas falsas o absurdas.
4.º Confianza del médium en los elogios que hacen de él los Espíritus que se le comunican.
5.º Propensión a separarse de las personas que pueden darle avisos útiles.
6.º Tomar a mal la crítica con respecto a las comunicaciones que reciben.
7.º Necesidad incesante e inoportuna de escribir.
8.º Sujeción física dominando la voluntad de cualquiera y forzándole a obrar o a hablar a pesar suyo.
9.º Ruidos y trastornos de cosas persistentes a su alrededor y de los que se es la causa o el objeto.
No son los médiums ni los espiritistas los que han creado a los Espíritus, sino que los Espíritus son la causa de que haya espiritistas y médiums; no siendo los Espíritus otra cosa que las almas de los hombres, hay, pues, Espíritus desde que hay hombres, y por consiguiente han ejercido en todo tiempo su influencia saludable o perniciosa sobre la Humanidad. La facultad medíanímica solo es para ellos un medio para manifestarse; en defecto de esta facultad lo hacen de mil maneras distintas más o menos ocultas. Sería, pues, un error creer que los Espíritus ejercen su influencia sólo por las comunicaciones escritas o verbales; esta influencia es de todos los instantes, y aquellos que no se ocupan de los Espíritus que ni creen en ellos están expuestos como los otros y aún más porque no tienen contrapeso. La mediumnidad es para el Espíritu un medio de hacerse conocer; si es malo se hace siempre traición por hipócrita que sea; puede, pues, decirse, que la mediumnidad permite que se vea a su enemigo frente a frente si uno puede expresarlo así, y combatirle con sus propias armas; sin esta facultad obra en la oscuridad y al favor de su invisibilidad puede hacer, y hace en realidad, mucho mal. ¡A cuántos actos no está uno impulsado por su desgracia, y que se hubieron evitado si hubiese habido un medio de ilustrarse! Los incrédulos no creen decir tanta verdad cuando dicen de un hombre que se extravía con obstinación: “Un mal genio le empuja hacia la perdición”. De este modo el conocimiento del Espiritismo, lejos de dar imperio a los malos Espíritus, debe tener por resultado en un tiempo más o menos próximo, cuando se habrá propagado, el destruir este imperio dando a cada uno los medios de ponerse en guardia contra sus sugestiones, y el que sucumba a nadie podrá culpar sino sí mismo.
Regla general: cualquiera que tenga malas comunicaciones espiritistas, escritas o verbales, está bajo una mala influencia; esta influencia se ejerce sobre él, que escriba o deje escribir, es decir, que sea o no médium, que crea o no crea. La escritura da el medio de asegurarse de la naturaleza de los Espíritus que obran sobre él y de combatirles si son malos, lo que se hace aún con más éxito cuando viene a conocer el motivo que les hace obrar. Si es demasiado ciego para comprenderle, otros podrán hacerle abrir los ojos.
En resumen, el peligro no está en el mismo Espiritismo, puesto que puede, por el contrario, servir de comprobante y preservarnos del que corremos sin cesar, sin que los sepamos; está en la orgullosa propensión de ciertos médiums en creerse, con demasiada ligereza, los instrumentos exclusivos de Espíritus superiores, y en la especie de fascinación que no les permite comprender las tonterías de las que son los intérpretes. Aquellos mismos que no son médiums pueden dejarse engañar. Citemos una comparación. Un hombre tiene un enemigo secreto que no conoce y que esparce contra el, por bajo mano, la calumnia y todo lo que la más negra maldad puede inventar; ve perder su fortuna, alejarse sus amigos, turbada su felicidad interior, no pudiendo descubrir la mano que le hiere, no puede defenderse y sucumbe; pero viene un día que este enemigo secreto le escribe, y a pesar de su astucia se hace traición. He aquí, pues, a su enemigo descubierto y puede confundirle y remontarse. Tal es el papel de los malos Espíritus, que el Espiritismo nos da la posibilidad de conocer y descubrir.
No podríamos ser bastante circunspectos cuando se trata de publicar estos escritos; las utopías y las excentricidades, de las que abundan mucho, y que chocan con el buen sentido, producen una molesta impresión sobre las personas novicias, dándoles una idea falsa del Espiritismo, sin contar que estas son armas de las cuales se sirven sus enemigos para ponerlo en ridículo. Entre estas publicaciones las hay que sin ser malas y sin dimanar de una obsesión pueden ser miradas como imprudentes, intempestivas o poco hábiles.
Medios de combatirla
Pero no siempre basta esto, y el proceso puede ser largo porque los hay que son tenaces, y para ellos los meses y los años son poca cosa. En tal caso el médium debe hacer una evocación ferviente a su buen ángel guardián, lo mismo que a los buenos Espíritus que le son simpáticos, y rogarles que le asistan. Con respecto al Espíritu obsesor, por malo que sea, es menester tratarle con severidad, pero con benevolencia, y vencerle con buenos procederes, rogando por él. Si realmente es perverso, se burlará al principio; pero moralizándole con perseverancia, finalizará por enmendarse: es la empresa de una conversión, tarea muy a menudo penosa, ingrata, aun repugnante, pero cuyo mérito está en la dificultad, y que si se cumple bien queda siempre la satisfacción de haber llenado un deber de caridad y muchas veces el haber conducido al buen camino a un alma perdida.
Conviene igualmente interrumpir toda comunicación escrita desde el momento que se reconoce que viene de un Espíritu malo que no quiere entender la razón, a fin de no darle el placer de ser escuchado. Aun en ciertos casos puede ser útil el dejar de escribir por algún tiempo; cada uno debe conducirse según las circunstancias. Pero si el médium escribiente puede evitar estas conversaciones, absteniéndose de escribir, no sucede lo mismo con el médium auditivo que el Espíritu obsesor persigue algunas veces a cada momento con sus palabras groseras u obscenas, y que ni siquiera tiene el recurso de taparse los oídos. Por lo demás es menester reconocer que ciertas personas se divierten con el lenguaje trivial de esta clase de Espíritus, que animan y provocan, riéndose de sus necesidades en lugar de imponerles silencio y moralizarles. Nuestros consejos no pueden aprovechar a los que quieren perderse.
Nosotros no podemos dar aquí sino consejos generales, porque no hay ningún proceder material, sobre todo ninguna fórmula, ni menos ninguna palabra sacramental que tenga el poder de echar a los Espíritu obsesores. Lo que le falta muchas veces al obseso, es una fuerza fluídica suficiente; en este caso la acción magnética de un buen magnetizador puede serle útil y servirle de ayuda. Por otra parte, siempre es bueno tomar por la mediación de un médium seguro, los consejos de un Espíritu superior o de su ángel de la guarda.
He aquí un ejemplo notable que puede servir de instrucción para todos:
Hacía ya algunos años que varias hermanas eran víctimas de depredadores muy desagradables. Dispersados sin cesar sus vestidos por todos los rincones de la casa, hasta por el tejado, cortados, rotos y acribillados de agujeros, por más que tuviesen buen cuidado de encerrarlos bajo llave. Estas señoras, relegadas en una pequeña localidad de provincia, nunca habían oído hablar de Espiritismo. Naturalmente su primer pensamiento fue que eran el blanco de burlas de mal género; pero esta persistencia y las precauciones que tomaban les quitaron esta idea. Después de mucho tiempo, con motivo de algunas indicaciones, creyeron oportuno dirigirse a nosotros para conocer la causa de estas desgracias y los medios de remediarlas si era posible. La causa no era dudosa; el remedio era más difícil. El Espíritu que se manifestaba por actos semejantes era evidentemente malévolo. Se mostró en la evocación de una grande perversidad e inaccesible a todo buen sentimiento. La oración pareció, sin embargo, ejercer una influencia saludable; pero después de algún tiempo de descanso, el pillaje empezó de nuevo. Aquí está el consejo que con este motivo dio un Espíritu superior.
Lo mejor que pueden hacer estas señoras es rogar a sus Espíritus protectores que no las abandonen; no tengo otro consejo mejor para darles; que examinen su conciencia para confesarse a sí mismas y ver si han practicado siempre el amor al prójimo y la caridad; no quiero decir la caridad que da y distribuye, sino la caridad de la lengua; porque desgraciadamente ellas no saben retener la suya, y no justifican, por su actos piadosos, el deseo que tienen de quedar libres del que les atormenta. Les gusta mucho decir mal del prójimo, y él Espíritu que les obsesa se venga, porque le hicieron padecer mucho cuando vivía. Que repasen su memoria y verán muy pronto con quién tienen que habérselas.
Sin embargo, si consiguen mejorarse, sus ángeles guardianes se les acercarán, y su sola presencia bastará para echar fuera al Espíritu malo que se ha apoderado de una de ellas sobre todo, porque su ángel de la guarda ha tenido que alejarse en vista de los actos reprensibles o de los pensamientos malos. Lo que les falta son fervientes oraciones por los que sufren, y sobre todo la práctica de las virtudes impuestas por Dios a cada uno, según su condición.
Sobre la observación que hicimos de que estas palabras nos parecían un poco severas, y que quizá sería necesario endulzarlas para transmitirlas, el Espíritu añadió:
Yo debo decir lo que he dicho y del modo como lo digo, porque las personas en cuestión tienen la costumbre de creer que no hacen mal con la lengua, y hacen mucho. Por esto es menester impresionar su Espíritu de manera que sea para ellos una advertencia formal.
De esto se desprende una enseñanza de una gran importancia, y es que las imperfecciones morales dan lugar a los Espíritus obsesores, y que el medio más seguro de desembarazarse de ellos es el atraer a los buenos por la práctica del bien. Los Espíritus buenos tienen, sin duda, más poder que los malos, y su voluntad basta para alejarlos; pero solo asisten a los que les secundan por los esfuerzos que hacen para mejorarse; de otro modo se alejan y dejan el campo libre a los Espíritus malos que vienen a ser de este modo, en ciertos casos, instrumentos de castigo, porque los buenos les dejan obrar con este fin.
La mortalidad o las enfermedades de los ganados de este hombre provienen de que sus cuadras están infestadas y no las hace reparar porque esto cuesta dinero.
1. ¿Por qué ciertos médiums no pueden desembarazarse de los Espíritus malos que se unen a ellos, y cómo los Espíritus buenos que evocan no son bastante poderosos para alejar a los otros y comunicarse directamente? No es el poder el que falta al Espíritu bueno; muchas veces es el médium que no es bastante fuerte para secundarle; su naturaleza se presta mejor a ciertas relaciones; su fluido se identifica más bien con un Espíritu que con otro; esto es lo que da mucho imperio a los que quieren mortificar.
2. ¿Nos parece, sin embargo, que hay personas muy meritorias, de una moralidad irreprochable, y con todo se ven imposibilitadas de comunicarse con los Espíritus buenos? Esta es una prueba; ¿y quién os ha dicho que su corazón no esté manchado con un poco de mal, que el orgullo no domine un poco la apariencia de bondad? Estas pruebas, mostrando al obseso su debilidad, deben conducirle a la humildad. ¿Hay alguno sobre la Tierra que pueda llamarse perfecto? Habrá quien tenga todas las apariencias de la virtud, y aun puede tener muchos defectos ocultos, un antiguo germen de imperfección. Por ejemplo, vosotros decís de aquel que no hace mal y que es leal en sus relaciones sociales: es un hombre bueno y digno. ¿Pero sabéis vosotros si sus buenas cualidades están empañadas por el orgullo, si no hay en él un fondo de egoísmo, si es avaro, celoso, rencoroso, maldiciente y cien otras cosas que vosotros no apercibís, porque vuestras relaciones con él no os han puesto en este caso? El medio más poderoso para poder combatir la influencia de los Espíritus malos es el acercarse todo lo posible a la naturaleza de los buenos.
3. La obsesión que se opone a que un médium obtenga las comunicaciones que desea, ¿es siempre una señal de ser indigno por su parte? Yo no he dicho que esta fuese una señal de poca dignidad, sino que puede ponerse un obstáculo a ciertas comunicaciones; lo que debe procurar es quitar el obstáculo que está en él; sin esto, sus oraciones y sus súplicas nada hacen. No basta que un enfermo diga a su médico: Dadme la salud, yo quiero estar bueno; el médico no puede nada si el enfermo no hace lo que es necesario.
4. ¿La privación de comunicarse con ciertos Espíritus sería, acaso, una especie de castigo? En ciertos casos esto podría ser un verdadero castigo, así como la posibilidad de comunicarse con ellos es una recompensa que debéis esforzaros en merecer. (Véase “Pérdida y suspensión de la mediumnidad”, número 220).
5. ¿Pueden combatirse las influencias de los Espíritus malos, moralizándoles? Sí, esto es lo que no se hace y es lo que no debe olvidarse de hacer, porque a menudo es una tarea que se os ha dado y que vosotros debéis cumplir caritativa y religiosamente. Por sabios consejos puede excitarse al arrepentimiento y activar su adelantamiento. — ¿Cómo puede un hombre, con relación a esto, tener una influencia que no tienen los mismos Espíritus? Los Espíritus perversos se aproximan más bien a los hombres que procuran atormentar, que a los Espíritus, de los que se alejan todo lo posible. En este contacto con los humanos, cuando encuentran quien los moraliza, en un principio no le escuchan, se ríen; después, si se les sabe conducir, concluyen por dejarse conmover. Los Espíritus elevados no pueden hablarle sino en nombre de Dios, y esto les asusta. El hombre no tiene, ciertamente, más poder que los Espíritus superiores, pero su lenguaje se identifica mejor con su naturaleza, y viendo el ascendiente que puede ejercer en los Espíritus inferiores, comprende mejor la solidaridad que existe entre el Cielo y la Tierra. Por lo demás, el ascendiente que el hombre puede ejercer sobre los Espíritus está en razón de su superioridad moral. No domina a los Espíritus superiores, ni aun a aquellos que, sin ser superiores, son buenos o benévolos, pero puede dominar a los Espíritus que le son inferiores en moralidad. (Véase número 279).
6. ¿La subyugación corporal, llevada hasta cierto grado, podría tener por consecuencia la locura? Sí, una especie de locura cuya causa no es conocida de la gente, pero que no tiene relación con la locura ordinaria. Entre los que se tienen por locos hay muchos que no son más que subyugados; les sería necesario un tratamiento moral, mientras que se les vuelve verdaderamente locos con los tratamientos corporales. Cuando los médicos conozcan bien el Espiritismo, sabrán hacer esta distinción y curarán más enfermos que con los baños de chorro (221).
7. ¿Qué debemos pensar de aquellos que, viendo algún peligro en el Espiritismo, creen que el medio de evitarlos es prohibir las comunicaciones espiritistas? Si pueden impedir a ciertas personas el comunicarse con los Espíritus, no pueden impedir las manifestaciones espontáneas, hechas a estas mismas personas, porque no pueden suprimir los Espíritus ni impedir su influencia oculta. Esto se parece a los niños que se tapan los ojos y creen que nadie les ve. Sería locura el querer suprimir una cosa que ofrece grandes ventajas, porque los imprudentes pueden abusar; el medio de evitar estos inconvenientes, es al contrario, el hacer conocer el fondo de esta cosa.
CAPÍTULO XXIV - IDENTIDAD DE LOS ESPÍRITUS
Pruebas posibles de identidad
Distinción de los buenos y de los malos Espíritus
1.º No hay otro criterio para discernir el valor de los Espíritus, que el buen sentido. Toda fórmula dada a este efecto por los mismos Espíritus es absurda y no puede dimanar de Espíritus superiores.
2.º Se juzga a los Espíritus por su lenguaje y por sus acciones. Las acciones de los Espíritus son los sentimientos que inspiran y los consejos que dan.
3.º Siendo admitido que los Espíritus buenos no pueden decir ni hacer sino bien, todo lo que es malo no puede venir de un Espíritu bueno.
4.º Los Espíritus superiores tienen un lenguaje siempre digno, noble, elevado, sin mezcla de ninguna trivialidad; todo lo dicen con sencillez y modestia; jamás se alaban ni hacen nunca ostentación de su saber ni de su posición entre los otros. El de los Espíritus inferiores o vulgares tiene siempre algún reflejo de las pasiones humanas; toda expresión que resienta la bajeza, la suficiencia, la arrogancia, la presunción y la acrimonía, es un indicio característico de inferioridad, o de superchería, si el Espíritu se presenta bajo un nombre respetable y venerado.
5.º No es menester juzgar a los Espíritus bajo la forma material y la corrección de su estilo, pero sí el sondear el sentido íntimo, examinar sus palabras, pesarlas fríamente, con madurez y sin prevención. Toda separación de la lógica, de la razón y de la prudencia, no puede dejar duda sobre su origen, cualquiera que sea el nombre con que se disfrace el Espíritu. (224).
6.º El lenguaje de los Espíritus elevados es siempre idéntico, sino en la forma, al menos en el fondo. Los pensamientos son los mismos, cualquiera que sean los tiempos y el lugar, pueden estar más o menos desarrollados, según las circunstancias, las necesidades y la facilidad de comunicar, pero no serán contradictorios. Si dos comunicaciones que llevan el mismo nombre están en oposición la una con la otra, una de las dos es evidentemente apócrifa y la verdadera será aquella en la que NADA desmienta el carácter conocido del personaje. Entre dos comunicaciones firmadas, por ejemplo, de San Vicente de Paúl, que la una predicase la unión y la caridad, y la otra se dirigiese a sembrar la discordia, no hay persona de sensatez que pudiese engañarse.
7.º Los Espíritus buenos no dicen sino lo que saben; se callan o confiesan su ignorancia sobre lo que ellos no saben. Los malos hablan de todo con seguridad, sin cuidarse de la verdad. Toda herejía científica notoria, todo principio que choque el buen sentido, manifiesta el fraude si el Espíritu quiere pasar por un Espíritu ilustrado.
8.º Se reconocen también los Espíritus ligeros con la facilidad que profetizan el porvenir y precisan los hechos materiales que no nos está permitido conocer. Los Espíritus buenos pueden hacer presentir cosas futuras cuando este conocimiento puede ser útil, pero jamás precisan las fechas; todo anuncio de un acontecimiento a época fija es indicio de una mixtificación.
9.º Los Espíritus superiores se expresan sencillamente, sin ser prolijos; su estilo es conciso, sin excluir la poesía de las ideas y de las expresiones, claro, inteligible para todos, y no necesita esfuerzos para ser comprendido; tienen el arte de decir muchas cosas en pocas palabras, porque cada palabra tiene su comprensión. Los Espíritus inferiores o falsos sabios, ocultan con palabras huecas y el énfasis vació de los pensamientos. Su lenguaje es a menudo pretencioso, ridículo u obscuro a fuerza de querer parecer profundo.
10.º Los Espíritus buenos nunca mandan; no se imponen, sino que aconsejan, y si no se les escucha, se retiran. Los malos son imperiosos, dan órdenes, quieren ser obedecidos, y aun cuando se les pida no se retiran. Todo Espíritu que se impone traiciona su origen. Son exclusivos y absolutos en sus opiniones y pretenden tener ellos solos el privilegio de la verdad. Exigen una creencia ciega, y no quieren sujetarse a la razón, porque saben que la razón les quitaría la máscara.
11.º Los Espíritus buenos no adulan: cuando se hace el bien lo aprueban, pero siempre con reserva; los malos hacen elogios exagerados, estimulan el orgullo y la vanidad predicando la humildad, y procuran exaltar la importancia personal de aquellos cuya voluntad quieren captarse.
12.º Los Espíritus superiores no hacen caso de las puerilidades de la forma en todas las cosas. Sólo los Espíritus vulgares pueden dar importancia a los detalles mezquinos incompatibles con las ideas verdaderamente elevadas. Toda prescripción meticulosa es una señal cierta de inferioridad y superchería de parte de un Espíritu que toma un nombre imponente.
13.º Es preciso desconfiar de las palabras extravagantes y ridículas que toman ciertos Espíritus que quieren imponerse a la credulidad; y sería soberanamente absurdo el tomar estos nombres en serio.
14.º Igualmente es preciso desconfiar de los Espíritus que se presentan muy fácilmente bajo nombres extremadamente venerados y no aceptar sus palabras sino con la más grande reserva; en esto, sobre todo, se necesita una comprobación severa, porque a menudo es una máscara que se ponen para hacer creer sus relaciones íntimas con Espíritus adelantados. Por este medio adulan la vanidad del médium y se aprovechan de ella para inducirle muchas veces a cosas extrañas o ridículas.
15.º Los Espíritus buenos son muy escrupulosos sobre las cosas que puedan aconsejar; en todo caso siempre tienen un objeto formal y eminentemente útil. Deben, pues, mirarse como sospechosas todas aquellas que no tuviesen este carácter o estuvieran condenadas por la razón, y reflexionar maduramente antes de emprenderlas, porque se expondría cualquiera a desagradables mixtificaciones.
16.º Se reconocen también los buenos Espíritus por su prudente reserva sobre todas las cosas que pueden comprometer; repugnan en descubrir el mal; los Espíritus ligeros o malévolos se complacen en aumentarlo. Mientras que los buenos procuran endulzar las contrariedades y predican la indulgencia, los malos las exageran y siembran la cizaña con insinuaciones pérfidas.
17.º Los Espíritus buenos prescriben sólo el bien. Toda máxima, todo consejo que no esté estrechamente conforme con la pura caridad evangélica, no puede ser la obra de Espíritus buenos.
18.º Los Espíritus buenos aconsejan siempre cosas perfectamente racionales; toda recomendación que se apartase de la línea recta del buen sentido o de las leyes inmutables de la naturaleza, indica un Espíritu limitado y por consiguiente poco digno de confianza.
19.º Los Espíritus malos o simplemente imperfectos se hacen traición a sí mismos aun por señales materiales con las cuales nadie podría engañarse. Su acción sobre el médium es algunas veces violenta y provoca en él movimientos bruscos y sacudimientos, una agitación febril y convulsiva que hace contraste con la calma y la dulzura de los Espíritus buenos.
20.º Los Espíritus imperfectos aprovechan muchas veces los medios de comunicación, de los cuales disponen para dar consejos pérfidos; excitan la desconfianza y la animosidad contra los que son antipáticos; aquellos que pueden quitar la máscara a sus imposturas son, sobre todo, el objeto de su animadversión. Los hombres débiles son su punto de mira para inducirles al mal. Empleando sucesivamente los sofismas, los sarcasmos, las injurias y hasta señales materiales de su poder oculto para convencer mejor, procuran separarles de la senda de la verdad.
21.º El Espíritu de los hombres que han tenido en la Tierra una preocupación única, moral y material, si no están separados de la influencia de la materia, están aun bajo el imperio de las ideas terrestres y llevan consigo una parte de sus preocupaciones, de las predilecciones y aun de las manías que tenían aquí a bajo. Esto es lo que puede muy bien conocerse en su lenguaje.
22.º Los conocimientos que muchas veces ostentan ciertos Espíritus no son la señal de su superioridad. La inalterable pureza de sentimientos morales es en cuanto a esto la verdadera piedra de toque.
23.º No es menester preguntar a un Espíritu para conocer la verdad. Ante todo es necesario saber a quién se dirige uno; porque los Espíritus inferiores también ignorantes, tratan con frivolidad las cuestiones más formales. No basta tampoco que un Espíritu haya sido un gran hombre sobre la Tierra para tener en el mundo de los Espíritus la soberana ciencia. Sólo la virtud puede, purificándole, hacerle aproximar a Dios y extender sus conocimientos.
24.º El humor de los Espíritus superiores es, a menudo, fino y picante, pero nunca trivial. En los Espíritus burlones que no son groseros la sátira mordaz es, a menudo, oportuna.
25.º Estudiando con cuidado el carácter de los Espíritus que se presentan, sobre todo bajo el punto de vista moral, se reconocerá su naturaleza y el grado de confianza que puede concedérseles. El buen sentido no podría engañar.
26.º Para juzgar a los Espíritus, así como para juzgar a los hombres, antes es preciso saberse juzgar a sí mismo. Desgraciadamente hay muchas personas que toman su opinión personal por medida exclusiva de lo bueno y lo malo, de lo verdadero y lo falso; todo lo que contradice su manera de ver, sus ideas, el sistema que han concebido o adoptado, es malo a sus ojos. Tales gentes faltan evidentemente a la primera cualidad para una sana apreciación: la rectitud del juicio; pero no se lo creen así; es el defecto sobre el cual uno se hace más ilusión.
Todas estas instrucciones dimanan de la experiencia y de la enseñanza dada por los Espíritus; nosotros las completamos con las contestaciones dadas por ellos sobre los puntos más importantes.
Cuestiones sobre la naturaleza y la identidad de los Espíritus
1a. ¿Con qué señales se puede conocer la superioridad o la inferioridad de los Espíritus? Con su lenguaje, así como vosotros distinguís a un atolondrado de un hombre sensato. Ya lo hemos dicho: los Espíritus superiores no se contradicen nunca y sólo dicen cosas buenas; sólo quieren el bien, esta es su preocupación. Los Espíritus inferiores están aún bajo el imperio de las ideas materiales; sus discursos se resienten de su ignorancia y de su imperfección. Sólo es dado a los Espíritus superiores el conocer todas las cosas y juzgarlas sin pasión.
2a. La ciencia en un Espíritu, ¿es siempre la señal cierta de su elevación? No, porque si aún está bajo la influencia de la materia, puede tener vuestros vicios y vuestras preocupaciones. Hay personas en este mundo que son excesivamente celosas y orgullosas. ¿Crees, acaso, que dejan estas imperfecciones desde que mueren? Después de la salida de aquí queda una especie de atmósfera que les vuelve y les deja todas estas cosas malas; sobre todo aquellas que han tenido pasiones muy marcadas. Estos Espíritus medio imperfectos son más temibles que los Espíritus malos, porque la mayor parte reúnen la astucia y el orgullo a la inteligencia. Por su pretendido saber se imponen a las gentes sencillas e ignorantes, que aceptan sin comprobar sus teorías absurdas y mentirosas; aun cuando estas teorías no pudiesen prevalecer contra la verdad, no por eso dejan de hacer un mal momentáneo, porque ponen trabas a la marcha del Espiritismo y los médiums se ciegan voluntariamente sobre el mérito de lo que se les comunica. Esto es lo que requiere un gran estudio de parte de los espiritistas ilustrados y de los médiums; toda la atención debe dirigirse a distinguir lo verdadero de lo falso.
3a. Muchos Espíritus protectores se designan bajo nombres de santos o personas conocidas; ¿qué debemos creer con respecto a esto? Todos los nombres de santos y personajes conocidos no bastarían para dar a cada hombre un protector; entre los Espíritus hay pocos que tengan un nombre conocido sobre la Tierra; por esto muchas veces no se nombran, pero vosotros casi siempre queréis un nombre; entonces, para satisfacerlos, toman el de un hombre que vosotros conocéis y respetáis.
4a. Este nombre prestado, ¿puede ser considerado como un engaño? Sería un fraude de parte de un Espíritu malo que quisiera abusar; pero cuando es para o bien, Dios permite que suceda de este modo entre los Espíritus de un mismo orden, porque entre ellos hay solidaridad y semejanza de pensamientos.
5a. De este modo, cuando un Espíritu protector dice llamarse San Pablo, por ejemplo, ¿no es cierto que sea el mismo Espíritu o el alma del apóstol de este nombre? De ninguna manera, porque encontraréis millares de personas a quienes se ha dicho que su ángel guardián era San Pablo u otro; pero, ¿qué os importa si el Espíritu que os protege está tan elevado como San Pablo? Ya os lo he dicho: os hace falta un nombre, timan uno para hacerse llamar y conocer, así como vosotros tomáis nombres de bautismo para distinguiros de los otros miembros de vuestra familia. De la misma manera pueden tomar los de los arcángeles Rafael, san Miguel, etc., sin que esto tenga consecuencias. Por lo demás, cuanto más elevado es un Espíritu tanto más se multiplica su radiación; creed, pues, que un Espíritu protector de un orden superior puede tener bajo su tutela a centenares de encarnados. Entre vosotros, sobre la Tierra, tenéis notarios que se encargan de los negocios de cien y doscientas familias; ¿por qué quisierais que nosotros, espiritualmente hablando fuésemos menos aptos para la dirección moral de los hombres que aquellos para la dirección material de sus intereses?
6a. ¿Por qué los Espíritus que se comunican toman a menudo nombres de santos? Se identifican con la costumbre de aquellos a quienes hablan, y toman los nombres que son de tal naturaleza que puedan hacer sobre el hombre la mayor impresión en razón de sus creencias.
7a. ¿Ciertos Espíritus superiores que se evocan, vienen siempre en persona, o bien, como algunos lo creen, vienen por medio de mandatarios encargados de transmitir el pensamiento? ¿Por qué no han de venir en persona si pueden hacerlo? Pero si el Espíritu no puede venir, entonces por fuerza será un mandatario.
8a. ¿El mandatario es siempre bastante ilustrado para contestar como lo haría el Espíritu que le envía? Los Espíritus superiores ya saben a quién confían el cuidado de reemplazarles. Por lo demás, cuanto más elevados son los Espíritus, más se confunden en un pensamiento común, de tal modo que para ellos la personalidad es una cosa indiferente, y lo mismo debe ser para vosotros. ¿Creéis, acaso, que en el mundo de los Espíritus superiores sólo hay los que vosotros habéis conocido en la Tierra capaces de instruiros? Estáis de tal modo inclinados a creeros los tipos del Universo, que siempre pensáis que, fuera de vuestro mundo, no hay nada. Verdaderamente os parecéis a aquellos salvajes que no han salido de su isla y creen que el mundo no va más allá.
9a. Comprendemos que sea así cuando se trata de una enseñanza formal. ¿Pero cómo los Espíritus elevados permiten a los Espíritus de baja esfera el que tomen nombres respetables para inducir en error por máximas muchas veces perversas? Lo hacen sin su permiso. ¿No sucede lo mismo entre vosotros? Los que engañan de este modo serán castigados, creedlo bien, y su castigo será proporcionado a la gravedad de su impostura. De otro modo, si vosotros no fueseis imperfectos, no tendrías alrededor vuestro sino buenos Espíritus; y si sois engañados, a nadie debéis culpar sino a vosotros mismos. Dios permite que suceda de este modo para probar vuestra perseverancia y vuestro juicio enseñaros a distinguir la verdad del error; si no lo hacéis, es porque no estáis bastante elevados y tenéis aun necesidad de lecciones de experiencia.
10a. Los Espíritus poco avanzados, pero animados de buenas intenciones y del deseo de progresar, ¿están algunas veces delegados para reemplazar a un Espíritu superior a fin de proporcionarle la ocasión de ejercitarse en la enseñanza? Nunca en los grandes centros; quiero decir en los centros formales y para una enseñanza general; aquellos que se presentan lo hacen siempre por su propia cuenta y, como tú dices, para ejercitarse; por esto sus comunicaciones, aunque buenas, llevan siempre las marcas de su inferioridad. Cuando son delegados, los son únicamente para las comunicaciones poco importantes, y las que se pueden llamar personales.
11a. Las comunicaciones espiritistas ridículas están algunas veces mezcladas de máximas muy buenas. ¿Cómo se concilia esta anomalía que parecería indicar el pensamiento simultáneo de buenos y malos Espíritus? Los Espíritus malos o ligeros se mezclan también en dar sentencias sin reparar mucho en el fondo o la significación. ¿Todos aquellos que las hacen entre vosotros, los tenéis por hombres superiores? No; los Espíritus buenos y malos no se rozan: la presencia de los buenos Espíritus la reconoceréis en la uniformidad constante de buenas comunicaciones.
12a. ¿Los Espíritus que inducen en el error, lo hacen siempre sabiéndolo? No; hay Espíritus buenos, pero ignorantes y que pueden engañarse de buena fe; cuando tienen la conciencia de su insuficiencia de convencen de ello y sólo dicen lo que saben.
13a. ¿Cuándo un Espíritu da una comunicación falsa, lo hace siempre con una intención malévola? No; si es un Espíritu ligero, se divierte mistificando y no tiene otro objeto.
14a. Puesto que ciertos Espíritus pueden engañar por su lenguaje, ¿pueden también a la vista de un médium vidente, tomar una apariencia falsa? Esto se hace pero con más dificultad. En todos los casos nunca tiene lugar sino con un objeto que los mismos Espíritus malos no conocen. Sirven de instrumentos para dar una lección. El médium vidente puede ver Espíritus ligeros y mentirosos, así como otros los oyen o escriben bajo su influencia. Los Espíritus ligeros pueden aprovecharse de esta disposición para abusar con apariencias engañosas; esto depende de las cualidades de su propio Espíritu.
15a. ¿Para no ser engañado basta estar animado de buenas intenciones, y los hombres verdaderamente formales, que no mezclan en sus estudios ningún sentimiento de vana curiosidad, están expuestos a ser engañados? Evidentemente menos que los otros; pero el hombre tiene siempre algunas extravagancias que atraen a los Espíritus burlones; se cree fuerte y muchas veces no lo es; debe, pues, desconfiar de la debilidad que nace del orgullo y de las preocupaciones. Nunca se toman bastante en cuenta estas dos causas, de las que los Espíritus se aprovechan; adulando las manías, están seguros de salirse con la suya.
16a. ¿Por qué permite Dios que los Espíritus malos se comuniquen y digan cosas malas? Aun en aquello que es muy malo hay una enseñanza; a vosotros toca el sacar provecho de ello; es muy necesario que haya comunicaciones de todas clases para aprender a distinguir los Espíritus buenos de los malos y serviros a vosotros mismos de espejo.
17a. ¿Pueden los Espíritus, por medio de las comunicaciones escritas, inspirar desconfianza injusta sobre ciertas personas y hacer que riñan los amigos? Los Espíritus perversos y celosos, en cuanto a mal pueden hacer lo que hacen los hombres; por esto es menester tener cuidado. Los Espíritus superiores son siempre prudentes y reservados cuando tienen que reprender; no dicen mal; advierten con miramiento. Si quieren que, en su interés, dos personas dejen de verse, harán nacer incidentes que les separarán de una manera natural. Un lenguaje propio para sembrar la turbación y la desconfianza es siempre el hecho de un Espíritu malo, cualquiera que sea el nombre que tome. Así, pues, no acojáis sino con circunspección el mal que un Espíritu puede decir de cualquiera de vosotros, sobre todo cuando un Espíritu bueno os ha hablado bien de él, y desconfiad de vosotros mismos y de vuestras propias prevenciones. En las comunicaciones de los Espíritus no toméis sino lo que tengan de bueno, de grande, de racional, y lo que vuestra conciencia apruebe.
18a. Por la facilidad con la cual los Espíritus malos se mezclan en las comunicaciones, ¿parece que nunca debe uno estar cierto de obtener la verdad? Sí, puesto que tenéis un juicio para apreciarlas. Al leer una carta sabéis conocer si es un grosero o un hombre bien educado, un zote o un sabio aquel que os escribe; ¿por qué no podrías hacerlo así cuando los Espíritus os escriben? Si recibís una carta de un amigo que está lejos, ¿qué es lo que os prueba que es suya? Su escritura, diréis vosotros; ¿pero no hay falsarios que imitan todas las escrituras, y tunantes que pueden conocer vuestros negocios? Sin embargo hay señales con las cuales no os engañaréis; lo mismo sucede con los Espíritus. Figuraos, pues, que un amigo es el que os escribe, o que leéis la obra de un escritor, y juzgad por los mismos medios.
19a. ¿Podrían los Espíritus superiores impedir que los Espíritus malos tomasen nombres falsos? Ciertamente lo pueden; pero cuanto peores son los Espíritus, más testarudos son, y a menudo se resisten a las órdenes. Es muy necesario también que sepáis que los Espíritus superiores se interesan por unas personas más que por otras, y cuando lo juzgan necesario saben preservarlas de la mentira; contra estas personas los Espíritus mentirosos son impotentes.
20a. ¿Cuál es el motivo de esta parcialidad? No es parcialidad, es justicia; los Espíritus buenos se interesan por aquellos que hacen caso de sus avisos, y trabajan formalmente para su propio mejoramiento; son sus preferidos y les secundan, pero se cuidan poco de aquellos con los cuales pierden su tiempo con hermosas palabras.
21a. ¿Por qué permite Dios a los Espíritus malos cometer el sacrilegio de tomar falsamente nombres venerados? También podrías preguntar por qué Dios permite a los hombres mentir y blasfemar. Los Espíritus, así como los hombres, tienen su libre albedrío, tanto en el bien como en el mal; pero ni a los unos ni a los otros les faltará a justicia de Dios.
22a. ¿Hay fórmulas eficaces para echar fuera a los Espíritus mentirosos? Fórmula es la materia; buen pensamiento hacia Dios, vale más.
23a. Ciertos Espíritus han dicho que tenían señales gráficas inimitables, especie de emblemas que pueden hacerles reconocer y hacer constar su identidad. ¿Esto es verdad? Los Espíritus superiores no tienen otras señales para hacerse reconocer que la superioridad sus ideas y de su lenguaje. Todos los Espíritus pueden imitar una señal material. En cuanto a los inferiores, se hacen traición de tantos modos, que es menester ser ciego para dejarse engañar.
24a. ¿Los espíritus mentirosos pueden también fingir el pensamiento? Fingen el pensamiento como las decoraciones del teatro fingen la naturaleza.
25a. ¿Parece de este modo que siempre es fácil el descubrir la falsificación por medio de un estudio atento? No lo dudéis; los Espíritus solo engañan a los que se dejan engañar. Pero es necesario tener los ojos de comerciante de diamantes para distinguir la verdadera piedra de la falsa; así, pues, el que no sepa distinguir la piedra fina de la falsa, que se dirija al lapidario.
26a. Hay personas que se dejan seducir por un lenguaje enfático; que se contentan más de palabras que de ideas; que toman también las ideas falsas y vulgares por ideas sublimes; ¿cómo estas personas, que ni siquiera son aptas para juzgar las obras de los hombres, pueden juzgar las de los Espíritus? Cuando estas personas tienen bastante modestia para reconocer su insuficiencia, no se fían de ellas mismas; cuando por el orgullo se crean más capaces de lo que son, sufren la pena de su tonta vanidad. Los Espíritus mentirosos saben a quién se dirigen; hay personas sencillas y poco instruidas que son más difíciles de engañar que otras que tienen genio y saber. Adulando las pasiones hacen del hombre todo lo que quieren.
27a. En la escritura, ¿los Espíritus malos se hacen traición algunas veces por señales materiales involuntarias? Los hábiles no lo hacen; los torpes se descubren. Toda señal inútil y pueril es un indicio cierto de inferioridad; los Espíritus elevados nada hacen inútil.
28a. Muchos médiums reconocen los buenos y los malos Espíritus con la impresión agradable o desagradable que resienten al acercarse. Preguntamos si la impresión desagradable, la agitación convulsiva, el malestar, en una palabra, ¿son siempre indicios de la mala naturaleza de los Espíritus que se manifiestan? El médium experimenta las sensaciones del estado en que se encuentra el Espíritu que viene a él. Cuando el Espíritu es feliz, está tranquilo, ligero, sosegado; cuando es desgraciado, está agitado febril y esta agitación pasa, naturalmente, al sistema nervioso del médium. Por lo demás, lo mismo sucede al hombre en la Tierra: el que es bueno está sereno y tranquilo; el que es malo, sin cesar está agitado.
Observación. — Hay médiums de una impresión nerviosa más o menos grande; por esto la agitación no podría ser mirada como una regla absoluta; en esto como en todas las cosas es menester tomar en cuenta las circunstancias. El carácter penoso y desagradable de la impresión es un efecto de contraste, porque si el Espíritu del médium simpatiza con el Espíritu malo que se manifiesta, estará poco o nada afectado. Por lo demás, es preciso no confundir la rapidez de la escritura, que tiende a la extrema flexibilidad de ciertos médiums, con la agitación convulsiva que los médiums más lentos pueden experimentar al contacto de los Espíritus imperfectos.
CAPÍTULO XXV - DE LAS EVOCACIONES
Consideraciones generales
Espíritus que se pueden evocar
Lenguaje que debe tenerse con los Espíritus
En cuanto a los Espíritus inferiores, su carácter nos traza el lenguaje que conviene tener con ellos. En el número los hay que, aunque inofensivos y aun benévolos, son ligeros, ignorantes y atolondrados; tratarles del mismo modo que a los Espíritus formales, como lo hacen ciertas personas, sería lo mismo que si nos inclináramos delante de un aprendiz o de un asno cubierto con el birrete de doctor. En tono familiar es el más adecuado para ellos, y no se formalizan por esto; al contrario, se prestan a ello con gusto.
Entre los Espíritus inferiores los hay que son infelices. Cualesquiera que puedan ser las faltas que expían, sus sufrimientos son títulos tanto más grandes para nuestra conmiseración, pues ninguna persona puede vanagloriarse de evadirse de esta palabra de Jesús: “Que el que esté sin pecado le lance la primera piedra”. La benevolencia que les manifestamos es un consuelo para ellos; a falta de simpatía, deben encontrar la indulgencia que quisiéramos que se tuviera por nosotros.
Los Espíritus que revelan su inferioridad por el cinismo de su lenguaje, sus mentiras, la bajeza de sus sentimientos, la perfidia de sus consejos, seguramente son menos dignos de nuestro interés que aquellos cuyas palabras manifiestan su arrepentimiento; al menos les debemos la piedad que concedemos a los más grandes criminales, y el medio de reducirles al silencio es el de manifestarse superior a ellos. No se dedican sino a la persona que ellos creen que nada tienen que temer; porque los Espíritus perversos reconocen a sus señores en los hombres de bien como en los Espíritus superiores.
En resumen, sería tanta irreverencia el tratar de igual a igual a los Espíritus superiores, como ridículo el tener una misma deferencia para todos sin excepción. Tengamos veneración para los que lo merecen, reconocimiento para los que nos protegen y nos asisten; para todos los otros una benevolencia de la cual necesitaremos, puede ser, nosotros mismos un día. Penetrando en el mundo incorpóreo, aprendemos el modo de conocerle, y este conocimiento debe arreglar nuestras relaciones con aquellos que lo habitan. Los antiguos, en su ignorancia, les levantaron altares; para nosotros sólo son criaturas más o menos perfectas y no elevamos altares sino a Dios.
Utilidad de las evocaciones particulares
282. Preguntas sobre las evocaciones
2. ¿El Espíritu evocado viene siempre al llamamiento que se le hace? Esto depende de las condiciones en que se encuentra, porque hay circunstancias en que no puede.
3. ¿Cuáles son las causas que pueden impedir a un Espíritu el venir a nuestro llamamiento? Su voluntad, la primera; después su estado corporal si está reencarnado, las misiones que pueda tener a su cargo y además puede no concedérsele permiso. Hay Espíritus que no pueden comunicarse nunca; éstos son aquellos que por su naturaleza pertenecen aún a los mundos inferiores a la Tierra. Los que están en las esferas de castigo tampoco lo pueden a menos de un permiso superior que solo se concede con un fin útil y general. Para que un Espíritu pueda comunicarse, es menester que haya alcanzado el grado de adelanto del mundo en que es llamado; de otro modo es extraño a las ideas de este mundo y no tiene ningún punto de comparación. No sucede lo mismo con los que son enviados en misión o en expiación en los mundos inferiores; éstos tienen las ideas necesarias para contestar.
4. ¿Por qué motivos puede rehusarse a un Espíritu el permiso de comunicarse? Esto puede ser una prueba o un castigo para él o para quien lo llama.
5. ¿Estando los Espíritus diseminados por todo el espacio o en los diferentes mundos, cómo pueden oír las evocaciones que se les hacen de todos los puntos del Universo? Muy a menudo son avisados por los Espíritus familiares que os rodean y van a buscarles; pero en esto hay un fenómeno que es difícil de explicaros, porque vosotros no podéis aún comprender el modo de transmisión del pensamiento entre los Espíritus. Lo que puedo deciros es que el Espíritu que vosotros evocáis, por lejos que esté, recibe, por decirlo así, el choque del pensamiento como una especie de conmoción eléctrica que llama su atención a la parte de donde viene el pensamiento que se le dirige. Se puede decir que oye el pensamiento, así como vosotros oís la voz en la Tierra. ¿El fluido universal es el vehículo del pensamiento, así como el aire lo es del sonido? Sí, con la diferencia de que el sonido no puede hacerse oír sino en un radio muy limitado, mientras que el pensamiento alcanza el Infinito. El Espíritu, en el espacio, es como el viajero en medio de un vasto campo que, oyendo de repente pronunciar su nombre, se vuelve del lado que le llaman.
6. Sabemos que las distancias son poca cosa para los Espíritus; sin embargo, causa admiración el verles responder algunas veces tan pronto como si estuviesen esperando que se les llame. Es que, en efecto, están dispuestos algunas veces. Si la evocación es premeditada, el Espíritu está avisado anticipadamente y se encuentra allí a menudo antes de llamarle.
7. El pensamiento del evocador, según las circunstancias, ¿puede ser oído con más o menos facilidad? Sin duda ninguna; el Espíritu que es llamado por un sentimiento simpático y benévolo se conmueve con más viveza; es como una voz amiga que reconoce; sin esto sucede a menudo que la evocación no llega. El pensamiento que brota de la evocación impresiona al Espíritu; si es mal dirigido se pierde en el vacío. Lo mismo sucede con los Espíritus que con los hombres; si el que les llama les es indiferente o antipático, pueden oírle, pero muchas veces no le escuchan.
8. ¿El Espíritu evocado viene voluntariamente o se ve obligado? Obedece a la voluntad de Dios, es decir, a la ley general que rige el Universo; y, sin embargo, obligado no es la palabra, porque él juzga si es útil venir; aquí está también el libre albedrío. El Espíritu superior viene siempre cuando es llamado con un fin útil; no se resiste a responder sino en los centros de gentes poco formales y que tratan las cosas como diversión.
9. ¿El Espíritu evocado puede rehusar el venir al llamamiento que se le hace? Sí, por cierto. ¿En dónde estaría su libre albedrío sin esto? ¿Creéis vosotros que todos los seres del Universo están a vuestras órdenes? ¿Vosotros mismos os creéis obligados a responder a todos aquellos que pronuncian vuestro nombre? Cuando digo que puede negarse a ello entiendo decir sobre la demanda del evocador, porque un Espíritu inferior puede ser obligado a venir por un Espíritu superior.
10. ¿Hay un medio para el evocador que obligue al Espíritu a venir contra su voluntad? Ninguno, si este Espíritu es igual vuestro o superior en moralidad - digo en moralidad y no en inteligencia – porque no tenéis sobre él ninguna autoridad; si es vuestro inferior, lo podéis si es para su bien, porque entonces los otros Espíritus os secundarán. (Número 279).
11. ¿Hay inconveniente en evocar a Espíritus inferiores, y puede temerse, llamándoles, el ponerse bajo su dominio? No dominan sino a los que se dejan dominar. El que está asistido por buenos Espíritus no tiene nada que temer; impone respeto a los Espíritus inferiores, pero éstos no se lo imponen a él. En el aislamiento los médiums, sobre todo los que empiezan, deben abstenerse de esta especie de evocaciones. (Núm. 278).
12. ¿Son necesarias algunas disposiciones particulares en las evocaciones? La más esencial de todas las disposiciones es el recogimiento cuando se quiere comunicar con Espíritus formales. Con la fe y el deseo del bien se tiene más poder para evocar a los Espíritus superiores. Elevando su alma por algunos instantes de recogimiento en el momento de la evocación, se identifica con los buenos Espíritus y les dispone a que vengan.
13. ¿Es necesaria la fe para las evocaciones? La fe en Dios, sí, la fe para lo demás vendrá, si queréis el bien y tenéis el deseo de instruiros.
14. Los hombres reunidos en una comunión de pensamientos y de intenciones, ¿tienen más poder para evocar a los Espíritus? Cuando todos están reunidos por la caridad y para el bien, obtienen grandes cosas. Nada es más nocivo para el resultado de las evocaciones que la divergencia de pensamientos.
15. La precaución de hacer la cadena, dándose la mano durante algunos minutos al empezar las reuniones, ¿es útil? La cadena es un medio material que no pone la unión entre vosotros si ésta no existe en el pensamiento; lo que es más útil que lo demás es el unirse en un mismo pensamiento común llamando cada uno por su parte a los buenos Espíritus. Vosotros no sabéis todo lo que pudiera obtener una reunión formal de la que estuviera desterrado todo sentimiento de orgullo y de personalidad y en donde reinase un perfecto sentimiento de mutua cordialidad.
16. ¿Las evocaciones en días y horas fijas son preferidas? Sí, y si es posible en el mismo lugar. Los Espíritus van allí más a gusto; el deseo constante que tenéis ayuda mucho a que vengan los Espíritus y se pongan en comunicación con vosotros. Los Espíritus tienen sus ocupaciones que no pueden dejar de improviso por vuestra satisfacción personal. He dicho en el mismo lugar, pero no creáis que sea una obligación absoluta, porque los Espíritus vienen por todas partes; digo que un lugar destinado a esto es preferible porque el recogimiento es más perfecto.
17. Ciertos objetos, tales como medallas y talismanes, ¿tienen la propiedad de atraer o rechazar a los Espíritus como algunos lo pretenden? Esta cuestión es inútil, porque vosotros sabéis bien que la materia no tiene ninguna acción sobre los Espíritus. Estad bien seguros que un Espíritu bueno jamás aconseja semejantes absurdos; la virtud de los talismanes de cualquier naturaleza que sean, jamás ha existido sino en la imaginación de las gentes crédulas.
18. ¿Qué hemos de pensar de los Espíritus que dan citas en lugares lúgubres y en horas impropias? Estos Espíritus se divierten a expensas de aquellos que les escuchan. Es siempre inútil y a menudo pernicioso el ceder a tales sugestiones; inútil porque no se gana absolutamente nada más que ser mixtificado; pernicioso, no por el mal que puedan hacer los Espíritus, sino por la influencia que esto puede ejercer sobre las imaginaciones débiles.
19. ¿Hay días y horas más propicias para las evocaciones? Para los Espíritus esto es completamente indiferente, como todo lo que es material, y sería una superstición el creer en la influencia de los días y de las horas. Los momentos más propicios son aquellos en que el evocador puede estar menos distraído por sus ocupaciones habituales, en que su cuerpo y su Espíritu están con más calma.
20. ¿La evocación es una cosa agradable o penosa para los Espíritus? ¿Vienen con gusto cuando se les llama? Esto depende de su carácter y del motivo por que se les llama. Cuando el objeto es laudable y cuando el centro les es simpático, para ellos es una cosa agradable y atractiva; los Espíritus son siempre felices por la afección que se les tiene. Para algunos es una gran felicidad el comunicarse a los hombres y sufren por el abandono en que se les deja. Pero como he dicho ya, esto depende igualmente de su carácter; entre los Espíritus los hay también misántropos, que no les gusta que les estorben y cuyas respuestas indican su malhumor, sobre todo cuando son llamados por personas que les son indiferentes y por las cuales no se interesan. Muchas veces un Espíritu no tiene ningún objeto para venir al llamamiento de un desconocido que le es indiferente y casi siempre está movido por la curiosidad; si viene, generalmente hace cortas apariciones, a menos que no haya un objeto formal e instructivo en la evocación.
Observación. – Hay personas que sólo evocan a sus parientes para preguntarles las cosas más vulgares de la vida material; por ejemplo, el uno para saber si alquilará o venderá su casa, el otro para conocer los beneficios que podrá sacar de su comercio, el paraje en que se ha escondido dinero, si tal negocio será o no ventajoso. Nuestros parientes de ultratumba se interesan por nosotros en razón a la afección que les tenemos. Si todo nuestro pensamiento se limita a creerles hechiceros, si sólo nos acordamos de ellos para pedirles indicios, no pueden tener por nosotros grande simpatía y no debe uno maravillarse si nos demuestran poca benevolencia.
21. ¿Hay diferencia entre los buenos y malos Espíritus con respecto a venir pronto al llamamiento que se les hace? La hay muy grande; los Espíritus malos sólo vienen a gusto cuando esperan dominar y engañar; pero experimentan una viva contrariedad cuando están obligados a venir para confesar sus faltas; sólo desean marcharse, como cuando se llama a un estudiante para reprenderle. Pueden ser obligados por Espíritus superiores, como castigo, y para la instrucción de los encarnados. La evocación es penosa para los buenos Espíritus cuando se les llama inútilmente por cosas de ninguna importancia; entonces no vienen, o bien se retiran. Vosotros podéis decir que, en principio, los Espíritus, cualquiera que sean, no les gusta como a vosotros, servir para distracción de los curiosos. Muchas veces no tenéis otra idea evocando a un Espíritu que el saber lo que os dirá, o preguntarle sobre las particularidades de su vida que no desea haceros conocer, porque no tiene ningún motivo para haceros sus confidencias. ¿Creéis que va a sentarse en el banquillo para que os divierta? Desengañaos: lo que él no os hubiera dicho cuando vivía tampoco os lo dirá como Espíritu.
Observación. – La experiencia prueba, en efecto, que la evocación es siempre agradable a los Espíritus cuando se hace con un objeto formal y útil; los buenos vienen con placer para instruirnos; los que sufren encuentran consuelo en la simpatía que se les manifiesta; los que hemos conocido están satisfechos de nuestro recuerdo. Los Espíritus ligeros quieren ser evocados por personas frívolas, porque esto les proporciona una ocasión de divertirse a sus expensas; están poco a gusto con personas graves.
22. ¿Los Espíritus, para manifestarse, tienen siempre necesidad de ser evocados? No, porque se presentan muchas veces sin ser llamados y esto prueba que vienen espontáneamente.
23. Cuando un Espíritu se presenta por su propia voluntad, ¿se está más seguro de su identidad? De ninguna manera, porque los Espíritus mentirosos, emplean a menudo este medio para engañaros mejor.
24. Cuando por el pensamiento se evoca el Espíritu de una persona, aun cuando no haya manifestación por la escritura ni de otro modo cualquiera, ¿viene a nosotros? La escritura es un medio material para que el Espíritu pueda atestiguar su presencia, pero el pensamiento es el que le atrae y no la acción de escribir.
25. Cuando un Espíritu inferior se manifiesta, ¿puede obligársele a que se retire? Sí, no escuchándole. Pero, ¿cómo queréis que se retire cuando os divertís con sus torpezas? Los Espíritus inferiores se unen a los que les escuchan con gusto, como los necios entre vosotros.
26. La evocación hecha en nombre de Dios, ¿es una garantía contra la intervención de los Espíritus? El nombre de Dios no es un freno para todos los Espíritus perversos, pero detiene a muchos; por este medio siempre alejáis a algunos y aun alejarías a muchos más si la evocación fuese hecha desde el fondo del corazón y no como una fórmula ligera.
27. ¿Podrían evocarse nominalmente muchos Espíritus a la vez? Ninguna dificultad hay en esto, y si vosotros tuvierais tres o cuatro manos para escribir; tres o cuatro os responderían al mismo tiempo; lo que sucede cuando hay muchos médiums.
28. Cuando son evocados muchos Espíritus simultáneamente y sólo hay un médium, ¿quién es el que contesta? Uno de ellos contesta por todos y manifiesta el pensamiento colectivo.
29. ¿Podría el mismo Espíritu comunicarse a la vez con dos médiums diferentes, estando en sesión? Tan fácilmente como vosotros tenéis hombres que a la vez dictan muchas cartas.
Observación. – Hemos visto a un Espíritu contestar al mismo tiempo por conducto de dos médiums a las preguntas que se le han dirigido, al uno en inglés y al otro en francés, y las respuestas eran idénticas en el sentido: algunas eran la traducción literal la una de la otra.
Dos Espíritus evocados simultáneamente por dos médiums pueden establecer entre ellos una conversación; esta especie de comunicación no siendo necesaria para ellos, puesto que leen recíprocamente su pensamiento, se prestan a ello sólo para nuestra instrucción. Si son Espíritus inferiores, como aún están imbuidos de pasiones terrestres y de ideas corporales, puede llegar el caso que se disputen y apostrofen con palabras groseras, se echen en cara sus faltas, y aun se tiren los lápices, cestitas o planchitas, etcétera, el uno contra el otro.
30. El Espíritu evocado al mismo tiempo sobre diferentes puntos, ¿puede contestar simultáneamente a las varias preguntas que se le hacen? Sí, si es un Espíritu elevado.
–¿En este caso se divide el Espíritu o tienen el don de ubicuidad? El Sol es uno y sin embargo irradia alrededor y lleva lejos sus rayos sin subdividirse; lo mismo sucede con los Espíritus. El pensamiento del Espíritu es como una chispa que proyecta a lo lejos su claridad y puede ser apercibida en todos los puntos del horizonte. Cuanto más puro es el Espíritu, más irradia su pensamiento y se extiende como la luz. Los Espíritus inferiores son demasiado materiales; no pueden contestar sino a una sola persona a la vez, y si les llama en otra parte tampoco pueden ir.
Un Espíritu superior, llamado a un mismo tiempo en dos puntos diferentes, responderá las dos evocaciones si son tan formales y fervientes la una como la otra; en el caso contrario, da preferencia a la más formal.
Observación. – Lo mismo sucede con un hombre que, sin cambiar de puesto, puede transmitir su pensamiento por medio de señales vistas de diferentes lados.
En una sesión de la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas en que se había discutido la cuestión de ubicuidad, un Espíritu dictó espontáneamente la comunicación siguiente:
“Preguntábais esta noche cuál era la jerarquía de los Espíritus para la ubicuidad. Comparadnos a un aeróstato que se eleva poco a poco por los aires. Cuando toca a tierra sólo puede verle un pequeño círculo; a medida que se eleva el círculo se ensancha para él, y cuando ha llegado a cierta altura aparece a un número infinito de personas. Lo mismo sucede con nosotros; un Espíritu malo que aun está unido a la Tierra queda en un círculo estrecho en medio de las personas que le ven. Aumenta en gracia, se mejora, y puede hablar con muchas personas; cuando llega a ser Espíritu superior, puede irradiar como la luz del Sol, manifestarse a muchas personas y en muchas partes a la vez. Chaning”.
31. ¿Puede evocarse a los Espíritus puros que han terminado la serie de sus encarnaciones? Sí, pero rara vez; pues solo se comunican a los corazones puros y sinceros, y no a los orgullosos y egoístas; es menester desconfiar de los Espíritus inferiores que toman esta cualidad para darse más importancia a vuestros ojos.
32. ¿En qué consiste que el Espíritu de los hombres más ilustres venga tan fácil y familiarmente al llamamiento de los hombres más obscuros? Los hombres juzgan a los Espíritus como ellos, y es un error; después de la muerte del cuerpo, las categorías terrestres no existen; no hay más distinción entre ellos que la bondad, y los que son buenos van por todas partes en donde puede hacerse bien.
33. ¿Cuánto tiempo después de la muerte puede tardarse en evocar a un Espíritu? Puede hacerse en el mismo instante de la muerte, pero como en este momento el Espíritu está aún en la turbación responde imperfectamente. Observación. – Siendo la duración de la turbación muy variable, no puede haber plazo fijo para hacer la evocación; es raro, sin embargo, que al cabo de ocho días el Espíritu no se reconozca bastante lúcido para poder responder; algunas veces lo puede muy bien dos o tres días después de la muerte; en todos los casos se debe ensayar con respeto.
34. ¿La evocación en el instante de la muerte es más penosa para el Espíritu que la que se hace más tarde? Algunas veces es como si os quitasen el sueño antes de despertaros completamente. Sin embargo hay algunos que no son contrariados y aun les ayuda a salir de la turbación.
35. Un niño que muere a corta edad, ¿cómo puede su Espíritu responder con conocimiento de causa, si cuando vivía no tenía aún conciencia de sí mismo? El alma del niño es un Espíritu envuelto aún en los lazos de la materia; pero separado de ella goza de las facultades del Espíritu, porque los Espíritus no tienen edad; lo que prueba que el Espíritu del niño ha vivido ya. Sin embargo, hasta que esté completamente desprendido, puede conservar en su lenguaje algunas trazas del carácter de la infancia.
Observación. – La influencia corporal que se hace sentir más o menos tiempo sobre el Espíritu del niño se hace igualmente notar algunas veces sobre el Espíritu de aquellos que mueren en estado de locura. El Espíritu, por sí mismo, no es loco, pero ya se sabe que ciertos Espíritus creen durante algún tiempo estar aun en este mundo; no es, pues, extraño, que sintiéndose loco el Espíritu se resienta aún de las trabas que durante la vida se oponían a su libre manifestación, hasta que esté completamente desprendido. Este efecto varía según las causas de la locura, porque hay locos que recobran toda la lucidez de sus ideas inmediatamente después de su muerte.
283. Evocaciones de los animales
284. Evocación de las personas vivientes
37. La encarnación del Espíritu, ¿es un obstáculo absoluto para su evocación? No, pero es preciso que el estado del cuerpo permita al Espíritu desprenderse de la materia en este momento. El Espíritu encarnado viene con tanta más facilidad cuanto más elevado es el mundo en que se encuentra, porque los cuerpos son allí menos materiales.
38. ¿Puede evocarse el Espíritu de una persona viviente? Sí, puesto que puede evocarse un Espíritu encarnado. El Espíritu de un viviente puede también en sus momentos de libertad presentarse, sin ser evocado; esto depende de su simpatía por las personas con las cuales se comunica. (Véase en el número 115, la historia del hombre de la caja de polvo).
39. ¿En qué estado está el cuerpo de la persona cuyo Espíritu se evoca? Duerme o dormita; entonces es cuando el Espíritu es libre. –¿Podría despertarse el cuerpo mientras que el Espíritu está ausente? No; el Espíritu está obligado a volver a entrar en él; si en este momento está hablando con vosotros, os deja y algunas veces os dice el motivo.
40. ¿El Espíritu ausente del cuerpo, ¿cómo es advertido de la necesidad de su presencia? El Espíritu de un cuerpo viviente nunca está completamente separado; a cualquiera distancia que se transporte, está unido a él por un lazo fluídico que sirve para llamarle cuando es necesario; este lazo solo se rompe con la muerte.
Observación. – Este lazo fluídico ha sido apercibido a menudo por médiums videntes. Es una especie de rastro fosforescente que se pierde en el espacio en dirección al cuerpo. Ciertos Espíritus han dicho que en esto se reconocen aquellos que pertenecen al mundo corporal.
41. ¿Qué sucedería si durante el sueño y en ausencia del Espíritu, el cuerpo fuese herido mortalmente? El Espíritu sería advertido y volvería a entrar antes que la muerte se consumase. –De ese modo, ¿no podría suceder que el cuerpo muriese en la ausencia del Espíritu, y que éste, a su vuelta, no pudiese volver a entrar? No; esto sería contrario a la ley que rige la unión del alma y del cuerpo. –¿Pero si fuese el golpe dado súbitamente y de improviso? El Espíritu sería avisado antes que se diera el golpe mortal.
Observación. – Preguntado el Espíritu de un vidente sobre este hecho, respondió: “Si el cuerpo podía morir en ausencia del Espíritu, esto sería un medio muy cómodo de cometer suicidios hipócritas”.
42. ¿El Espíritu de una persona evocada durante el sueño, es tan libre de comunicarse como el de una persona muerta? No; la materia influye siempre poco o mucho.
Observación. – Una persona en este estado a la que se dirigía esta pregunta, contestó: Estoy siempre encadenado a la bala que arrastro tras de mí. –En este estado, ¿podría ser impedimento al Espíritu para venir, el que estuviese en otra parte? Sí; puede suceder que el Espíritu esté en un paraje y que se complaciera en permanecer allí, entonces no viene a la evocación, sobre todo cuando es hecha por alguno que no le interesa.
43. ¿Es enteramente imposible evocar el Espíritu de una persona despierta? Aunque difícil, no es absolutamente imposible, porque si la evocación llega, puede suceder que la persona se duerma; pero el Espíritu no puede comunicarse, como Espíritu, sino en los momentos en que su presencia no es necesaria para la actividad inteligente del cuerpo.
Observación. – La experiencia nos prueba que la evocación hecha durante el estado de vela puede provocar sueño, o al menos una absorción vecina al sueño, pero este efecto solo puede tener lugar por una voluntad muy enérgica y si existen lazos de simpatía entre las dos personas; de otro modo la evocación no tiene resultado. En el mismo caso en que la evocación podría provocar sueño, si el momento es inoportuno, no queriendo dormir, la persona opondrá resistencia, y si sucumbe, su Espíritu estará turbado y responderá difícilmente. Resulta de esto que el momento más favorable para la evocación de una persona viviente es el de su sueño natural, porque siendo libre, su Espíritu puede venir al que le llama de la misma manera que podría ir a otra parte. Cuando la evocación se hace con el consentimiento de la persona y que ésta procura dormirse con este objeto, puede suceder que esta preocupación retarde el sueño y turbe al Espíritu; por esto el sueño no forzado es el preferido.
44. Una persona viviente evocada, ¿tiene de ello conciencia al despertar? No; vosotros lo sois más a menudo de lo que creéis. Sólo su Espíritu lo sabe y puede algunas veces dejarle una vaga impresión como de un sueño. –¿Quién es el que puede evocarnos si somos seres obscuros? En otras existencias podéis haber sido personas conocidas en este mundo o en otros, y además vuestros parientes y vuestros amigos igualmente en este mundo o en otros. Supongamos que tu Espíritu haya animado el cuerpo del padre de otra persona; pues bien: cuando esta persona evoque a su padre, será tu Espíritu el que será evocado y responderá.
45. ¿El Espíritu evocado de una persona viviente responde como Espíritu o según las ideas de cuando está despierto? Esto depende de su elevación, pero juzga más sanamente y con menos preocupaciones, absolutamente como los sonámbulos; es un estado parecido a poca diferencia.
46. ¿Si el Espíritu de un sonámbulo en estado de sueño magnético fuese evocado, sería más lúcido que el de otra persona? Si duda respondería con más facilidad porque está más desprendido; todo depende del grado de independencia del Espíritu y del cuerpo. –¿El Espíritu de un sonámbulo podría responder a una persona que le evocase a distancia, al mismo tiempo que respondería verbalmente a otra persona? La facultad de comunicarse simultáneamente sobre dos puntos diferentes no pertenece sino a los Espíritus completamente desprendidos de la materia.
47. ¿Se podrían modificar las ideas de una persona en el estado de vela, obrando sobre su Espíritu durante el sueño? Sí, algunas veces; el Espíritu no está ya unido a la materia por lazos tan íntimos; por esto es más accesible a las impresiones morales y estas impresiones pueden influir sobre su manera de ver en el estado ordinario. Desgraciadamente sucede muy a menudo que al despertarse, la naturaleza corporal le conduce a hacerle olvidar las buenas resoluciones que ha podido tomar.
48. El Espíritu de una persona viviente ¿es libre de decir lo que quiere? Tiene sus facultades de Espíritu y por consiguiente su libre albedrío, y como tiene más perspicacia, es también más circunspecto que cuando está despierto.
49. ¿Podría obligarse a una persona, evocándola, a decir lo que ella quisiera callar? He dicho ya que el Espíritu tiene su libre albedrío, pero puede ser que como Espíritu dé menos importancia a ciertas cosas que en el estado ordinario; su conciencia puede hablar con más libertad. Por lo demás, si no quiere hablar, puede siempre evadirse de las impertinencias marchándose, porque no puede detenerse su Espíritu como se retiene su cuerpo.
50. ¿El Espíritu de una persona viviente no podría ser obligado por otro Espíritu a venir y hablar del mismo modo que tiene lugar con los Espíritus errantes? Entre los Espíritus, que estén muertos o vivos, solo hay supremacía por la superioridad moral, y debéis creer bien que un Espíritu superior jamás prestaría su apoyo a una fea indiscreción.
Observación. – Este abuso de confianza sería en efecto una mala acción, pero no podría tener resultado, puesto que no se puede arrancar un secreto que el Espíritu quisiera callar, a menos que, dominado por un sentimiento de justicia, confesase lo que en otras circunstancias callaría.
Una persona quiso saber, por este medio, de uno de sus parientes, si el testamento de este último estaba en su favor. El Espíritu contestó: “Sí, mi amada sobrina, y muy pronto tendrás la prueba”. En efecto, la cosa era real, pero pocos días después, el pariente destruyó su testamento y tuvo la malicia de hacerlo saber a la persona, sin que supiese que había sido evocado. Un sentimiento instintivo, le condujo, sin duda, a ejecutar la resolución que el Espíritu había tomado según la pregunta que se le había hecho. Hay bajeza en pedir al Espíritu de un muerto o de un vivo, lo que uno no se atrevería a pedir a su persona; y esta bajeza por lo mismo no tiene por compensación el resultado que se promete.
51. ¿Puede evocarse un Espíritu cuyo cuerpo está aun en el seno de su madre? No; sabéis bien que en este momento el Espíritu está en una turbación completa.
Observación. – La encarnación no tiene lugar definitivamente sino en el momento en que el niño respira; pero desde la concepción el Espíritu designado para animarle, está sobrecogido de una turbación que aumenta cuando se aproxima el nacimiento y le quita la conciencia de sí mismo y por consecuencia la facultad de responder. (Véase El libro de los Espíritus: Vuelta a la vida corporal; unión del alma y del cuerpo, núm. 344).
52. ¿Un Espíritu mentiroso podría tomar el puesto de una persona viviente que se evocase? Esto no es dudoso y sucede muy a menudo, sobre todo cuando la intención del evocador no es pura. Por lo demás la evocación de las personas, vivientes sólo tiene el interés de un estudio psicológico; conviene abstenerse siempre que no pueda tener un resultado instructivo.
Observación. – Si la evocación de los Espíritus errantes no siempre da resultado, para servirnos de su expresión, esto es mucho más frecuente para los que están encarnados; entonces, sobre todo es cuando los Espíritus mentirosos toman su puesto.
53. La evocación de una persona viviente ¿tiene inconvenientes? Nunca deja de tener peligro; esto depende de la posición de la persona, porque si está enferma puede aumentar sus sufrimientos.
54. ¿En qué caso la evocación de una persona viviente puede tener más inconvenientes? Debe abstenerse de evocar a los niños de muy corta edad, a las personas gravemente enfermas, a los ancianos achacosos, en una palabra, puede tener inconvenientes todas las veces que el cuerpo está muy debilitado.
Observación. – La brusca suspensión de las facultades intelectuales durante el estado de vela, podría también ofrecer peligro si la persona se encontraba en este momento en la necesidad de tener toda su presencia de espíritu.
55. ¿Durante la evocación de una persona viviente, experimenta su cuerpo fatiga a consecuencia del trabajo al que se entrega el Espíritu aunque se halle ausente? Una persona en este estado y que pretendía que su cuerpo se fatigaba, respondió a esta pregunta: Mi Espíritu es como un globo cautivo atado a un poste; mi cuerpo es el poste que se estremece por las sacudidas del globo.
56. ¿Puesto que la evocación de personas vivientes puede tener inconvenientes cuando se hace sin precaución, el daño existe también cuando se evoca a un Espíritu que no se sabe si está encarnado y que podría no encontrarse en condiciones favorables? No; las circunstancias no son las mismas; no vendrá si no está en disposición de hacerlo. Y, además, ¿no os he dicho que preguntéis antes de hacer una evocación, si podéis hacerla?
57. Cuando nosotros experimentamos en los momentos más inoportunos, una irresistible pasión de sueño, ¿dimana de que nos evocan en alguna parte? Sin duda esto puede tener lugar, pero lo más a menudo es un efecto puramente físico, sea que el cuerpo tenga necesidad de descanso, sea que el Espíritu tenga necesidad de libertad.
Observación. – Una señora conocida nuestra, médium, tuvo un día la idea de evocar al Espíritu de su nieto que dormía en la misma habitación. La identidad se hizo constar por el lenguaje, las expresiones familiares del niño y por el relato muy exacto de muchas cosas que le habían sucedido en su pensión, pero una circunstancia vino a confirmarlo. De repente la mano de la médium se paró en medio de una frase, sin que fuera posible obtener nada más; en este momento, el niño medio despierto hizo muchos movimientos en la cama; algunos instantes después, volviéndose a dormir, la mano marchó otra vez continuando la conversación interrumpida. La evocación de las personas vivientes, hecha en buenas condiciones, prueba de la manera más patente la acción distinta del Espíritu y del cuerpo y por consiguiente la existencia de un principio inteligente, independiente de la materia. (Véase en la Revista Espírita de 1860, págs. 11 y 81, muchos ejemplos notables de evocación de personas vivientes.)
285. Telegrafía humana
58. Evocándose dos personas recíprocamente, ¿podrían transmitir sus pensamientos y establecer una correspondencia? Sí, y esta telegrafía humana un día será el medio universal de correspondencia. –¿Por qué no ha de ser desde ahora? Ya lo es para ciertas personas, pero no para todo el mundo; es menester que los hombres se depuren para que su Espíritu se desprenda de la materia, y esta es también una razón para hacer la evocación en nombre de Dios. Hasta entonces está circunscripto a las almas elegidas y desmaterializadas, lo que encuentra raramente en el estado actual de los habitantes de la Tierra.
CAPÍTULO XXVI - PREGUNTAS QUE PUEDEN HACERSE A LOS ESPÍRITUS
Observaciones preliminares
El fondo de la cuestión requiere una atención aún más seria, porque la naturaleza de la pregunta provoca a menudo una respuesta justa o falsa; hay algunas a la que los Espíritus no pueden o no deben responder por motivos que nos son desconocidos; es, pues, inútil, insistir; pero lo que se debe evitar, sobre todo, son las preguntas hechas con el fin de poner su perspicacia a prueba. Cuando una cosa existe se dice que deben saberla; pues precisamente porque vosotros conocéis la cosa o que tenéis los medios de comprobarla vosotros mismos, es por lo que no se toman el trabajo de responder; esta sospecha les incomoda y no se obtiene nada satisfactorio. ¿No tenemos todos los días ejemplos entre nosotros? Hombre superiores que tienen conciencia de lo que valen, ¿se ocuparían en contestar a todas las preguntas necias que tuviesen por objeto el someterles a un examen, como a los estudiantes? El deseo de hacer un adepto de tal o cual persona no es un motivo para los Espíritus de satisfacer una vana curiosidad; saben que la convicción llegara pronto o tarde y los medios que ellos emplean para conducirle no son siempre los que nosotros pensamos.
Suponeos un hombre grave ocupado en cosas útiles y formales, incesantemente atormentado por las pueriles demandas de un niño, y tendréis una idea de los que deben pensar los Espíritus superiores de todas las simplezas que se les dice. No se sigue de esto que no pueden obtenerse de parte de los Espíritus noticias útiles y sobre todo muy buenos consejos, pero ellos contestan más o menos bien, según los conocimientos que ellos mismos poseen, el interés que nosotros merecemos de su parte y el afecto que nos tienen y, en fin, según el objeto que se proponen y la utilidad que ellos ven en el asunto; pero si todo nuestro pensamiento se limita a creerles más aptos que a los otros para darnos una reseña útil sobre las cosas de este mundo, no pueden tener por nosotros una profunda simpatía; desde entonces sólo hacen apariciones muy cortas, y a menudo, siguiendo el grado de su imperfección, atestiguan su mal humor por haberles incomodado inútilmente.
Si se ha comprendido lo que hemos dicho hasta ahora en esta obra, puede ya formarse una idea del círculo en el cual conviene concretar las preguntas que se pueden dirigir a los Espíritus; sin embargo, para más seguridad damos a continuación las respuestas que se han dado sobre los principales asuntos que las personas poco experimentadas generalmente están dispuestas a preguntar.
288. Preguntas simpáticas o antipáticas a los Espíritus
1. ¿Los Espíritus responden de buen grado a las preguntas que se les hacen? Según las preguntas; los Espíritus formales responden siempre con placer a los que tienen por objeto el bien y los medios de hacerlos adelantar. No escuchan las preguntas frívolas.
2. ¿Basta que una pregunta sea formal para obtener la respuesta? No, esto depende del Espíritu que contesta. –¿Pero una cuestión formal no aleja, acaso, a los Espíritus ligeros? No es la pregunta que aleja a los Espíritus ligeros, es el carácter del que la hace.
3. ¿Cuáles son las preguntas particularmente antipáticas a los Espíritus buenos? Toda aquellas que son inútiles o que se hacen con un objeto de curiosidad y de prueba; entonces no responden y se alejan. –¿Hay preguntas que sean antipáticas a los Espíritus imperfectos? Sólo hay las que pueden hacer descubrir su ignorancia o su superchería cuando procuran engañar; de todos modos contestan a todo sin cuidarse de la verdad.
4. ¿Qué hemos de pensar de las personas que no ven en las comunicaciones espiritistas más que una distracción y un pasatiempo, o un medio de obtener revelaciones sobre lo que les interesa? Estas son las personas que gustan mucho a los Espíritus inferiores, que, como ellas, quieren divertirse y están contentos cuando las han mixtificado.
5. Cuando los Espíritus no contestan a ciertas preguntas, ¿es por efecto de su voluntad o bien porque un poder superior se opone a ciertas revelaciones? Lo uno y lo otro; hay cosas que no pueden revelarse y otras que el mismo Espíritu no conoce. – Insistiendo con fuerza, ¿el Espíritu llegaría a responder? No; el Espíritu que no quiere responder tiene siempre la facilidad de marcharse. Por esto es menester esperar cuando se os dice, y sobre todo no os empeñéis en querer hacernos responder. Insistir para obtener una contestación que no se os quiera dar, es el medio seguro de ser engañado.
6. ¿Todos los Espíritus son aptos para comprender las preguntas que se les hacen? Lejos de esto, los Espíritus inferiores son incapaces de comprender ciertas cuestiones, lo que no les impide el contestar bien o mal, como tiene lugar entre vosotros.
Observación. — En ciertos casos, y cuando es útil, sucede con frecuencia que un Espíritu más elevado viene en ayuda del Espíritu ignorante y le indica lo que debe decir. Se conoce esto por el contraste de ciertas respuestas, y además porque a menudo el mismo Espíritu conviene en ello. Esto sólo tiene lugar con Espíritus ignorantes de buena fe, pero nunca con los que hacen gala de un falso saber.
289. Preguntas sobre el porvenir
7. ¿Pueden los Espíritus hacernos conocer el porvenir? Si el nombre conociera el porvenir descuidaría el presente. Este es un asunto sobre el cual insistís siempre para obtener una respuesta precisa; es un gran mal, porque la manifestación de los Espíritus no es un medio de adivinación. Si os empeñáis en querer una respuesta se os dará por un Espíritu duende; os lo decimos a cada momento. (Véase El libro de los Espíritus, Conocimiento del porvenir, número 868).
8. ¿No hay, sin embargo, algunos acontecimientos futuros que se han anunciado espontáneamente y con verdad por los Espíritus? Puede suceder que el Espíritu prevea cosas que juzga útil hacer conocer, o que tenga misión de hacéroslo saber; pero hay mucho que desconfiar de los Espíritu mentirosos que se divierten en hacer predicciones. Sólo el conjunto de circunstancias puede hacer apreciar el grado de confianza que merecen.
9. ¿De qué clase de predicciones se debe desconfiar más? De todas aquellas que no tienen un objeto de utilidad general. Las predicciones personales casi siempre pueden ser consideradas como apócrifas.
10. ¿Cuál es el objeto de los Espíritus que anuncian espontáneamente acontecimientos que no tienen lugar? Lo más a menudo es para divertirse de la credulidad, del miedo o de la alegría que causan; después se ríen de la contrariedad. Estas predicciones engañosas tienen, algunas veces, un objeto más formal y es el de poner a prueba a aquel a quien se hacen, a fin de ver el modo como toma la cosa y la naturaleza de sentimientos buenos o malos que hace nacer en él.
Observación. — Tal podría ser, por ejemplo, el anuncio de lo que pueda lisonjear la concupiscencia o la ambición, como la muerte de una persona, la perspectiva de una herencia, etc.
11. ¿Por qué los Espíritus formales, cuando hacen presentir un acontecimiento, ordinariamente no fijan la fecha, esto es, impotencia o voluntad por su parte? Lo uno y lo otro; pueden en ciertos casos hacer presentir un acontecimiento; entonces es una advertencia que os hacen. En cuanto a precisar la época, a menudo no lo deben, y muchas veces no lo pueden, porque ellos mismos no lo saben. El Espíritu puede prever que una cosa tendrá lugar, pero el momento preciso puede depender de los acontecimientos, que aún no se han cumplido y que sólo Dios sabe. Los Espíritus ligeros que no tienen escrúpulo en engañaros os indican los días y las horas sin que les inquiete el resultado. Por esto toda predicción circunstanciada debe seros sospechosa. Repito, nuestra misión es la de haceros progresar ayudándoos tanto como podemos. El que pida a los Espíritus superiores la prudencia, nunca será engañado; pero no creáis que perdamos nuestro tiempo en escuchar todas vuestras necesidades y en decirlos la buena ventura; dejamos esto para los Espíritus ligeros que se divierten como los niños traviesos. La Providencia ha puesto límites a las revelaciones que pueden hacerse al hombre. Los Espíritus graves guardan silencio sobre todo lo que está prohibido hacer conocer. Insistiendo para obtener una respuesta os exponéis a las bellaquerías de los Espíritus inferiores, siempre dispuestos para aprovechar las ocasiones de tender la red a vuestra credulidad.
Observación. — Los Espíritus ven, o presienten por inducción los acontecimientos futuros; ven que se cumplirán en un tiempo que no cuentan como nosotros; para precisar la época, les sería necesario que se identificaran con nuestro modo de calcular la duración, lo que no siempre juzgan necesario; he ahí, con frecuencia una causa de errores aparentes.
12. ¿ Hay hombres dotados de una facultad especial que les hace entrever el porvenir? Sí, aquellos cuyas almas se desprenden de la materia; entonces el Espíritu ve; cuando es útil, Dios les permite revelar ciertas cosas para el bien; pero entre ellos hay muchos impostores y charlatanes. Esta facultad será más común en el porvenir.
13. ¿Qué hemos de pensar de los Espíritus que se complacen en pronosticar la muerte de alguno en día y hora fija? Estos Espíritus son bromistas de mal género que no tienen otro objeto que divertirse por el miedo que hacen. Nunca debe hacerse caso de lo que digan.
14. ¿En qué consiste que ciertas personas sean advertidas por presentimiento de la época de su muerte? Muchas veces su propio Espíritu lo sabe en sus momentos de libertad, y al despertar conserva la intuición. Estas personas, estando preparadas, no se asustan ni se conmueven. No ven en esta separación del cuerpo y del alma sino un cambio de situación o, si queréis, para ser más vulgar, el abandono de un vestido grosero a cambio de otro de seda. El miedo de la muerte disminuirá a medida que se arraiguen las creencias espiritistas.
290. Preguntas sobre las existencias pasadas y futuras
15. ¿Los espíritus pueden hacernos conocer nuestras existencias pasadas? Dios permite algunas veces que sean reveladas según el objeto; si es para vuestra edificación y vuestra instrucción, serán verdaderas, y en este caso la revelación de hace casi siempre espontánea y de una manera enteramente imprevista; pero no lo permite nunca para satisfacer la vana curiosidad.
–¿Por qué ciertos Espíritus no rehúsan nunca el hacer esta clase de revelaciones? Estos son Espíritus bromistas que se divierten a vuestras expensas. En general vosotros debéis mirar como falsas, o al menos sospechosas, todas las revelaciones de esta naturaleza que no tengan un objeto eminentemente formal y útil. Los Espíritus burlones se complacen en lisonjear el amor propio con pretendidos orígenes. Hay médiums y creyentes que aceptan como moneda corriente todo lo que se les dice sobre este punto, y que no ven que el estado actual de su Espíritu en nada justifica el rango que pretender haber ocupado; pequeña vanidad, con la que se divierten los Espíritus burlones lo mismo que los hombres. Sería más lógico y más conforme a la marcha progresiva de los seres el que hubiesen subido y no descendido, lo que sería más honroso para ellos. Para que pudieran creerse esta especie de revelaciones sería preciso que se hicieran espontáneamente por diferentes médiums extraños los unos a los otros, ignorando lo que hubiese revelado anteriormente; entonces parece que hay una razón evidente para creer.
–Si uno no puede conocer su individualidad anterior, ¿sucede lo mismo con la clase de existencia que ha tenido de la posición social que ha ocupado, de las cualidades y defectos que han dominado en nosotros? No; esto puede ser revelado, porque de ello podéis sacar provecho para vuestro mejoramiento; pero, por otra parte, estudiando vuestro presente, vosotros mismo podéis deducir vuestro pasado. (Véase El libro de los Espíritus: Olvido del pasado, núm. 392).
16. ¿Puede sernos revelada alguna cosa sobre nuestras existencias futuras? No; todo lo que os digan ciertos Espíritus con este objeto sólo será una burla; y esto se comprende: vuestra existencia futura no puede decretarse antes, puesto que será lo que vosotros mismos habréis merecido por vuestra conducta sobre la Tierra, y por las resoluciones que habréis de tomar cuando seáis Espíritus. Cuanto menos tengáis que expiar, más feliz será, pero saber cómo y en dónde será esta existencia, repito que es imposible, salvo el caso especial y raro de los Espíritus que sólo están en la Tierra para cumplir una misión importante, porque entonces su ruta está de algún modo trazada con anticipación.
291. Preguntas sobre los intereses morales y materiales
17. ¿Pueden pedirse consejos a Espíritus? Sí, ciertamente; los Espíritus buenos jamás, rehúsan ayudar a aquellos que les evocan con confianza, principalmente por lo que concierne al alma; pero rechazan a los hipócritas, aquellos que parece que quieren pedir la luz y se complacen en las tinieblas.
18. ¿Los Espíritus pueden dar consejos sobre las cosas de intereses privados? Alguna vez, según el motivo. Esto depende de aquellos a quienes uno se dirige. Los consejos concernientes a la vida privada, se dan con más exactitud por los Espíritus familiares, porque se unen a una persona y se interesan por lo que le concierne; es el amigo, el confidente de vuestros pensamientos más secretos; pero a menudo les fatigáis con preguntas tan descabelladas, que os dejan. Sería también absurdo el pedir cosas íntimas a Espíritus que os son extraños, lo mismo que si para esto os dirigierais al primer individuo que encontraseis en la calle. Vosotros no deberías olvidar jamás que la puerilidad de las demandas es incompatible con la superioridad de los Espíritus. Es también preciso tomar en cuenta las cualidades del Espíritu familiar que puede ser bueno o malo, según sus simpatías por la persona con quien se comunica. El Espíritu familiar de un hombre malo es un mal Espíritu, cuyos consejos pueden serle perniciosos, pero que se aleja y cede el puesto a un Espíritu mejor, si el hombre se mejora a sí mismo. A los semejantes, sus semejantes.
19. Los Espíritus familiares, ¿pueden favorecer los intereses familiares por las revelaciones? Pueden, y lo hacen algunas veces según las circunstancias, pero estad seguros que los Espíritus buenos nunca se prestan a servir a la ambición. Los malos hacen reflejar a vuestros ojos mil atractivos para estimularla y en seguida mixtificaros por la decepción. Sabed también, que si vuestra prueba es de sufrir tal o cual vicisitud, vuestros Espíritus protectores pueden ayudaros a suportarla con más resignación y endulzarla algunas veces; pero en interés de vuestro porvenir no les es permitido el libraros de ella, De la misma manera que un buen padre no concede a su hijo todo lo que desea.
Observación. — Nuestros Espíritus protectores pueden en algunas circunstancias, indicarnos el mejor camino, sin que por esto nos conduzcan con la mano; de otro modo perderíamos toda iniciativa y no nos atreveríamos a dar un paso sin su socorro, y esto sería en perjuicio de nuestro perfeccionamiento. Para progresar, el hombre necesita a menudo adquirir la experiencia a sus expensas; por esto los Espíritus prudentes, aconsejándonos, nos entregan muchas veces a nuestras propias fuerzas, como lo hace un hábil preceptor con sus discípulos. En las circunstancias ordinarias de la vida, nos aconsejan por la inspiración y de este modo nos dejan todo el mérito del bien, como nos dejan toda la responsabilidad de la mala acción.
Sería abusar de la condescendencia de los Espíritus familiares y comprender mal su misión, el preguntarles a cada instante sobre las cosas más vulgares como lo hacen ciertos médiums. Algunos de estos por cualquier cosa toman el lápiz y piden consejo sobre las cosas más sencillas. Esta manía denota la pequeñez de las ideas, al mismo tiempo hay la presunción de creer que siempre se tiene un Espíritu a sus órdenes, no teniendo otra cosa que hacer que ocuparse de nosotros y de nuestros pequeños intereses. Es además, aniquilar su propio juicio y reducirse a un papel pasivo, sin provecho para la vida presente y con seguridad perjudicial para el adelantamiento futuro. Si hay puerilidad en preguntar a los Espíritus por cosas fútiles, no la hay menos de parte de los Espíritus que se ocupan espontáneamente de lo que pueden llamar detalles caseros; pueden ser buenos, pero seguramente son muy terrestres.
20. Si una persona deja al morir sus negocios en confusión, ¿puede pedirse a su Espíritu el que ayude a ponerlos en claro y se puede también preguntar sobre el haber real que ha dejado, en el caso que este haber no sea conocido, si es en interés de la justicia? ¿Vosotros olvidáis que la muerte es salir de los cuidados de la Tierra? Creéis vosotros que el Espíritu que es feliz por su libertad venga voluntariamente a volver a tomar su cadena y a ocuparse de cosas que ya no le pertenecen, para satisfacer la ambición de sus herederos que pueden haberse alegrado de su muerte con la esperanza de que les será más provechosa? Habla de justicia; pero la justicia está en la decepción de su codicia; es el principio de los castigos que Dios reserva a su ambición por los bienes de la Tierra. Por otra parte, los enredos que algunas veces deja la muerte de una persona hacen parte de las pruebas de esta vida, y no está en el poder de ningún Espíritu el libraros, porque están en los decretos de Dios.
Observación. — La contestación anterior contrariará sin duda aquellos que se figuran que los Espíritus no tienen otra cosa que hacer que el servirnos de auxiliares lúcidos para guiarnos, no hacia el cielo, sino sobre la Tierra. Otra consideración en apoyo de esta respuesta. Si un hombre ha dejado durante su vida sus negocios en desorden por incuria, no es verosímil que después de la muerte tenga por ello cuidado, porque debe ser feliz de haber quedado libre de las incomodidades que le causaban, y por poco que esté elevado les dará menos importancia como Espíritu que como hombre. En cuanto a los bienes desconocidos que ha podido dejar, no tienen ningún motivo de interesarse por sus ávidos herederos que seguramente no se acordarían de él, si no esperasen sacar algún provecho, y si aun está imbuido de las pasiones humanas, puede tener un placer pernicioso por su contrariedad. Si por interés de la justicia y de personas por las que tiene afecto, un Espíritu juzga útil hacer revelaciones de esta clase, lo hace espontáneamente, y para esto no tiene necesidad de ser médium, ni valerse de otro que lo sea; conduce al conocimiento de las cosas por circunstancias inesperadas, pero esto no es por las preguntas que se le hacen, atenido que esta pregunta no puede cambiar la naturaleza de las pruebas que deben sufrir; sería más bien a propósito para agravarlas, porque casi siempre es un indicio de avaricia, y prueba al Espíritu que se ocupan de él por interés. (Véase 295).
292. Preguntas sobre la suerte de los Espíritus
21. ¿Pueden pedirse a los Espíritus noticias sobre su situación en el mundo de los Espíritus? Sí; y las dan con gusto cuanto la pregunta se hace por simpatía o deseo de serles útil y no por curiosidad.
22. ¿Pueden los Espíritus describir la naturaleza de sus sufrimientos o de su felicidad? Perfectamente, y esta clase de revelaciones son una gran instrucción para vosotros, porque os inician en la verdadera naturaleza de las penas y de las recompensas futuras; destruyendo las ideas falsas que os hacéis con este motivo, sirven para reanimar la fe, y vuestra confianza en la voluntad de Dios. Los Espíritus buenos son felices cuando os describen la felicidad de los elegidos; los malos pueden ser obligados a describir sus sufrimientos, a fin de provocar el arrepentimiento entre ellos; algunas veces encuentran también en esto una especie de consuelo; es el infeliz que exhala su queja con la esperanza de la compasión. No olvidéis que el objeto esencial, exclusivo del Espiritismo, es vuestro mejoramiento, y para conseguirlo está permitido a los Espíritus el iniciaros en la vida futura, ofreciéndoos ejemplos de los que podéis aprovecharos. Cuanto más os identifiquéis con el mundo que os espera, menos hallaréis a faltar el que vosotros habitáis ahora. En suma, este es el actual objeto de la revelación.
23. ¿Evocando a una persona cuya suerte es desconocida, puede saberse por ella misma si existe aún? Sí, si la incertidumbre de su muerte no es una necesidad o una prueba para aquellos que tienen interés en saberlo. –Si es muerta, ¿puede hacer conocer las circunstancias de su muerte de una manera que se pueda comprobar? Si ella da a esto alguna importancia, lo hará; de otro modo hace poco caso.
Observación. — La experiencia prueba que en este caso, el Espíritu no está de ninguna manera excitado por motivos del interés que se puede tener por conocer las circunstancias de su muerte; si tiene intención de revelarlas, lo hace por su propia voluntad; sea por conducto mediúmnico, sea por visiones o apariciones, y entonces puede dar las indicaciones más precisas en caso contrario un Espíritu mentiroso puede engañar perfectamente y divertirse haciendo buscar inútilmente.
Sucede a veces que la desaparición de una persona cuya muerte no puede hacerse constar oficialmente, pone trabas a los negocios de familia. Sólo en casos muy raros y excepcionales hemos visto a los Espíritus poner el camino de la verdad según la demanda que se les ha hecho; si ellos quisieron hacerlo, sin duda lo podrían, pero, a menudo, esto no les es permitido si estos inconvenientes son pruebas para aquellos que estuviesen interesados en eximirse de ellas.
Es, pues, el artificio de una esperanza quimérica el procurar por este medio la posesión de herencia, y lo más positivo es el dinero que se gasta con este objeto.
No faltan Espíritus dispuestos a lisonjear semejantes esperanzas, y que no tienen escrúpulo en inducir a que se gestione, dándose uno algunas veces por muy satisfecho, salvándose con un poco de ridículo.
293. Preguntas sobre la salud
24. ¿Los Espíritus pueden dar consejos sobre la salud? La salud es una condición necesaria para el trabajo que debe uno hacer en la Tierra; por esto se ocupan de la salud con gusto; pero como entre ellos hay ignorantes y sabios, tanto para esto como para lo demás, no conviene dirigirse al primero que llega.
25. Dirigiéndose al Espíritu de una celebridad en medicina, ¿se puede tener más seguridad en un buen consejo? Las celebridades terrestres no son infalibles y muchas veces tienen ideas sistemáticas que no siempre son justas y de las que la muerte no les libra en seguida. La ciencia terrestre es muy poca cosa con respecto a la ciencia celeste; sólo los Espíritus superiores tienen la última; sin que tengan nombres conocidos para vosotros, pueden saber mucho más que vuestros sabios en todas las cosas. La ciencia sola no hace a los Espíritus superiores, y os asombraríais del puesto que ocupan ciertos sabios entre nosotros. El Espíritu de un sabio puede, pues, no saber más que lo que sabía en la Tierra, si no ha progresado como Espíritu.
26. ¿El sabio, cuando es Espíritu, reconoce sus errores científicos? Si ha llegado a un grado bastante elevado para quedar desembarazado de su vanidad y comprender que su desarrollo no es completo, los reconoce y los confiesa sin que le cause pena; pero si no está bastante desmaterializado, puede conservar alguna de las preocupaciones de que estaba imbuido en la Tierra.
27. ¿Podría un médico, evocando a sus enfermos que murieron, obtener aclaraciones sobre la causa de su muerte, las faltas que pudo haber cometido en el tratamiento, y adquirir de este modo mayor experiencia? Lo puede y le sería muy útil, sobre todo si se hacía asistir por Espíritus ilustrados que supliesen la falta de conocimientos de ciertos enfermos. Pero para esto sería preciso que hiciese este estudio de una manera formal, asidua, con objetivo humanitario y no como un medio de adquirir sin pena saber y fortuna.
294. Preguntas sobre las invenciones y los descubrimientos
28. ¿Los Espíritus puedan guiar en la averiguaciones científicas y en los descubrimientos? La ciencia es obra del genio; no debe adquirirse sino por el trabajo, porque sólo por el trabajo el hombre adelante en su camino. ¿Qué mérito tendría si para saberlo todo no tuviese más que preguntar a los Espíritus? A este precio el imbécil puede ser sabio. Lo mismo sucede con las invenciones y descubrimientos de la industria. Otra consideración: cada cosa debe venir a su tiempo y cuando las ideas están en disposición de recibirle; si el hombre tuviese este poder, trastornaría el orden de las cosas, haciendo que viniese el fruto antes de la estación. Dios ha dicho al hombre: Sacarás de la tierra tu alimento con el sudor de tu frente; admirable figura que pinta su condición aquí abajo; debe progresar en todo por el esfuerzo de su trabajo; si se le diesen las cosas hechas, ¿para qué servirá su inteligencia? Sería como un estudiante que otro le hace lo que le corresponde hacer a él.
29. ¿El sabio y el inventor no están nunca asistidos por los Espíritus en sus investigaciones? ¡Oh! Esto es muy diferente. Cuando ha llegado el tiempo de un descubrimiento, los Espíritus encargados de dirigir la marcha, buscan el hombre capaz de conducirlo a buen fin, y le inspiran las ideas necesarias, de manera que le dejan todo el mérito, porque estas ideas, es menester que las elabore y las ponga en obra. Así sucede con todos los grandes trabajos de la inteligencia humana. Los Espíritus dejan a cada hombre en su esfera; de aquél que sólo es a propósito para cavar la tierra no le harán el depositario de los secretos de Dios; pero sabrán sacar de la obscuridad al hombre capaz de secundar sus designios. No os dejéis, pues, arrastrar por la curiosidad o ambición por un camino que no es el objeto del Espiritismo y que terminaría para vosotros en las más ridículas mixtificaciones.
Observación. — El conocimiento más esclarecido del Espiritismo, ha calmado el ardor de los descubrimientos que en el principio se habían lisonjeado algunos de hacer por este medio. Hasta se habían pedido a los Espíritus recetas para teñir y hacer crecer el pelo y curar los callos, etc. Nosotros hemos visto muchas gentes que creían haber hecho su fortuna y sólo han recogido procedimientos más o menos ridículos. Lo mismo sucede cuando se quiere con la ayuda de los Espíritus, penetrar los misterios del origen de las cosas; ciertos Espíritus tienen sobre estas materias, su sistema, que no vale más que el de los hombres, y es muy prudente el no acogerle sino con la más grande reserva.
295. Preguntas sobre los tesoros ocultos
30. ¿Pueden los Espíritus hacer que se descubran los tesoros ocultos? Los Espíritus superiores no se ocupan de estas cosas; pero los Espíritus burlones, a menudo indican tesoros que no existen, o pueden también hacer ver que hay uno en un paraje, mientras que está a la parte opuesta; y esto tiene su utilidad para demostrar que la verdadera fortuna está en el trabajo. Si la Providencia destina riquezas ocultas a alguno, las encontrará naturalmente; pero no de otro modo.
31. ¿Qué hemos de pensar de la creencia de los Espíritus guardianes, de los tesoros ocultos? Los Espíritus que aún no están desmaterializados se apegar a las cosas. Los avaros que han ocultado sus tesoros pueden aun vigilarlos y guardarlos después de la muerte, y la perplejidad en que están de verlos arrebatar es uno de sus castigos, hasta que comprenden la inutilidad para ellos. Hay también Espíritus de la Tierra encargados de dirigir las transformaciones interiores y de los que por alegoría se han hecho los guardianes de las riquezas naturales.
Observación. — La cuestión de los tesoros ocultos están en la misma categoría que las de las herencias desconocidas; bien loco sería el que contase con las pretendidas revelaciones que pueden hacérsele por los bromistas del mundo invisible. Hemos dicho que cuando los Espíritus tienen o pueden hacer semejantes revelaciones, las hacen espontáneamente, y no tiene necesidad de médium para esto. Aquí tenéis un ejemplo:
“Una señora acababa de perder a su marido después de treinta años de matrimonio, y se encontraba en vísperas de ser expulsada de su domicilio, sin ningún recurso, para sus hijastros, a los que había hecho de madre. Su desespero llegaba a su colmo, cuando una tarde se le apareció su marido y le dijo que le siquiera a su gabinete; allí le enseñó su secreter que estaba aún con los sellos del embargo, y por un efecto de doble vista, le hizo ver el interior; le indicó un cajón secreto que ella no conocía y cuyo mecanismo le explicó, añadiendo: “he previsto lo que sucedería, y he querido asegurar vuestra suerte; en este cajón están mis últimas disposiciones; os cedo el usufructo de esta casa y una renta de ...”; después desapareció. El día que se quitaron lo sellos nadie pudo abrir el cajón; entonces la señora contó lo que la había sucedido. Lo abrió siguiendo las instrucciones que le había dado su marido, y se encontró el testamento conforme a lo que le había sido anunciado”.
296. Preguntas sobre los otros mundos
32. ¿Qué grado de confianza puede haber en las descripciones que los Espíritus hacen de los diferentes mundos? Esto depende del grado de adelantamiento real de los Espíritus que dan estas descripciones; porque vosotros comprendéis que los Espíritus vulgares son tan incapaces de daros noticias con respecto a esto, como un ignorante entre vosotros para describiros todos los países de la Tierra. Muchas veces dirigís preguntas científicas sobre estos mundos a Espíritus que no las pueden resolver; si son de buena fe, hablan de ellos según sus ideas personales; si son Espíritus ligeros se divierten dándoos descripciones extravagantes y fantásticas; tanto más que estos Espíritus que no están desprovistos de imaginación en la erraticidad como en la Tierra, sacan de esta facultad la narración de muchas cosas que nada tienen de real. Sin embargo, no creáis en la imposibilidad absoluta de tener sobre estos mundos, algunas aclaraciones; los mismos Espíritus buenos se complacen en describiros aquellos que ellos habitan, a fin de serviros de enseñanza para mejoraros, y convidaros a seguir el camino que puede conduciros a ellos, es un medio de fijar vuestras ideas sobre el porvenir y no dejaros en la vaguedad.
¿Qué comprobación puede haber para la exactitud de estas descripciones? La mejor comprobación es la concordancia que puede haber entre ellas; pero acordaos que tienen por objeto vuestro mejoramiento moral y que por conseguinte podéis ser informados mejor sobre el estado moral de sus habitantes que sobre el estado físico o geológico de estos globos. Con vuestros conocimientos actuales, ni aun podrías comprenderlo; este estudio no serviría para vuestro progreso en la Tierra, y cuando estéis allí tendréis toda la posibilidad de hacerlo.
Observación. — Las cuestiones sobre la constitución física y los elementos astronómicos de los mundos, entran en el orden de las investigaciones científicas de las que los Espíritus no deben ahorrarnos el trabajo; sin esto, un astrónomo encontraría muy cómodo el hacerles hacer sus cálculos, con lo que se guardaría muy bien de convenir sin duda. Si por la revelación podían los Espíritus ahorrar el trabajo de descubrimiento, es probable que lo hicieran a favor de un sabio bastante modesto para reconocer abiertamente el origen, más bien que en provecho de los orgullosos que los niegan, y a los que por el contrario conducen a menudo las decepciones de amor propio.
CAPÍTULO XXVII - DE LAS CONTRADICCIONES Y DE LAS MIXTIFICACIONES
De las contradicciones
Apresurémonos en decir primeramente que estas contradicciones, de las que ciertas personas hacen gran ostentación, en general son más aparentes que reales; que a menudo tienden más a la superficie que al fondo de la cosa y que por consiguiente, no tienen importancia. Las contradicciones provienen de dos orígenes: los hombres y los Espíritus.
Es menester no olvidar que entre los Espíritus hay, como entre los hombres, falsos y semisabios, orgullosos, presuntuosos y sistemáticos. Como sólo es dado a los Espíritus perfectos el conocerlo todo, para los otros, así como para nosotros, hay aun misterios que explican a su modo, según sus ideas, y sobre las cuales pueden hacerse opiniones más o menos justas, que su amor propio se empeña en hacer prevalecer y que desea reproducir en sus comunicaciones. El mal consiste en que algunos de sus intérpretes han admitido con demasiada ligereza opiniones contrarias al buen sentido y en haberse constituido en los editores responsables. De este modo las contradicciones de origen espiritista no reconocen otra causa que la diversidad en la inteligencia, los conocimientos, el juicio y la moralidad de ciertos Espíritus, que aun no son aptos para conocerlo y comprenderlo todo. (Véase El libro de los Espíritus, “Introducción”, XIII; “Conclusión”, párrafo IX).
1. ¿Comunicándose el mismo Espíritu en dos centros diferentes, puede sobre un mismo asunto transmitir respuestas contradictorias? Si los dos centros difieren entre sí de opiniones y de pensamiento, la respuesta podrá ser disfrazada, porque están bajo la influencia de diferentes columnas de Espíritus: la respuesta no es la que es contradictoria, sino el modo como se da.
2. Se concibe que una respuesta pueda ser alterada; pero cuando las cualidades del médium excluyen toda idea de mala influencia ¿en qué consiste que los Espíritus superiores tengan un lenguaje diferente y contradictorio sobre un mismo asunto con personas perfectamente formales? Los Espíritus realmente superiores no se contradicen nunca, y su lenguaje es el mismo siempre, con las mismas personas. Puede ser diferente según las personas y los lugares; pero es menester tener cuidado, que a menudo la contradicción sólo es aparente; está más en las palabras que en los pensamientos; porque reflexionando se ve que la idea fundamental es la misma. Además el mismo Espíritu puede responder diferentemente sobre la misma cuestión, según el grado de perfección de los que evocan, porque no siempre es bueno que todos tengan la misma contestación, puesto que no están tan adelantados. Es exactamente como si un sabio y un niño te hicieran la misma pregunta; ciertamente contestaría al uno y al otro de manera que pudieran comprenderte y satisfacerles; la contestación, aunque fuese diferente, tendría, sin embargo, el mismo fondo.
3. ¿Con qué objeto los Espíritus formales parece que quisieran acreditar con respecto a unas personas, ideas y aun prejuicios que combaten respecto a otras? Es menester que nos hagamos comprender. Si alguno tiene una convicción bien fija sobre una doctrina aunque sea falsa, es menester que le separemos de esta convicción, pero poco a poco; por esto nos servimos muchas veces de sus términos y parece que abundamos en las mismas ideas, con el fin de que no se ofusque de repente y cese de instruirse por nosotros. Por lo demás, no es bueno contradecir bruscamente los prejuicios; éste sería el medio de no ser escuchado: por esto los Espíritus hablan muchas veces según la opinión de aquellos que les escuchan con el fin de conducirles poco a poco a la verdad. Apropian su lenguaje a las personas, como tú mismo lo haces si eres orador un poco hábil; por esto no hablarán a un chino o a un mahometano como a un francés o a un cristiano, porque estarían seguros de ser rechazados. No puede tomarse como contradicción lo que muchas veces sólo es una parte de la elaboración de la verdad. Todos los Espíritus tienen su tarea señalada por Dios; la cumplen con las condiciones que juzgan convenientes para el bien de aquellos que reciben sus comunicaciones.
4. Las contradicciones, aun aparentes, pueden poner dudas en el Espíritu de ciertas personas. ¿Qué comprobación puede haber para conocer la verdad? Para discernir el error de la verdad, es menester profundizar estas respuestas y meditar mucho tiempo formalmente; debe hacerse todo un estudio. Para éste como para estudiar las demás cosas, es necesario el tiempo. Estudiad, comparad, profundizad; os lo decimos sin cesar, el conocimiento de la verdad de adquiere a este precio. ¿Cómo queréis llegar a la verdad cuando lo interpretáis todo según vuestras ideas limitadas que vosotros tomáis por grandes? Pero no está lejos el día en que la enseñanza de los Espíritus será uniforme por todas partes, así en los detalles como en las cosas principales. Su misión es la de destruir el error, pero esto no puede venir sino sucesivamente.
5. Hay personas que no tienen ni el tiempo ni las aptitudes necesarias para un estudio formal y profundo, y que aceptan lo que se les enseña sin examen. ¿Hay inconveniente para ellas en comunicarle los errores? Que practiquen el bien y que no hagan mal, esto es lo esencial; para esto no hay dos doctrinas. El bien es siempre el bien, así lo hagáis en nombre de Allah o de Jehová, porque sólo hay un Dios en todo el Universo.
6. ¿Cómo Espíritus que parecen desarrollados en inteligencia, pueden tener ideas evidentemente falsas sobre ciertas cosas? Ellos tienen su doctrina. Los que no están bastante adelantados, y creen estarlo, toman sus ideas por verdades. Sucede lo mismo que entre vosotros.
7. ¿Qué hemos de pensar de las doctrinas según las cuales podría comunicarse un solo Espíritu y que éste sería o Dios o Jesús? El Espíritu que enseña esto quiere dominar, por esto quiere hacer creer que es el único, pero desgraciado del que se atreva a tomar el nombre de Dios en vano pues expiará caro su orgullo. En cuanto a estas doctrinas, se refutan por sí mismas, porque están en contradicción con los hechos más verídicos; no merecen examen formal porque no tienen raíces. La razón os dice que el bien procede de un buen origen y el mal de un origen malo. ¿Por qué quisierais que un buen árbol diese mal fruto? ¿Habéis cogido nunca un racimo de uvas de un manzano? La diversidad de comunicaciones es la prueba más patente de la diversidad de su origen. Por lo demás, los Espíritus que pretenden ser los únicos en comunicarse se olvidan de decir por qué los otros no pueden hacerlo. Su pretensión es la negación de aquello que el Espiritismo tiene por más hermoso y consolador: las relaciones del mundo visible y del mundo invisible, de los hombres con los seres que les son queridos, y que de este modo se habrían perdido para ellos sin ninguna esperanza. Estas son las relaciones que identifican al hombre con su porvenir, que lo separan del mundo material; suprimir estas relaciones es sumergirle en la duda que es lo que hace su tormento; es dar pábulo a su egoísmo. Examinando con cuidado la doctrina de estos Espíritus, a cada paso se encontrarán contradicciones injustificables, las señales de su ignorancia sobre las cosas más evidentes, y por consiguiente los signos ciertos de su inferioridad.
El Espíritu de Verdad.
8. De todas las contradicciones que se notan en las comunicaciones de los Espíritus, una de las más notables es la relativa a la reencarnación. Si la reencarnación es una necesidad de la vida de los Espíritus, ¿en qué consiste que no todos los Espíritus la enseñan? ¿No sabéis que hay Espíritus, cuyas ideas son limitadas, por ahora, como entre muchos hombres de la Tierra? Creen que lo que pasa por ellos debe durar siempre; no ven más allá del círculo de sus percepciones y les tiene sin cuidado el no saber ni de dónde vienen ni a dónde van, y por lo mismo deben sufrir la ley de la necesidad. La reencarnación es para ellos una necesidad con la que no piensan hasta que llega; saben que el Espíritu progresa, pero ¿de qué modo? Para ellos es un problema. Entonces si les preguntáis, os hablarán de los siete cielos, sobrepuestos como pisos; aun habrá quien os hable de la esfera de fuego, de la esfera de las estrellas, después de la ciudad de las flores y de la ciudad de los elegidos.
9. Concebimos que los Espíritus poco adelantados, no comprendan esta cuestión; pero ¿en qué consiste que Espíritus de una inferioridad moral e intelectual notoria, hablen espontáneamente de sus diferentes existencias, y de su deseo de reencarnarse para rescatar su pasado? En el mundo de los Espíritus pasan cosas que es muy difícil que podáis comprender. ¿No tenéis entre vosotros, personas muy ignorantes sobre ciertas cosas, y que están ilustradas sobre otras; personas que tienen más criterio que instrucción, y otras que tienen más genio que criterio? ¿No sabéis también que ciertos Espíritus se complacen en mantener a los hombres en la ignorancia, haciendo como que les instruyen, y que se aprovechan de la facilidad con que dan crédito a sus palabras? Podrán seducir a aquellos que no buscan el fondo de las cosas, pero cuando se les conduce a perder la paciencia por el razonamiento, no sostienen su papel por mucho tiempo.
Por lo demás es menester tener cuidado con la prudencia que en general los Espíritus ponen en la promulgación de la verdad: la luz demasiado viva y repentina deslumbra y no da caridad. Pueden, pues, en ciertos casos juzgar útil el esparcirla gradualmente según los tiempos, los lugares y las personas. Moisés no enseñó todo lo que enseñó Cristo: y el mismo Cristo dijo muchas cosas, cuya inteligencia estaba reservada a las generaciones futuras. Habláis de la reencarnación y os admiráis que este principio no se haya enseñado en ciertos parajes; pero es menester que penséis que en un país en el que la preocupación del color tiene su reinado absoluto, en donde la esclavitud está arraigada en las costumbres, se hubiera rechazado el Espiritismo sólo porque proclamaba la reencarnación, porque la idea de que el que es amo o señor puede ser esclavo, y recíprocamente, hubiera parecido monstruosa. ¿No valía más hacer aceptar el principio general, para después sacar las consecuencias? ¡Oh, hombres! de qué corta es vuestra vista para juzgar los designios, y Dios; sabed, pues, que no se hace nada sin su permiso y sin un fin que vosotros muchas veces no podéis penetrar. Ya os he dicho que la unidad se hará en la creencia del Espiritismo; y tened por cierto que las disidencias, ya menos profundas, se disiparán poco a poco a medida que los hombres se ilustren y que al fin desaparecerán completamente, porque tal es la voluntad de Dios, contra lo cual no puede prevalecer el error.
El Espíritu de Verdad.
10. ¿Las doctrinas erróneas que pueden enseñarse por ciertos Espíritus, tienen por objeto el retardar el progreso de la ciencia verdadera? Vosotros quisierais tenerlo todo sin trabajo; sabed que no hay campo en el que no crezcan malas yerbas que el labrador debe extirpar. Estas doctrinas erróneas son una consecuencia de la inferioridad de vuestro mundo; si los hombres fuesen perfectos, sólo aceptarían la verdad; los errores son como las piedras falsas que sólo un ojo ejercitado puede distinguir; os falta, pues, un aprendizaje para distinguir lo verdadero de lo falso; pues bien, las falsas doctrinas son útiles para que os ejercitéis en la práctica de distinguir la verdad del error.
–¿Los que adoptan el error, retrasan su adelantamiento? Si adoptan el error es porque no están bastante adelantados para comprender la verdad.
El Espíritu de Verdad.
Observación. — Las contradicciones que se presentan en las comunicaciones espiritistas pueden depender de las siguientes causas: de la ignorancia de ciertos Espíritus; de la superchería de Espíritus inferiores, que por malicia o maldad dicen lo contrario de aquello que ha dicho en otra parte el Espíritu cuyo nombre usurpan; de la voluntad del mismo Espíritu que habla según los tiempos, los lugares y las personas, y puede juzgar útil no decirlo todo a todo el mundo; de la insuficiencia del lenguaje humano para expresar las cosas del mundo incorporal; de la insuficiencia de los medios de comunicación que no siempre permiten al Espíritu manifestar todo su pensamiento; en fin, de la interpretación que cada uno puede dar a una palabra o a una explicación, según sus ideas, sus preocupaciones o el punto de vista desde el cual mira la cosa. El estudio, la observación, la experiencia y la abnegación de todo sentimiento de amor propio, pueden enseñar a distinguir estas diferencias.
De las mixtificaciones
1. Las mixtificaciones son uno de los escollos más desagradables del Espiritismo práctico; ¿hay un medio de preservarse de ellas?
Me parece que podéis encontrar la respuesta en todo aquello que se os ha enseñado. Sí, cierto, hay para esto un medio sencillo, es no pedir al Espiritismo más que aquello que puede y debe daros; su objeto es el mejoramiento moral de la Humanidad; si no os separáis de esto nunca seréis engañados, porque no hay dos modos de comprender la verdadera moral, la que puede admitir todo hombre de buen sentido.
Los Espíritus vienen a instruiros y a guiaros por el camino del bien, y no por el de los honores y de la fortuna o para serviros en vuestras mezquinas pasiones. Si nunca se les pidiera nada trivial o que esté fuera de sus atribuciones, no se daría motivo a los Espíritus mentirosos; de donde debéis sacar en consecuencia que el que es mixtificado es por que lo merece.
La misión de los Espíritus no es para enseñaros las cosas de este mundo, sino para guiaros con seguridad en lo que pueda seros útil para el otro. Cuando os hablan de cosas de aquí abajo, es porque lo juzgan necesario, pero esto no es según vuestra pregunta. Si viéseis en los Espíritus los substitutos de los adivinos y de los hechiceros, entonces sería cuando quedarías engañados.
Si los hombres sólo tuvieren que dirigirse a los Espíritus para saberlo todo, no tendrían ya su libre albedrío y se saldrían de la vía que Dios ha trazado a la Humanidad. El hombre debe obrar por sí mismo; Dios no envía a los Espíritus para allanarles el camino material de la vida, sino para preparar el del porvenir.
–¿Pero hay personas que no piden nada y son engañadas indignamente por los Espíritus que vienen espontáneamente sin que nadie les llame? Si no piden nada, dejan que digan, que viene a ser lo mismo. Si acogiesen con reserva y desconfianza todo lo que se separa del objeto esencial del Espiritismo, los Espíritus ligeros no les engañarían tan fácilmente.
2. ¿Por qué permite Dios que personas sinceras que aceptan el Espiritismo de buena fe sean mixtificadas? ¿no podría esto tener por inconveniente el hacerles vacilar en su creencia? Si esto hiciera vacilar su creencia, su fe no sería muy sólida; los que renunciasen al Espiritismo por una simple contrariedad, probarían que no lo comprenden y que no se dedican a la parte formal. Dios permite las mixtificaciones para probar la perseverancia de los verdaderos adeptos, y castigar a aquellos que hacen de él un objeto de diversión.
El Espíritu de Verdad.
Observación. — La truhanería de los Espíritus mixtificadores, sobrepuja muchas veces a todo lo que uno puede imaginarse; el arte con que dirigen sus baterías y combinan los medios de persuadir, sería una cosa curiosa, si sólo se tratase siempre de bromas inocentes, pero estas mixtificaciones pueden tener consecuencias desagradables para aquellos que se descuidan; somos bastante felices por haber podido abrir a tiempo los ojos a muchas personas que quisieron pedirnos nuestro consejo y haberles evitado acciones ridículas y comprometidas. Entre los medios que emplean estos Espíritus, es menester colocar en primera línea, como los más frecuentes, los que tienen por objeto tentar la avaricia, como la revelación de los pretendidos tesoros ocultos, el anunciar herencias u otros bienes de fortuna. También es menester mirar como sospechosos en primer grado los pronósticos en épocas fijas, así como todas las indicaciones precisas tocante a intereses materiales; guardarse de dar ningún paso prescrito o aconsejado por los Espíritus, cuando el objeto nos es eminentemente racional; no dejarse nunca cegar por los hombres que toman los Espíritus para dar una apariencia de verdad a sus palabras; desconfiar de las teorías y sistemas científicos aventurados; en fin, de todo lo que separa del objeto moral de las manifestaciones. Podríamos llenar un volumen muy curioso con la historia de todas las mixtificaciones que han venido a nuestro conocimiento.
CAPÍTULO XXVIII - CHARLATANISMO Y JUGLERÍA
Médiums interesados
Fraudes Espiritistas
CAPÍTULO XXIX - REUNIONES Y SOCIEDADES ESPÍRITAS
De las reuniones en genera
De las sociedades propiamente dichas
Objetos de estudio
Con los Espíritus elevados, el cuadro de estudios se ensancha; además de las cuestiones psicológicas que tienen un límite, se les pueden proponer una multitud de problemas morales que se extienden hasta el infinito sobre todas las posiciones de la vida, sobre la conducta mejor que puede observarse sobre tal o cual circunstancia dada, sobre nuestros deberes recíprocos, etc. El valor de la instrucción que se recibe sobre algún asunto moral, histórico, filosófico, científico, depende enteramente del estado del Espíritu a quien se pregunta; a nosotros toca el juzgar.
1º Lectura de las comunicaciones espiritistas obtenidas en la última sesión, puestas en limpio.
2º Noticias diversas. – Correspondencia. – Lectura de las comunicaciones obtenidas fuera de las sesiones. – Relación de los hechos interesantes del Espiritismo.
3º Trabajos de estudio – Dictados espontáneos. – Cuestiones diversas y problemas morales propuestos a los Espíritus. –Evocaciones.
4º Conferencia – Examen crítico y analítico de las diversas comunicaciones. – Discusión sobre los diferentes puntos de la ciencia espiritista.
Rivalidad entre las sociedades
CAPÍTULO XXX - REGLAMENTO DE LA SOCIEDAD PARISIENSE DE ESTUDIOS ESPÍRITAS - Fundada en 1º de Abril de 1858
Nota. – Aunque este Reglamento sea el fruto de la experiencia, no lo damos como una ley absoluta, sino únicamente para la facilidad de las sociedades que quieran formarse y que podrán sacar las disposiciones que crean útiles y aplicables a las circunstancias que les sean propias. Por sencilla que sea su organización, puede aun serlo mucho más cuando se trata, no de sociedades regularmente constituidas, sino de simples reuniones íntimas que sólo tienen necesidad de establecer medidas de orden, de precaución y de regularidad en los trabajos. Igualmente lo damos para gobierno de las personas que quisieran ponerse en relación con la Sociedad Parisiense, sea como corresponsales, sea a título de miembros de la Sociedad.
ART. 2º La Sociedad se compone de miembros titulares, de socios libres y de miembros corresponsales. Puede conferir el título de miembro honorario a las personas que residan en Francia o en el extranjero que por su posición o por sus trabajos, puedan prestarle servicios señalados. Los miembros honorarios están sujetos a reelección todos los años.
ART. 3º La sociedad sólo admite a las personas que simpaticen con sus principios y con el objeto de sus trabajos; aquellas que están ya iniciadas en los principios fundamentales de la ciencia espiritista, o que estén formalmente animadas del deseo de instruirse. En consecuencia, excluye a cualquiera que pueda llevarle elementos de turbación en el seno de las reuniones, sea por espíritu de hostilidad y de oposición sistemática, sea por cualquiera otra causa, haciendo de este modo perder el tiempo en discusiones inútiles. Todos los miembros se deben benevolencia y buenos procederes recíprocamente; y en todas circunstancias han de anteponer el bien general a las cuestiones personales y de amor propio.
ART. 4º Para ser admitido como socio libre, es menester dirigir al Presidente una solicitud escrita firmada por dos miembros titulares que garanticen las intenciones del solicitante. La carta de solicitud debe relatar someramente:
1º Si el solicitante posee ya conocimientos en materia de Espiritismo;
2º El estado de sus convicciones sobre los puntos fundamentales de la ciencia;
3º La obligación de conformarse en todo con el reglamento. La solicitud se somete a la comisión que la examina, y propone, si hay lugar, la admisión, el aplazamiento o la negación. El aplazamiento es de rigor para todo candidato que no posea ninguno de los elementos de la ciencia espiritista y no simpatizase con los principios de la Sociedad. Los asociados libres tienen derecho de asistir a todas las sesiones, tomar parte en los trabajos y en las discusiones que tengan por objeto el estudio; pero en ningún caso, tienen voto deliberativo por lo que concierne a los negocios de la Sociedad. Los asociados libres no están obligados más que por un año desde su admisión, y su continuación en la Sociedad debe ser ratificada al finalizar este primer año.
ART. 5º Para ser miembro titular, es menester al menos haber sido un año socio libre, haber asistido a más de la mitad de las sesiones, y haber dado durante este tiempo pruebas notorias de sus conocimientos y de sus convicciones respecto al Espiritismo; de su adhesión a los principios de la Sociedad y de su voluntad de obrar en todas circunstancias, con respecto a sus colegas, según los principios de la caridad y de la moral espiritista. Los socios libres que hayan asistido regularmente durante seis meses a las sesiones de la Sociedad, podrán ser admitidos como miembros titulares si además llenasen las otras condiciones. La admisión se propone de oficio por la comisión, con el asentimiento del socio, y también debe ser apoyada por otros tres miembros titulares. En seguida es votada, si hay lugar, por la Sociedad en escrutinio secreto, después de una relación verbal de la comisión. Los miembros titulares son los únicos que tienen voz deliberante y sólo ellos gozan de la facultad concedida en el artículo 25.
ART. 6º La Sociedad limitará sí lo juzga conveniente, el número de los socios libres y de los miembros titulares.
ART. 7º Los miembros corresponsales son aquellos que no residiendo en París, están en relación con la Sociedad y le proporcionan documentos útiles para sus estudios. Pueden ser nombrados con sólo la presentación de un miembro titular.
ART. 9º La oficina se compone de: 1 Presidente. – 1 Vicepresidente. – 1 Secretario principal. – 2 Secretarios adjuntos. – 1 Tesorero. Además podrá nombrarse uno o varios Presidentes honorarios. A falta del Presidente y del Vicepresidente, las sesiones podrán ser presididas por uno de los miembros de la comisión.
ART. 10º El Presidente-Director debe poner todos sus cuidados en los intereses de la Sociedad y de la ciencia espírita. Tiene la dirección general y la alta vigilancia de la administración, lo mismo que la conservación de los archivos. El Presidente es nombrado por tres años y los otros miembros de la oficina por un año e indefinidamente reelegibles.
ART. 11º La comisión está compuesta de los miembros de la oficina y de otros cinco miembros titulares elegidos con preferencia entre aquellos que habrán trabajado activamente por la Sociedad, hecho servicios a la causa del Espiritismo o dado pruebas de su espíritu benévolo y conciliador. Estos cinco miembros son, como los demás de la oficina, nombrados por un año y reelegibles. La comisión estará presidida de derecho por el PresidenteDirector, en defecto de éste por el Vicepresidente o uno de sus miembros que se designe para este efecto. La comisión está encargada del examen previo de todas las cuestiones y proposiciones administrativas y otras que tengan que someterse a la Sociedad. Comprueba los recibos, los gastos de la Sociedad, y las cuentas del Tesorero; autoriza los gastos corrientes y adopta todas las medidas de orden que sean necesarias. Examina además los trabajos y objetos de estudio propuestos por diferentes miembros, prepara otros por su parte y fija el orden de las sesiones de acuerdo con el Presidente. El Presidente puede oponerse siempre a que se traten ciertos asuntos y sean puestos a la orden del día, salvo cuando se refieren a la Sociedad, la que decidirá. La comisión se reúne regularmente antes de abrirse las sesiones para el examen de los asuntos corrientes y además en todas las ocasiones que lo crea conveniente. Los miembros de la oficina y de la comisión que estuviesen ausentes por tres meses consecutivos sin dar aviso, se considerará que han resignado sus funciones y se proveerá para que sean reemplazados.
ART. 12º Las decisiones sean de la Sociedad, sean de la comisión, serán tomadas por la mayoría absoluta de los miembros presentes; en caso de empate decidirá el voto del Presidente. La comisión puede decidir cuando hay presentes cuatro de sus miembros. El escrutinio secreto es de derecho cuando se reclama por cinco miembros.
ART 13º Cada tres meses, seis miembros elegidos entre los titulares o asociados libres, son designados para llenar las funciones de comisarios. Los comisarios están encargados de velar por el orden y la buena compostura de las sesiones, y de examinar el derecho de entrada de toda persona extraña que se presente para asistir. A este efecto, los miembros designados se podrán de acuerdo para que uno de ellos esté presente a la apertura de las sesiones.
ART. 14º El año social empieza en 1º de abril. Los nombramientos de la oficina y de la comisión se harán en la primera sesión del mes de mayo. Los miembros en ejercicio continuarán sus funciones hasta esta época.
ART. 15º Para subvenir a los gastos de la sociedad, se paga una cotización anual de 24 francos por los titulares y de 20 por los socios libres. Los miembros titulares, cuando se reciben, pagan además por derecho de entrada 10 francos por una sola vez. La cotización se paga integralmente por el año corriente. Los miembros admitidos durante el año, sólo pagarán los trimestres que estén por vencer, comprendiendo el de su admisión. Cuando marido y mujer son recibidos como asociados libres o titulares, sólo se recibe una cotización y media por los dos. Cada seis meses, el 1º de abril y el 1º de octubre, el Tesorero da cuenta a la comisión del empleo y la situación de los fondos. Satisfechos los gastos corrientes y otras cosas obligatorias; si hay excedente, la Sociedad determinará su empleo.
ART. 16º Se entregará a todos los miembros recibidos, asociados libres o titulares, una carta de admisión haciendo constar su título. Esta carta o título se deposita en la tesorería, de donde el miembro nuevo puede retirarla pagando su cotización y el derecho de entrada. El nuevo miembro no puede asistir a las sesiones sino después que haya retirado su título. Cuando por su culpa no lo ha retirado un mes después de su nombramiento, se considera dimisionario. Igualmente se considerará que ha hecho dimisión todo miembro que no hubiese pagado su cuota anual en el primer mes de la renovación de año social, después de un aviso del señor Tesorero, sin resultado.
ART. 18º Se exige el silencio y el recogimiento rigurosos durante las sesiones y principalmente durante los estudios. Nadie puede tomar la palabra sin haberla obtenido del presidente. Todas as preguntas dirigidas a los Espíritus deben serlo por medio del presidente, que puede rehusar el hacerlas según las circunstancias. Están notablemente prohibidas todas las cuestiones fútiles, de interés personal de pura curiosidad, o hechas al objeto de someter a los Espíritus a pruebas, lo mismo que todas aquellas que no tengan un objeto de utilidad general con respecto a estudios. Asimismo están prohibidas todas las discusiones que se separen del objeto especial que nos ocupa.
ART. 19º Todo miembro tiene derecho a llamar al orden a cualquiera que se separe de la decencia en la discusión o turbase las sesiones de cualquier modo que sea. El llamamiento al orden se pone inmediatamente a votación; si se adapta, se inscribe en el proceso verbal. Tres llamamientos al orden en el espacio de un año, producen el derecho de borrar de las listas de la Sociedad al miembro que los habrá ocasionado, cualquier que sea su título.
ART. 20º No podrá leerse ninguna comunicación espiritista recibida fuera de la Sociedad sin que se someta antes, bien sea al Presidente, o a la comisión que pueden admitir o negar su lectura. Deberá depositarse en el archivo una copia de toda comunicación de fuera de la Sociedad, cuya lectura haya sido permitida. Todas las comunicaciones obtenidas durante las sesiones pertenecen a la Sociedad; los médiums que las han escrito pueden tomar copia de ellas.
ART. 21º Las sesiones particulares están reservadas a los miembros de la Sociedad; tienen lugar el 1º, el 3º y si hay lugar, el 5º viernes de cada mes. La sociedad reserva para las sesiones particulares todas las cuestiones que conciernen a los negocios de administración, así como los objetos de estudio que reclaman más tranquilidad y concentración, o que juzgue a propósito el profundizar antes de manifestarlas a personas extrañas. Tiene derecho de asistir a las sesiones particulares, además de los miembros titulares, y los asociados libres, los miembros corresponsales que estén temporalmente en París y los médiums que prestan su concurso a la Sociedad. Ninguna persona extraña a la Sociedad es admitida en las sesiones particulares, salvo los casos excepcionales y con el asentimiento previo del Presidente.
ART. 22º Las sesiones generales tienen lugar el 2º y el 4º viernes de cada mes. En las sesiones generales la Sociedad autoriza la admisión de oyentes extraños a la sociedad que pueden asistir a ella temporalmente sin formar parte de la misma. Podrá retirar esta autorización cuando lo juzgue oportuno. Nadie puede asistir a las sesiones como oyente sin ser presentado al Presidente por un miembro de la Sociedad, que garantizará su atención en no causar turbación ni interrupción. La Sociedad no admite como oyentes, sino a las personas que aspiren a ser miembros, o que son simpáticos a sus trabajos y bien iniciados en la ciencia espiritista para comprenderlos. Debe negarse la admisión de una manera absoluta, a cualquiera que sólo fuese atraído por la curiosidad, o cuyas opiniones fuesen hostiles. A los oyentes no se les concede la palabra excepto en casos excepcionales apreciados por el Presidente. El que turbase el orden de cualquier modo que fuese, o que manifestase malevolencia por los trabajos de la sociedad, podrá ser invitado a retirarse, y en todos los casos se deberá hacer de ello mención en la lista de admisión, y para lo sucesivo se le negará la entrada. El número de los oyentes debiendo ser limitado a los puestos disponibles, los que podrán asistir a las sesiones deberán estar inscritos anticipadamente en un registro destinado a este efecto, con expresión de las señas de su domicilio y de las personas que les han recomendado. En consecuencia, toda solicitud de entrada deberá dirigirse al Presidente algunos días antes de la sesión, y sólo él expide los billetes de introducción hasta completar la lista. Los billetes de introducción sólo sirven para el día indicado y para las personas designadas.La entrada no puede concederse a un mismo oyente para más de dos sesiones, salvo la autorización del Presidente y en los casos excepcionales. El mismo miembro no puede presentar dos personas a la vez. Las entradas dadas por el Presidente no son limitadas. Los oyentes no son admitidos sino después de abierta la sesión.
ART. 24º La Sociedad hace un examen crítico de las diferentes obras publicadas sobre Espiritismo, cuando lo juzga a propósito. A este efecto, encarga a uno de sus miembros asociado, libre o titular, para que haga una relación que se imprimirá, si hay lugar a ello, en la Revista Espírita.
ART. 25º La Sociedad creará una biblioteca especial compuesta de obras que se le ofrezcan y de las que adquiera. Los miembros titulares podrán consultar sea la biblioteca, sean los archivos de la Sociedad en los días y horas que se fijen a este efecto.
ART. 26º Considerando la Sociedad que su responsabilidad puede moralmente encontrarse comprometida por las publicaciones particulares de sus miembros, nadie puede tomar en ningún escrito el título de miembro de la Sociedad sin que se le autorice por la misma, y sin que con anticipación haya tenido ésta conocimiento del manuscrito. La comisión se encargará de dar cuenta sobre este asunto. Si la Sociedad juzga el escrito incompatible con sus principios, el autor, después de haber sido oído, será invitado, bien sea a modificarlo o bien a renunciar a su publicación o, finalmente, a que no se dé a conocer como a miembro de la Sociedad. En caso de no querer someterse a la decisión que se tome, podrá disponerse que sea borrado de la lista de los socios. Todo lo escrito por un miembro de la Sociedad, bajo el velo del anónimo, y sin ninguna mención que puede hacerle conocer como a tal, entra en categoría de las publicaciones ordinarias de las que la Sociedad se reserva la apreciación. Sin embargo, no queriendo poner trabas a la libre emisión de las opiniones personales, la Sociedad invita a aquellos de sus miembros que tuviesen la intención de hacer publicaciones de esta clase, de reclamar con anticipación su consejo oficial en interés de la ciencia.
ART. 27º Queriendo la Sociedad mantener en su seno la unidad de principios y el espíritu de una benevolencia recíproca, podrá disponer el que sea borrado de la lista todo miembro que fuese causa de turbación, o que se pusiese en hostilidad abierta con ella por medio de escritos que comprometiesen la doctrina, por opiniones subversivas o por un modo de obrar que no podría aprobarse. Sin embargo, no se dispondrá el que sea borrado de la lista sin que proceda una amonestación que no hubiese tenido efecto, y después de haber oído al miembro reputado culpable, si juzga conveniente dar explicaciones. La decisión será por escrutinio secreto y por la mayoría de las tres cuartas partes de los miembros presentes.
ART. 28º Todo miembro que se retire voluntariamente durante el año, no puede reclamar la diferencia de las cotizaciones satisfechas por él; esta diferencia será reembolsada en caso de que la Sociedad disponga que sea borrado de la lista.
ART. 29º El presente reglamento podrá ser modificado si hay lugar a ello. Las proposiciones de las modificaciones no podrán hacerse a la Sociedad sino por conducto de su Presidente, a quien deberán transmitirse, y en el caso que fuesen admitidas por la comisión. La sociedad puede, sin modificar su reglamento en los puntos esenciales, adoptar todas las medidas complementarias que juzgará útiles.
CAPÍTULO XXXI - DISERTACIONES ESPIRITISTAS
Sobre el Espiritismo
Sobre los médiums
Sobre las sociedades espiritistas
Comunicaciones apócrifas
Observación. — Esta comunicación fue obtenida en el mismo círculo; pero ¡qué diferencia con la precedente! No sólo por los pensamientos, sino por el estilo. Todo es, justo en ella, profundo, sensato, y ciertamente San Vicente de Paúl no la desconocería, por esto se le puede atribuir sin miedo.
CAPÍTULO XXXII - VOCABULARIO ESPIRITISTA
Espírita. El que está en relación con el Espiritismo; partidario del espiritismo; el que cree en las manifestaciones de los Espíritus. Un buen, un mal espírita, la Doctrina Espírita.
Espiritismo. Doctrina fundada sobre la creencia en la existencia de los Espíritus y en sus manifestaciones.
Espiritualismo. Se dice en el sentido opuesto al materialismo (academ.); creencia en la existencia del alma espiritual e inmaterial. El espiritualismo es la base de todas las religiones.
Espíritu. En el sentido especial de la Doctrina Espírita, los Espíritus son los seres inteligentes de la creación, que pueblan el Universo fuera del mundo material y que constituyen el mundo invisible. No son, seres de una creación particular, sino las almas de aquellos que han vivido sobre la Tierra o en otras esferas, y que han dejado su envoltura corporal.
Se dice: la filosofía espiritualista. — Una obra escrita con las ideas espiritualistas. — Las manifestaciones espíritas son producidas por la acción de los Espíritus sobre la materia. — La moral espírita sale de la enseñanza dada por los Espíritus. — Hay espiritualistas que se ríen de las creencias espíritas. En estos ejemplos la substitución de la palabra espiritualista a la palabra espírita, produciría una confusión evidente.
Stereotito (del griego stéréos, sólido). Calidad de las apariciones tangibles.
Mediumnidad. (Véase Medianimidad). Mediumnidad. (Véase Medianimidad).
Medianímico. Cualidad del poder de los médiums.
Mediumnidad. (Véase Medianimidad). Mediumnidad. (Véase Medianimidad).
Medianismo. Misión providencial de los médiums. Esta palabra ha sido creada por los Espíritus. (Véase capítulo 31; común, 12).
Pneumatografía (del griego, pneuma, aire, soplo, viento, espíritu y grapho, escribo). Escritura directa de los Espíritus sin ayuda de la mano del médium.
Psycofonía. Comunicación de los Espíritus por la voz de un médium parlante.
Psycografía. Escritura de los Espíritus por la mano de un médium. Psycofonía. Comunicación de los Espíritus por la voz de un médium parlante.
Psycógrafo (del griego, psuké, mariposa, alma, y grapho, escribo). El que hace uso de la psycografía; médium escribiente.
Reencarnación. Vuelta del Espíritu a la vida corporal; pluralidad de existencias.
Sematologia (del griego, sema, señal, y logos, discurso). Lenguaje de señales. Comunicación de los Espíritus por el movimientos de los cuerpos inertes.
Typtología. Lenguaje por golpecitos; modo de comunicarse los Espíritus. Typtología alfabética.
Tiptor (del griego tupto, yo golpeo). Variedad de médiums aptos para la typtología. Médium tiptor.